La crisis de la covid-19 ha provocado un aumento de las desigualdades a todos los niveles. Los colectivos más desfavorecidos son los que más han sufrido los efectos, pero también la mitad de la población: las mujeres. Son las que han estado, en mayor medida, en la primera línea de la lucha contra la pandemia, son las que han asumido buena parte de los cuidados (la atención a las personas mayores y la educación de los hijos en casa) y es también a las mujeres a quienes más afectado la destrucción del empleo como consecuencia de la crisis económica. "Para las mujeres, llueve sobre mojado: las brechas de género se hacen más profundas", ha resumido este escenario Fina Rubio, presidenta de la Fundació Surt, que lucha por los derechos de las mujeres. Ha sido una de las participantes en el tercer Fòrum Hipàtia, un espacio -este año virtual- de reunión de numerosas asociaciones de mujeres, que se ha celebrado este lunes coincidiendo con el 8M, el Día Internacional de la Mujer.
El acto ha contado con una primera mesa redonda con tres mujeres distinguidas con la Creu de Sant Jordi y una segunda parte en qué 10 representantes de 10 asociaciones de mujeres que participan en la organización del foro han expresado cuáles son las acciones más necesarias para caminar hacia la igualdad de género. Además de Rubio, las tres primeras intervenciones han ido a cargo de Anna Mercadé, directora del Observatori Dona, Empresa i Economia, y Joana Amat, presidenta de la Fundació Fidem, de defensa de las mujeres emprendedoras. Todas han estado de acuerdo en que la lucha para la igualdad de derechos se tiene que hacer con unidad, en el contexto de discrepancias entre las diferentes corrientes del feminismo. "Necesitamos saber que somos muchas y que estamos unidas, porque es una lucha muy larga", ha empezado su discurso Mercadé.
Durante su discurso, ha querido recordar que, en el inicio de la pandemia, varias asociaciones de mujeres enviaron un manifiesto al Govern en el que se alertaba de "muchas de las cosas que centran los debates actuales en relación a las mujeres", pero "no nos enviaron ni un 'recibo'". ¿Por qué? "No nos tienen miedo; tenemos que dejar claro a los gobernantes que si las mujeres bajamos los brazos la sociedad se paraliza", ha reivindicado Mercadé. Fina Rubio ha puesto nombre a tres grandes impactos que ha tenido la crisis de la covid-19 en las mujeres y que el manifiesto feminista enviado al Govern ya avanzaba: las brechas laborales, una pobreza feminizada y la asunción casi total de las tareas de cuidados. Para empezar, Rubio ha destacado la necesidad de contar con datos objetivos que ayuden a dibujar la situación actual y a evaluar los avances año tras año.
"No tenemos datos en clave de género de los ERTE, pero sí sabemos que la destrucción del empleo ha sido más fuerte entre las mujeres", ha explicado. Y ha querido reivindicar un colectivo a menudo olvidado e invisibilizado: las trabajadoras del hogar. La regularización de su situación es una de las cuatro propuestas concretas que ha hecho Rubio para revertir las brechas laborales. El resto son: impulsar políticas de empleo en clave de género, revisar la situación de las trabajadoras autónomas y regularizar las mujeres migradas, que sufren una doble discriminación. El segundo gran impacto de esta crisis ha sido el aumento de una pobreza cada vez más feminizada, ha denunciado Rubio: "Muchas mujeres han pasado de la economía sumergida al desamparo". El tercer efecto ha sido en los cuidados. Las mujeres, ha indicado la presidenta de la Fundació Surt, han teletrabajado más que los hombres, y esto las ha llevado, en parte, a asumir con mayor medida el cuidado de las criaturas y del hogar, especialmente durante los meses de confinamiento más estricto.
"Muchas mujeres han pasado de la economía sumergida al desamparo", indica Fina Rubio sobre la feminización de la pobreza
En su intervención, Mercadé ha dejado claro que "no somos una sección, somos la mitad de la población", en linea con el resto de intervenciones en el Fòrum Hipàtia. Así pues, considera que no solo debe haber mujeres en comisiones sobre mujeres, sino que tienen que estar presentes en la toma de decisiones que afectan al conjunto de la sociedad y la economía: "No nos quieren en la comisión de presupuestos, en la de reconstrucción del país, en la del dinero que vendrá de Europa...", ha enumerado. Esta presencia femenina transversal también tiene que ser en la dirección contraria, según Jara Forcadell, vicepresidenta de la asociación Young IT Girls. "Hace falta que haya muchos hombres en actos como este de hoy, porque la desigualdad es un problema que nos afecta a todos; la diversidad es importante para todo el mundo", ha indicado durante la segunda parte del acto. Como voz de las mujeres más jóvenes, Forcadell ha admitido que "es fácil que nos invada la desesperanza en este contexto". Para evitar que esto pase, considera esencial "hablar de soluciones", tomar medidas inmediatas, a pesar de que "los resultados no se vean hasta de aquí un tiempo".
El papel de las empresas en la igualdad
Sobre soluciones ha hablado también otra de las Creus de Sant Jordi de la jornada, Joana Amat. Cree que buena parte de estas pasan por las empresas, que tienen "un papel determinante en el mundo de la igualdad". ¿Cómo se consigue incluir a las compañías privadas en esta lucha? "Con pedagogía", tiene claro Amat. "Se tiene que explicar a las empresas qué ventajas comporta tener equipos con igualdad, satisfechos porque pueden cumplir con su parte personal", ha añadido. Estos beneficios también son claros, para ella: retención del talento y compromiso con los proyectos de la empresa.
"No puede ser que los sectores peor pagados, como la sanidad, la educación y la cultura, tengan un 70% de mujeres, mientras que los mejor pagados -los puestos directivos- estén ocupados por un 70% de hombres", ha denunciado Joana Amat
La también vicepresidenta de Amat Immobiliaris ha destacado cuatro ámbitos de actuación de las empresas en términos de igualdad de género: la corresponsabilidad, la brecha salarial, la brecha sectorial y la erradicación de la violencia machista. En primer lugar, Amat recuerda que los niños "no son un tema personal, sino una necesidad y una responsabilidad sociales". Establecido este punto, considera que las empresas tienen que promover la corresponsabilidad de las criaturas entre padres y madres, sin distinciones. En este sentido, cree que la reducción de jornada disponible hasta los 12 años de edad de los hijos es "una trampa para las mujeres", puesto que son quienes se acogen a ella en mayor medida y esto les frena la carrera profesional. En el resto de países europeos, ha explicado, el derecho a reducirse la jornada acaba cuando los niños empiezan la escuela, a los tres años. "Esto nos hace perder talento y, además, nadie explica a las mujeres que se acogen a la medida que serán las pobres del futuro, puesto que no computarán nunca para tener el 100% de la jubilación", ha concluido.
Sobre la brecha salarial y la sectorial, Amat ve la transparencia como una gran aliada. "No puede ser que los sectores peor pagados, como la sanidad, la educación y la cultura, tengan un 70% de mujeres, mientras que los mejores pagados -los puestos directivos- estén ocupados por un 70% de hombres", ha denunciado. El papel de la empresa en la erradicación de la violencia machista es una creencia menos extendida y Amat la ha detallado: "Si los equipos sabemos detectar este tipo de violencia, la empresa se puede convertir en el lugar en el que esta mujer se mantiene fuerte y suponerle una salida".
Medidas concretas
La pedagogía es la medida primordial que propone Amat en todos los sentidos. Además de Young IT Girls, nueve asociaciones más han aportado una representante para hablar de medidas y actuaciones concretas para disminuir la desigualdad. Marta Macias, socia fundadora de la asociación Coop4equality, considera que es una cuestión de derechos humanos. "Tenemos que conseguir que la igualdad no parta de estándares masculinos, sino que los derechos humanos mismos tienen que estar enfocados con una perspectiva de género", ha indicado. Desde el ámbito público, Gemma Calvet, directora de la Agencia de Transparencia del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), ha sugerido la creación de una Conselleria dIgualtat, una propuesta que hicieron varios partidos políticos durante la campaña electoral por el 14F, como En Comú Podem y ERC.
"La mujer ha jugado un papel secundario y casi inexistente en la construcción de la actualidad tecnológica", avisa Karina Gibert
Esta perspectiva de género es necesaria en todos los ámbitos, según las ponentes del Fòrum Hipàtia. En concreto, Mar Gaya, la fundadora de la consultoría Igualando, cree que hay que incorporarla en el mercado laboral para luchar contra "el techo de cristal y el suelo pegajoso". En la educación, también es clave tenerla, según Eva Blanco, de la asociación Lean In. "Tenemos que reflexionar sobre qué tiene que cambiar en las escuelas y las universidades para asegurar que las nuevas habilidades que requiere el mercado laboral están integradas sin sesgos de género ni estereotipos", ha dicho.
De hecho, la tecnología es uno de los sectores donde hay más falta de talento femenino. Sobre este tema se ha pronunciado Karina Gibert, vicepresidenta de equidad y ética en el Col·legi d'Enginyers Informàtics de Catalunya. "La mujer ha jugado un papel secundario y casi inexistente en la construcción de la actualidad tecnológica", se ha quejado. Y el futuro no se prevé mejor, puesto que en este ámbito, se ha dado un paso atrás: "Cuando yo estudiaba éramos un 30% de mujeres; ahora, sólo representan un 14% del total de matriculados". En cambio, el sanitario es un sector con una amplia mayoría de mujeres, pero en el que solo un 15% de los profesionales que ofrecen ponencias en congresos, por ejemplo, son mujeres. Así lo ha descubierto Àngels Escorsell, presidenta de la Associació de Metgesses de Catalunya.
También han intervenido en el acto Maria Cinta Pastor, vicedecana del colegio de ingenieros de Barcelona; Carme Puche, de la asociación Dones Visuals; y Sira Vilardell de la Fundació Surt. Esta última ha querido destacar la "incapacidad" del sistema para resolver un desequilibrio histórico entre la producción y la reproducción. Y ha concluido: "Estos son los sesgos de género de la economía".