Estos últimos meses hemos trabajado en unas circunstancias tremendamente exigentes, que nos han dejado exhaustos. Llegado el mes de agosto, muchos nos hemos parado a descansar, pero lo hacemos con el corazón encogido por las sombras que planean sobre nuestra economía.
Las sombras
Muchos comercios, restaurantes, bares y cafeterías no podrán volver a abrir, o lo harán con una gran fragilidad. Así mismo, el mundo de la cultura, que ha tenido un papel esencial durante el confinamiento procurándonos consuelo y placer, se encuentra en una situación extremadamente delicada.
La ausencia de turismo internacional, un segmento a menudo satanizado y descrito como un sector que sólo beneficia a los hoteleros, golpea la economía doméstica con una gran cantidad de profesionales, de perfiles muy heterogéneos.
También asistimos, con gran impotencia, al cierre de la planta de Nissan, y a un debate, que ha empezado demasiado tarde y de manera torpe, sobre la reindustrialización en Catalunya.
Es fácil caer en el desaliento y dibujar escenarios catastrofistas.
"Ante circunstancias complejas, hay personas que salen adelante mejor que otras, como también hay sociedades que gestionan sus retos mejor que otras. Y nunca es por casualidad"
Proponer, construir, comprometerse y, sobre todo, ponerse a trabajar con el enfoque adecuado, es mucho más complicado.
Ante circunstancias complejas, hay personas que salen adelante mejor que otras, como también hay sociedades que gestionan sus retos mejor que otras. Y nunca es por casualidad.
La luz
Hay luz, no obstante, entre tanta sombra. Para empezar, la recesión que vivimos es de tipo exógeno; no es consecuencia de un desequilibrio de las variables macroeconómicas, por lo que a medida que controlemos la crisis sanitaria, la recuperación económica tendría que ser relativamente rápida.
Así mismo, hay sectores fuertemente arraigados en nuestra ciudad que saldrán reforzados de esta situación; es el caso del sector farmacéutico, el digital, el biotecnológico, el médico y el científico. Los ecosistemas están, integrados por profesionales de prestigio. Tenemos la oportunidad de consolidar el posicionamiento en estos ámbitos, para ofrecer mejores oportunidades a nuestra sociedad.
"Hay sectores fuertemente arraigados en nuestra ciudad que saldrán reforzados de esta situación: el farmacéutico, el digital, el biotecnológico, el médico y el científico"
Adicionalmente, Barcelona continúa teniendo una gran capacidad de atracción de talento internacional, fortaleciendo nuestro tejido empresarial y propiciando la inversión extranjera. La habilidad a la hora de atraer talento es un factor crucial; las ciudades del futuro competirán para hacerse con el mejor talento, y en esta disputa, Barcelona va con cartas ganadoras.
Los deberes
Barcelona es resiliente y tiene capacidad de salir adelante; lo ha demostrado en multitud de ocasiones en el transcurso de su historia. Pero hay que admitir que tenemos muchos deberes pendientes, que la pandemia ha puesto de manifiesto con crudeza.
En cuanto al cierre de comercios, restaurantes y otros establecimientos, no se trata sólo de un perjuicio económico; también implica una gran pérdida social. Estos espacios nos configuran, porque son los lugares donde nos relacionamos. No nos tendría que ser indiferente que desaparezcan; hace falta que nos responsabilicemos, ayudándolos a pasar esta situación.
En cuanto al mundo cultural, la pandemia lo ha puesto en situación límite, pero desde hace tiempo roza la precariedad. Desgraciadamente, no otorgamos un valor adecuado a la cultura, ni le reconocemos un valor económico justo. El confinamiento, que nos ha acercado a la cultura de una manera muy intensa, tendría que suponer un revulsivo. Hasta que no situemos la cultura en el lugar de honor que le corresponde, nuestra sociedad no será lo bastante libre ni tendrá las oportunidades adecuadas para progresar.
"Barcelona tendría que repensar el modelo turístico, reorientándolo como destino de excelencia, basándolo en la cultura, la arquitectura, la gastronomía y su áurea propia"
En relación al turismo, es imprescindible que abandonemos los discursos demagógicos y lo abordemos atendiendo a criterios técnicos. El sector turístico en Barcelona representa un porcentaje sobre el PIB similar al que supone en las ciudades más bellas del mundo; París, Nueva York y Berlín también lloran estos días la desaparición del turismo, y en ningún caso piensan prescindir de sus ingresos asociados, una vez superemos la pandemia. Lo que Barcelona tendría que hacer es repensar el modelo turístico, reorientándolo como destino de excelencia, basándolo en la cultura, la arquitectura, la gastronomía y su áurea propia. El problema no es tanto el turismo, sino la gestión que se haga. Estigmatizarlo es fácil; gestionarlo es mucho más difícil, pero es lo que hay que hacer si queremos salir de la crisis.
Tomemos conciencia del margen de maniobra que tenemos y comprometámonos a actuar de manera decidida. En el corto plazo, convirtiendo en lugares seguros los espacios de trabajo y de interacción social. Y en el largo plazo, abordando los debates que tenemos pendientes desde hace tiempo; es responsabilidad de todos salir adelante lo más rápido posible.