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Está garantizado el autoabastecimiento alimentario?

Francesc Reguant alerta que "Catalunya tiene un grado de autoabastecimiento agrícola bajo, entre el 40% y el 50%"

Labradores cosechando en unos campos de Gavà. | ACN
Labradores cosechando en unos campos de Gavà. | ACN
Francesc Reguant | VIA Empresa
Economista, experto en estrategias de la agroalimentación
Barcelona
25 de Marzo de 2020

Estos días hemos visto escenas de acaparamiento masivo a las tiendas de comida frente a un hipotético riesgo de desabastecimiento. A su vez, hemos oído hablar de cierre de fronteras, algunas reales, otros posibles. Son imágenes que no tienen precedentes en nuestra casa desde la posguerra. Desde entonces, nunca nos habíamos planteado la posibilidad que no tuviéramos suficientes alimentos en la tienda. Aun así, el coronavirus ha trastocado repentinamente nuestro confort y ha evidenciado nuestras fragilidades, sobre todo en cuanto a la salud pero también en relación al abastecimiento de un producto esencial cómo son los alimentos. En este sentido, desde el sector agroalimentario se ha ido reclamando una reflexión estratégica sobre las mejores opciones para garantizar el imprescindible abastecimiento alimentario y sobre la necesidad de reforzar el grado de autoabastecimiento. Es decir, sobre la importancia de incrementar la capacidad para obtener los alimentos que precisamos con los propios recursos de la agricultura, pastos, bosques y pesca. El sobrevenido escenario de crisis da nueva actualidad a este objetivo estratégico.

 

"El coronavirus ha trastocado repentinamente nuestro confort y ha evidenciado nuestras fragilidades, sobre todo en cuanto a la salud y al abastecimiento de los alimentos"

Catalunya cuenta con un grado de autoabastecimiento agrícola bajo (de entre el 40% y el 50%). Las características físicas de Catalunya, con una orografía muy complicada (el 50,5% del territorio tiene más de un 20% de pendiente) y una parte de su territorio semiárido, la definen como una agricultura en dificultad. Pero, precisamente, estas debilidades han obligado a afinar el ingenio.

Actualmente nuestro país, a pesar de la dificultad, cuenta con una balanza de comercio exterior agroalimentario equilibrada a partir del valor añadido que aporta su industria de transformación. Parecen datos contradictorios pero no lo son. Compramos fuera (Brasil, EEUU, Argentina, Francia, Ucrania...) unos alimentos para el ganado por los que nosotros no disponemos de agua para producirlos y vendemos productos que hemos producido aquí con mucho más valor añadido. Hoy, la agroalimentació catalana es el primer sector productivo de Catalunya y uno de los principales clústeres agroalimentarios de Europa. Es el tercer sector exportador, con datos sorpresivos de crecimiento y penetración en los mercados globales, sin duda, el mejor indicador de competitividad. Durante la grave crisis económica, el rol anticíclic ode este sector, que en ningún momento redujo su producción (mientras otros sectores sufrían severos retrocesos), fue el puntal más sólido de la recuperación económica. Es un sistema alimentario basado en parte en los potenciales propios de regadío pero también y sobre todo en la ganadería intensiva y la transformación carnia. Es un modelo, pero, muy dependiente del mercado global debido al abastecimiento de alimentos por el ganado, dependencia que un entorno internacional complicado le podría provocar desabastecimiento de primeras materias. 

 

Esta reflexión sobre el abastecimiento alimentario, también coge fuerza en un momento en que un conjunto de vectores de alcance global están modificando severamente el escenario e impactan directamente sobre el modelo productivo establecido. Se abren grandes desafíos para hacer frente a las tensiones en el ámbito medioambiental (cambio climático, biodiversidad etc) energía, agua y abastecimiento alimentario. Se trata de retos globales que han propiciado un reforzamiento de la coordinación a nivel mundial con hitos tan destacables como los acuerdos de Paris contra el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 de las Naciones Unidas. En este contexto, la FAO insiste en la necesidad de incrementar la producción de alimentos si bien de manera sostenible ("intensificación sostenible" es su lema). Y la misma Unión Europea está reorientando la producción agraria verso formas más sostenibles sin perder de vista la suficiencia de abastecimiento alimentario. En este compromiso de sostenibilidad y abastecimiento está plenamente implicado el conjunto del sector agroalimentario catalán. Y, concretándolo en estos días, su aportación está siendo especialmente decisiva para conseguir que -más allá de la salud- el confinamiento no acontezca un problema inabarcable.

Aun así, las preocupaciones por el nuevo escenario del siglo XXI ha tenido una particular lectura en algunos ámbitos influyentes de base urbana en Catalunya. Desde esta mirada urbana se postula un mundo idealizado que criminaliza a menudo la agricultura moderna, la que aporta más del 90% de la producción, una agricultura que, por cierto, sigue escrupulosamente las líneas legislativas marcadas por la Unión Europea. Desde esta visión estética y a la vez utópica se dirigen embates contra los pilares de nuestro autoabastecimiento alimentario: regadío, integración, intensivo, etc., incluso instituciones esenciales como Mercabarna o empresas alimentarias clave son palabras prohibidas para este imaginario, es decir, aquellas que nos permiten producir alimentos suficientes, sostener la población en el territorio y distribuir los alimentos de manera eficiente. La agricultura ecológica tiene que tener un papel creciente en la agroalimentación catalana pero no es la única opción posible ni es hoy una opción globalmente generalizable. Tampoco se puede basar nuestro abastecimiento alimentario sólo en pequeñas explotaciones. Producir y llevar los alimentos a nuestra mesa es una función especialmente compleja, la sociedad tendría que hacer un esfuerzo para conocerla y valorarla. En cualquier caso, los labradores y las empresas alimentarias siguen trabajando a pesar del confinamiento. Aun así, durante estos días de crisis y acaparamiento de alimentos, pocas voces se han oído de agradecimiento a quienes realmente hacen posible que se pueda seguir comiendo cada día. Mucha gente todavía sigue pensando que los alimentos salen de la nevera.

"Los labradores y las empresas alimentarias siguen trabajando a pesar del confinamiento... Pocas voces se han oído de agradecimiento y mucha gente todavía sigue pensando que los alimentos salen de la nevera"

 

Los desafíos del siglo XXI requieren responsabilidad y una visión holística con la mirada puesta en el largo plazo. Países desarrollados pero con dificultad para una agricultura competitiva han entendido el valor estratégico de disponer de un grado relevante de autoabastecimiento alimentario. Así Suiza, Noruega, Islandia, Japón y Corea del Sur, todos ellos con dificultad por una agricultura competitiva, son los cinco países de la OCDE que aportan más recursos para su agricultura. Incluso, Suiza realizó no hace demasiados años un referéndum sobre si se tenían que destinar recursos a esta finalidad, el resultado del cual fue positivo. Qué habríamos contestado en Catalunya?

Un país que cree en si mismo tiene que dar valor y potenciar sus propias energías en si de una visión estratégica. De lo contrario, desde una visión a corto plazo, siempre pensando en las próximas elecciones, no se construye el futuro de ningún país. Las utopías son bonitas, perfectas y fáciles de vender. La realidad siempre es más compleja, imperfecta y a menudo de mal vender. Pero los caminos del futuro tienen que pisar por la realidad sin esperar que otras resuelvan mágicamente nuestros problemas. Sin embargo, siempre podremos dar la culpa a los labradores.