En julio del 2020, el Banco Central Europeo se embarcó en una pronunciada senda alcista de los tipos de interés. Hoy pueden llegar nueve subidas y después una décima. La decisión, sin embargo, ha generado más dudas que en periodos anteriores. No hay indicios claros de la resolución que tomará el Consejo de Gobierno. Hoy podría producirse un alto al fuego sobre el aumento de tipos, pero no hay consenso al respecto.
La última decisión la tomó el BCE en julio. En aquella comparecencia, Christine Lagarde explicó claramente que las próximas decisiones en materia de política monetaria estarían determinadas por los datos actuales. El comportamiento de los precios y el crecimiento en la Eurozona son las variables que dirigen las líneas del banco central. La organización que preside Lagarde pretende mantener la inflación cerca del 2%. Sin embargo, hace tiempo que dejó este suelo y, aunque se ha desacelerado un poco este año, no está controlando la inflación.
Dispersión de la inflación
Depende de los datos, por lo tanto, el banco central y los datos son válidos para cualquier decisión. Por un lado, la tendencia a la baja de la inflación ha perdido fuerza. Las previsiones publicadas por la Comisión Europea a principios de esta semana sitúan la inflación en el 5,6% en el 2023 para la eurozona. Esta previsión ha incitado a los miembros del BCE a endurecer la política monetaria. La propia Lagarde también defendió firmemente la necesidad de controlar los precios en sus declaraciones en Jackson Hole (EE.UU.) el 25 de agosto. Ordenó la implementación de "tasas suficientemente estrictas que acerquen la inflación al 2%".
La política monetaria es la misma para todos los países de la eurozona, aunque los datos de inflación sean completamente diferentes
Sin embargo, la inflación no se está adaptando de la misma manera en la eurozona, lo que podría complicar la decisión del BCE. La política monetaria es la misma para todos los países de la eurozona, aunque los datos de inflación sean completamente diferentes. Y eso es exactamente lo que muestran los datos: la dispersión de la inflación. Así, mientras Estonia tiene una inflación del 25,16%, la de España es del 2,6%, la más baja. La diferencia, por tanto, es evidente, de más de 22 puntos.
Aunque ha habido diferencias de precios entre los estados europeos, nunca han alcanzado este nivel. El desequilibrio tiene un componente claro: la energía. La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la dependencia energética de los países del Este y del Báltico y ha penalizado significativamente los precios de los combustibles. La excepción ibérica que España y Portugal acordaron con Europa ha permitido a los dos estados controlar el precio de la electricidad, y esto tiene un claro reflejo en los datos de inflación. El precio de los alimentos es la segunda variable que explica la dispersión de la inflación dentro de la Eurozona, pero con menos poder que la energía. En el caso de Alemania, principal economía de la eurozona, la inflación se sitúa en el 6,1%.
El crecimiento, motivo de preocupación
Aunque el control de precios es el principal objetivo del Banco Central Europeo, también apunta al crecimiento económico de la Eurozona, y los datos no son buenos. En las previsiones dadas esta semana, Bruselas ha confirmado la desaceleración de la economía de la eurozona: ha reducido el crecimiento del PIB al 0,8%, un 0,3% menos que las estimaciones realizadas antes del verano. Para el año que viene, en cambio, Bruselas espera un impulso, aunque pequeño, y se espera que el PIB aumente un 1,3%. Como en el caso de la inflación, la cifra varía significativamente de un estado a otro, pero en menor medida.
En cuanto a los principales estados, España crecerá un 2,2%, Francia un 1% e Italia un 0,9%. Alemania tendrá el peor desempeño en el 2023, con una contracción de su PIB del 0,4%. La recesión alemana tendrá un impacto notable en la economía de la eurozona. Aunque eso explica el deterioro de las previsiones, hay otra variable que Bruselas ha destacado: el hundimiento del consumo. Las altas tasas de interés han debilitado la demanda, lo que ha afectado la salud de la economía.
En las previsiones dadas esta semana, Bruselas ha confirmado la desaceleración de la economía de la eurozona
Hay indicios de que la desaceleración del crecimiento económico afectará la decisión del BCE y, por tanto, mantendrá los tipos de interés en su nivel actual.
Cuidado con los mercados
A medida que se acerca la reunión de Frankfurt, los mercados han comenzado a moverse en un intento de anticipar la decisión que pueda tomar el BCE. Así, el Euribor a un año aumentó este martes hasta el 4,112%. El indicador de referencia para el cálculo de los préstamos hipotecarios ha seguido una senda ascendente en septiembre. Luego de que el promedio de agosto cerrara en 4,076%, habiendo caído un poco después de los aumentos de los meses anteriores, comenzó a subir nuevamente en septiembre. En cuanto al tipo de cambio, después de que el euro subiera durante julio, perdió todas sus ganancias en agosto, y esta tendencia continuó en septiembre. Las previsiones del BCE, por un lado, en las subidas de tipos y, por otro lado, el aumento de las materias primas, han debilitado al euro.