Empezaremos el mes de enero con la noticia que el paro en Catalunya en diciembre de 2021 se situó en 369.158 personas, es decir, 128.453 menos que en diciembre del 2020. Se iniciaba el año con 3,5 millones de afiliados a la Seguridad Social, un 4% más en porcentajes interanuales. En cuanto a las personas sin trabajo, un 56,97% eran mujeres y, del total de parados, el 58,52% (216.033 personas) tenían más de 44 años. La reducción del paro, una excelente noticia, no nos hizo olvidar las graves dificultades que tienen muchos jóvenes para incorporarse al mercado de trabajo (de hecho el paro juvenil es uno de los grandes problemas del país), ni escondió que las mujeres y las personas de más de 44 años son las más afectadas y, a la vez, los colectivos que menos redujeron porcentualmente el número de parados. Desarrollar políticas para potenciar la reduccióndel paro en general, especialmente en estos colectivos, acontece una prioridad, un reto que ha asumido con plenitud la Generalitat con las ayudas a las empresas que contraten personas paradas, con planes específicos para menores de 30 años y otros dirigidos a mayores de 30 años. Las empresas tienen una oportunidad a no desestimar
Desgraciadamente, esta buena noticia de inicio de enero fue acompañada hace pocos días de dos noticias adicionales no nada buenas. La primera es la relativa a la inflación anual que se situó en enero en un 6%; si bien la bajada respecto a diciembre que fue del 6,5% hace prever que antes del verano esta pueda reconducirse, como también que se puedan normalizar las cadenas de aprovisionamiento en la medida que ómicron se controle. La segunda es la relativa a la productividad por hora que ha continuado reduciéndose en el 2021. De hecho, la productividad ha caído un 6,6 respecto al inicio de la actual crisis y sigue la tendencia a la baja que hay desde 2015.
La pérdida de la productividad nos hace menos competitivos en los mercados globales y pone en riesgo la creación de ocupación
Dos malas noticias dado que el incremento de la inflación, adicionalmente al incremento de las materias primeras, comportará que muchos trabajadores vean recortes salariales reales en la medida que las compensaciones anuales queden por debajo de la inflación, con la consiguiente reducción del poder adquisitivo en los ya de por sí bajos salarios actuales y pensiones. En cuanto a la pérdida de la productividad, que nos hace menos competitivos en los mercados globales, pone en riesgo la creación de ocupación. Una pérdida de productividad fomentada por un desajuste en cuanto al sistema formativo y las exigencias del trabajo en la sociedad 4.0, por la implantación forzada del teletrabajo con los mismos procedimientos que el trabajo presencial y, también, por la carencia de inversión en tecnología y en políticas industriales, dirigidas a mantener y hacer crecer la industria manufacturera en el marco de la cuarta revolución industrial o Industria 4.0.
Tres noticias -reducción del paro, inflación y pérdida de productividad- que conjuntamente con la incertidumbre en cuanto a la política global, el crecimiento del trabajo híbrido, las problemáticas en las cadenas de suministro, las requeridas transformaciones tecnológicas y los adelantos en cuanto a inteligencia artificial, plantean nuevos desafíos y configuran un escenario, en el ámbito empresarial, muy diferente del que hemos vivido en los últimos años.
Para entomar los nuevos desafíos emergerá todavía con bastante más fuerza la necesidad de personas con talento y un buen equilibrio entre actitud y aptitud. La batalla para retener y captar talento crecerá con fuerza afectando a todas las organizaciones en cuanto a políticas de recursos humanos y procedimientos de trabajo. En muchos casos la opción de incrementos significativos del salario no será posible o no será suficiente. Hará falta poner sobre la mesa la reducción de horas de trabajo, manteniendo los salarios. La semana de 32 horas puede ser una primera actuación para muchas empresas en la competencia de captación de talento. También, la implementación de procesos para posibilitar el trabajo remoto, con ciertos grados de presencia, no como excepción sino como norma. La flexibilización del desde dónde y cuando se trabaja acontecerá un factor determinante para reducir la rotación y, a la vez, incrementará los potenciales candidatos a cubrir los puestos de trabajo, dado que la residencia familiar del trabajador ya no será determinante para acceder a un puesto de trabajo.
Más flexibilidad, menos horas trabajadas, trabajo híbrido y dispersión geográfica de los trabajadores, comportarán, a medio plazo, la necesidad de variar las herramientas de evaluación de los trabajadores, tanto para evitar la pérdida de productividad como la reducción de la fidelización basada en las relaciones humanas o la pérdida de la potenciación de las carreras profesionales basadas en criterios objetivos y meritocracia. En este aspecto, las herramientas tecnológicas acontecerán claves para ayudar a los trabajadores a adoptar actitudes que mejoren las interacciones, el conocimiento mutuo y la asunción de una cultura común fundamentada en los valores de la empresa y el sentido de pertenencia.
La irrupción de la inteligencia artificial facilitará la toma de decisiones o incluso la adopción automática de decisiones
A este cambio de futuro que hace falta entomar a lo largo del 2022, se suma la irrupción de la inteligencia artificial que facilitará la toma de decisiones o incluso la adopción automática de decisiones. Las funciones de los gerentes variarán y el número de directivos se reducirá. De hecho, algunos estudios evidencian que más de la mitad de las tareas que efectúan los gerentes potencialmente son amortizables y pueden ser efectuadas por sistemas dotados de inteligencia artificial.
El año 2022, primer año de una nueva era que ha llegado antes de lo previsto, debido a la covid, acontecerá la consolidación del proceso, sin retorno, de la digitalización y la telepresencia por todas partes. Consiguientemente de la forma de trabajar, relacionarnos y consumir. Las empresas tienen que asumirlo y hacerlo a sabiendo adicionalmente que el gran desafío continúa siendo la seguridad de sus sistemas, procesos, recursos y conocimientos. El reto omnipresente que ha condicionado siempre toda actividad es la seguridad, ahora, pero, la seguridad se llama ciberseguridad y ésta desgraciadamente continúa siendo la asignatura pendiente de la mayoría de organizaciones.