Una planta de biogás en Estamariu (Alt Urgell), impulsada por el fundador de Fluïdra, que es hijo. Otra, la mayor promovida hasta ahora en Catalunya, en Sentiu de Sió (la Noguera), de la mano de una empresa danesa. Un proyecto de parquesolar en la Anoia, que ofrece a los vecinos de los pueblos afectados participar en el capital, tal y como prevé la normativa recientemente aprobada por la Generalitat. Afortunadamente, el goteo de nuevas plantasdeenergíarenovable comienza a ser bastante continuo. Se trata, por el momento, sobre todo de instalaciones en comarcas y municipios de baja densidad de población, donde el suelo es más barato y la interferencia con otros usos, empezando por los residenciales, menor.
Un ritmo que hay que acelerar
Si este es el condicionante general, cuando hablamos de energía eólica o de biogás, hay otros relevantes. Por lo que respecta a la primera, la disponibilidad de viento. Y en cuanto a la segunda, la proximidad de las explotaciones ganaderas que deben abastecer de deyecciones y residuos para generar el biogás sin costes de transporte excesivos. Cabe remarcar, en este último caso, el doble beneficio ambiental que genera la producción de biogás, en la medida en que para producir energía emplean un residuo altamente contaminante y especialmente conflictivo en muchas comarcas de especialización ganadera.
El viento es el recurso más focalizado y esto provoca que más de la mitad -55%- de los aerogeneradores instalados se concentren en cuatro comarcas: Baix Ebre, Terra Alta, Anoia y Garrigues. Una concentración superior a la de la fotovoltaica, donde las primeras cuatro comarcas representan el 49% de instalaciones fotovoltaicas autorizadas, cuya progresión aumenta mucho más rápidamente que las de aerogeneradores, mucho más conflictivos socialmente.
El 55% de los aerogeneradores instalados se concentren en cuatro comarcas: Baix Ebre, Terra Alta, Anoia y Garrigues
Igualmente, las instalaciones de autoconsumo fotovoltaico han crecido en Catalunya muy significativamente, sobre todo a partir de 2019 a consecuencia de un marco normativo más favorable. Barcelona, Sant Cugat, Terrassa, Lleida y Rubí lideran la potencia de autoconsumo instalada. Cabe remarcar que los usos domésticos de este autoconsumo no llegan a la mitad del total y que la industria y los servicios se llevan una cuarta parte cada uno.
Así que después de una larga temporada de práctica paralización en proyectos de energías renovables a causa de una normativa adversa que pretendía proteger, aún más, los intereses de las grandes compañías energéticas tradicionales, y de una indecisión del gobierno catalán de turno sobre cómo afrontar el problema en medio de frecuentes protestas populares, podemos decir que empezamos a ir bien. Sin embargo, el retraso acumulado y la dependencia energética de Catalunya de unas centrales nucleares con fecha de caducidad próxima -entre 2030 y 2035- hace que haya que acelerar mucho más los ritmos de implantaciones conseguidos hasta ahora.
Para 2050, sin emisiones por generar energía
De hecho, la Prospectiva Energètica de Catalunya Horitzó 2050 (PROENCAT) elaborada por el ICAEN y presentado hace unos meses, establece un objetivo que considera verosímil: alcanzar una dependencia exterior en términos energéticos de sólo el 7,9% para 2050, cuando ahora esta dependencia asciende al 93,8%. Un salto muy ambicioso que debe ser posible con el ahorro energético –del que hablaremos otro día– y las energías renovables.
PROENCAT se plantea que para 2050 podamos alcanzar la neutralidad climática -en emisiones de CO2- en la producción de energía a partir del abandono del modelo energético fósil-nuclear y alcanzar la soberanía energética de acuerdo con el uso de energías renovables para la generación de electricidad. Esto pretende conseguirlo a la vez que minimiza su impacto en el territorio y apodera a ciudadanos y empresas para no depender de los oligopolios energéticos y de la coyuntura geoestratégica internacional. Todo ello, con una economía próspera, moderna, competitiva y circular. Unos objetivos tan encomiables y necesarios como ambiciosos y difíciles.
Una carrera de obstáculos para llegar a tiempo
Sin embargo, los cuellos de botella son numerosos y diversos y es necesario actuar en todos ellos a la vez. Ya hemos hablado de la incidencia de una u otra normativa en el autoconsumo. Sobre la fiscalidad verde se pasa siempre de puntillas -nunca es el momento adecuado para hablar de fiscalidad, si no es para prometer bajarla-. Las eventuales medidas que en momentos de crisis pueden ralentizar esta transición: desde rebajar tasas e impuestos a las gasolinas hasta alargar la vida de las centrales nucleares o volver a reabrir las de carbón, como en Alemania y otros países del centro de Europa. Por no hablar de la complejidad técnica y de gestión del ahorro energético, sobre todo en ámbitos como la edificación.
Las empresas públicas de energía
Es en este contexto que los gobiernos de distintos países europeos -todos los nórdicos más Austria, Suiza y Francia- tienen una empresa pública de energía. Hay casos como el de Francia, en el que la empresa pública es titular de las centrales nucleares del país, para quienes constituyen una estrategia de estado desde la época De Gaulle. Noruega tiene el petróleo del Mar del Norte, que financia un fondo soberano de primera magnitud mundial y, al mismo tiempo, es donde los vehículos eléctricos tienen la mayor cuota de penetración del mundo. Entonces, ¿qué sentido tiene disponer de una empresa energética pública en el contexto de los compromisos europeos por la descarbonización y la independencia energética? ¿Qué sentido tiene para países de tanta tradición liberal -como Suiza- o de mayor tradición socialdemócrata, pero ahora dirigidos mayoritariamente por gobiernos conservadores, como los nórdicos y Austria? Y más cuando el otro gran líder en la generación de energías renovables, Alemania, no dispone de ese instrumento público.
En autoconsumo es en lo que vamos mejor
Decíamos antes que las instalaciones para el autoconsumo han despegado desde 2019. Que municipios como Matadepera o Corbera de Llobregat sean los que tienen más potencia instalada de este tipo por 1000 habitantes deriva del predominio de viviendas individuales, donde el tejado propio hace mucho más fácil poner placas. Ahora, las propias empresas que se han lanzado a captar esta demanda potencial -incluso, sin que el usuario deba realizar ningún desembolso directo-, argumentan que no quieren entrar en el mercado de las viviendas plurifamiliares. Y es que, pese a la simplificación de la normativa y de las mayorías para aceptar una instalación de este tipo, las empresas eléctricas emergentes consideran que son demasiados dolores de cabeza e incertidumbres para llegar a levantar una operación efectiva. Y que ya tienen trabajo suficiente con las instalaciones unifamiliares.
En las azoteas que algunos querían llenar de huertos caseros, ahora resulta complicado y poco rentable poner placas fotovoltaicas
Evidentemente, la disponibilidad de techo por unidad familiar es mucho menor en una vivienda plurifamiliar que en una que viva una familia sola. En las azoteas que algunos querían llenar de huertos caseros, ahora resulta complicado y poco rentable poner placas fotovoltaicas. Una de las alternativas que hace pocos meses se logró arrancar desde el gobierno es disponer de una planta -sea a ras de suelo o en algún tejado, pérgola de aparcamiento o similar- que a no más de dos kilómetros de distancia pueda proveer de electricidad renovable a quien lo desee, empezando por una comunidad de vecinos. Sería un ejemplo de comunidad energética en régimen de cooperativa de consumo. En el continuo urbano de Barcelona quizás esto no solucionará muchas cosas, pero en los municipios de tamaño medio puede constituir una alternativa para todo tipo de viviendas o servicios que no dispongan de superficie propia, en azotea o tejado, prou àmplia.
Sin embargo, todo ello comporta un nivel de complejidad que difícilmente abordará ninguna comunidad de vecinos. Y mientras no haya operadores privados que lo impulsen, seguro que será útil la intermediación de una empresa pública o participada por el sector público que lo promueva. De forma similar, la promoción de huertos solares promovidos por pequeños ayuntamientos u otras entidades sin ánimo de lucro, seguramente necesitarán un apoyo -sobre todo técnico- que una empresa pública podría realizar. El abanico de promoción, intermediación y gestión es muy amplio. Y esta se prevé que sea una de las principales tareas de la empresa de energía pública en Catalunya, la Energètica.
Més Barcelona
Antes de la puesta en marcha de la Energètica, sin embargo, en la ciudad de Barcelona, durante el mandato anterior, una iniciativa pionera ha intentado abrir una brecha para fomentar el autoconsumo y el ahorro energético en edificios residenciales y de servicios. El planteamiento es similar al que hacen algunas empresas con las viviendas unifamiliares. Una empresa homologada y participada en un 30% por parte del Ayuntamiento gestiona la implantación, por ejemplo, de placas solares. En el caso de una vivienda plurifamiliar, puede dedicarse la energía generada a los servicios comunes -ascensor, alumbrado- o puede ampliarse si hay espacio suficiente para hacer un excedente que se distribuirá entre los vecinos que quieran participar. Con la reciente reforma del Código Civil catalán, ya no hace falta unanimidad, sino mayoría de vecinos para ceder estas azoteas, tejados o espacios comunes, para la generación de energía. Con el ahorro conseguido, se financia la inversión a cinco, diez o veinte años -en función del alcance de la instalación y del número de participantes- y se genera ya un ahorro para la comunidad y los vecinos desde el primer momento.
Los proyectos más avanzados corresponden a Mercabarna y a la UNED
El proyecto MésBarcelona es, entonces, un mecanismo financiero para estimular a operadores privados a entrar en este mercado incipiente de la energía descentralizada en la ciudad de Barcelona. Sin embargo, los proyectos más avanzados corresponden a Mercabarna y a la UNED, aunque también hay varias comunidades de vecinos en curso. Es curioso cómo las empresas energéticas -las grandes y las pequeñas- no han querido participar y lo han hecho industriales del sector -de placas solares y de materiales de construcción- y financieras. En cualquier caso, una iniciativa que debería consolidarse para ampliar los operadores de la energía renovable descentralizada y por acelerar las implantaciones en un medio urbano de alta densidad como Barcelona.
La Energètica catalana
En Cataluña hace pocos meses el gobierno puso en marcha la Energètica. Daba cumplimiento a uno de los acuerdos de investidura más razonables con la CUP. Los propósitos iniciales son tanto modestos como necesarios y realistas: promover la generación de instalaciones renovables –básicamente fotovoltaicas- en el parque de edificios de la Generalitat, desde los edificios administrativos a las escuelas o los hospitales. Y ayudar e impulsar donde sea necesario el ambicioso objetivo de crear plantas renovables descentralizadas con una eventual participación accionarial de la población local que desee invertir en ellas. También se propone incidir en otro mercado a acelerar, el de los puntos de recarga para vehículos eléctricos. Y, cuando proceda, en la acumulación de energía eléctrica. Todos son mercados incipientes que hace falta estimular.
La disponibilidad de energía hidroeléctrica es el común denominador de los países nórdicos y alpinos
Por último, la Energètica se hará cargo de todos los saltos de agua que generan energía eléctrica a medida que finalice el período de concesión. La disponibilidad de energía hidroeléctrica, la energía renovable más antigua y todavía en nuestro país la más importante, es el común denominador de los países nórdicos y alpinos que comentábamos antes y que disponen de empresas públicas de energía sin emisiones de CO2.
Esperamos que pronto podamos ver los primeros resultados de la actividad de la Energètica.
La apuesta por las renovables de proximidad
La generación de energía renovable de forma descentralizada es una apuesta que va mucho más allá de la generación de energía. Significa apostar por pequeñas unidades productivas cercanas a los centros de consumo, con el ahorro en costes de transporte, incluida la elevada pérdida energética que generan -más de un 6% en el sistema eléctrico estadounidense-. También comporta disminuir el impacto ambiental y la inversión requerida en las líneas de alta tensión. Evidentemente, un sistema descentralizado de producción energética facilita la incorporación de nuevos operadores al sistema de generación eléctrica y puede significar una eventual pérdida de cuota de mercado y de dominio del mismo por parte de los oligopolios energéticos tradicionales. No es nada seguro, sin embargo, que esta apuesta por la energía renovable de proximidad sea suficiente para alcanzar los ambiciosos objetivos de autosuficiencia energética y de eliminación de emisiones. Todo apunta a que lo requeriremos todo. También grandes capitales, empezando por los de los oligopolios energéticos, para implantar parques eólicos -quizás mayoritariamente marinos- y grandes instalaciones en zonas escasamente pobladas, como el desierto de los Monegros, que nos proveerán de energía fotovoltaica a través de nuevas y grandes redes de distribución. Para el bien de la gran mayoría, sería preferible que la opción de la energía renovable de proximidad fuera la más importante.