16
de Febrero
de
2017
Act.
16
de Febrero
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2017
"Los apartamentos turísticos sufren un estigma que me recuerda el de los judíos". Así de contundente se muestra Ezequiel Salzberg, que representa un buen número de los propietarios y gestores de edificios de uso turístico de Barcelona a través de la asociación catalana Prohut. Salzberg denuncia que "se ha atribuido injustamente todos los males de la ciudad a los pisos turísticos: la presión sobre el espacio público, la precariedad laboral o el incremento de los precios de los alquileres".
Actualmente Barcelona dispone de más 9.600 viviendas de uso turísticos (HUT) y ronda las 40.000 camas. El año pasado el Ayuntamiento de la ciudad intensificó la guerra contra los pisos turísticos ilegales y dijo adiós a 615 pisos ilegales, muchos de ellos anunciados a plataformas como Airbnb o Tripadvisor.
En este sentido, el número de viajeros que visitan la ciudad a través de Airbnb no para de crecer. Según ha informado este jueves el director general de marketing de Airbnb al Estado español, Arnaldo Muñoz, 1,24 millones de personas se han alojado en Barcelona el 2016 utilizando los servicios de la plataforma, cifra que representa un 40% respecto del año anterior.
Turistas vs. residentes
Ante esta nueva realidad, el sector turístico de la capital catalana ha ido subiendo el tono en los últimos meses ante la ofensiva del gobierno municipal en contra de los alquileres ilegales, así como por el endurecimiento de la regulación en algunos barrios, que prevé el decrecimiento del número de apartamentos turísticos al distrito de Ciutat Vella y a gran parte del Ensanche, Gràcia y Santo Martí.
Varios representantes del sector presionan las Administraciones, a veces con victimismo, pero también con propuestas que pueden solucionar la convivencia entre turistas y residentes, tal como se ha evidenciado a la mesa redonda Fu-Turismo. La Sostenibilidad de los alquileres turísticos en destinos urbanos, celebrada este miércoles en Barcelona.
Contra los vecinos ruidosos
Una de estas propuestas es la de Roomonitor, una empresa que instala unos monitores en los apartamentos turísticos que mide la actividad sonora y controlan los decibelios. "Cuando hay un ruido que genera una molestia, los sensores envían una llamada al propietario o al gestor del edificio", resume Ignacio Suárez, fundador y consejero delegado de la compañía catalana que salió al mercado el verano del 2016. Según Suárez, la medida permite que el problema vecinal quede resuelto en cuestión de minutos.
"Cada uno de los apartamentos que disponen de Roomonitors registra un incidente cada dos meses", asegura el fundador de Roomonitor. Unos conflictos que, según Salzburgo se resuelven situando todos los pisos turísticos en el mismo edificio: "El sector ahora está muy atomizado, pero la concentración contribuiría a minimizar el impacto".
Una industria sostenible
Por su parte, el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (Apartur), Enrique Alcántara, ha declarado que este negocio es capaz de generar los mejores puestos de trabajo del sector turístico –la mayoría son autónomos– y ha cargado de nuevo contra la Administración: "Somos unos 5.000 o 6.000 propietarios, no dos grandes fondos de inversión, y en cambio pagamos más impuestos que un hotel de cuatro estrellas".
Alcántara ha destacado que, "a pesar de que hay que profundizar en la sostenibilidad también en el ámbito energético, el sector de los alquileres turísticos es una industria limpia; no se tienen que construir edificios, simplemente tenemos camas libres que podemos usar".
Todos los asistentes al encuentro coinciden al definir Barcelona como 'el Silicon Valley del sector de los alquileres turísticos'. La ciudad ha acogido 8,3 millones de visitantes el 2016 y ha registrado más de 17,6 millones de reservas. El sector calcula que genera unos 650 millones de euros anuales de beneficio. A la vez, los principales actores destacan que Barcelona está sirviendo de modelo para otras ciudades del mundo en materia turística.
Actualmente Barcelona dispone de más 9.600 viviendas de uso turísticos (HUT) y ronda las 40.000 camas. El año pasado el Ayuntamiento de la ciudad intensificó la guerra contra los pisos turísticos ilegales y dijo adiós a 615 pisos ilegales, muchos de ellos anunciados a plataformas como Airbnb o Tripadvisor.
En este sentido, el número de viajeros que visitan la ciudad a través de Airbnb no para de crecer. Según ha informado este jueves el director general de marketing de Airbnb al Estado español, Arnaldo Muñoz, 1,24 millones de personas se han alojado en Barcelona el 2016 utilizando los servicios de la plataforma, cifra que representa un 40% respecto del año anterior.
Turistas vs. residentes
Ante esta nueva realidad, el sector turístico de la capital catalana ha ido subiendo el tono en los últimos meses ante la ofensiva del gobierno municipal en contra de los alquileres ilegales, así como por el endurecimiento de la regulación en algunos barrios, que prevé el decrecimiento del número de apartamentos turísticos al distrito de Ciutat Vella y a gran parte del Ensanche, Gràcia y Santo Martí.
Varios representantes del sector presionan las Administraciones, a veces con victimismo, pero también con propuestas que pueden solucionar la convivencia entre turistas y residentes, tal como se ha evidenciado a la mesa redonda Fu-Turismo. La Sostenibilidad de los alquileres turísticos en destinos urbanos, celebrada este miércoles en Barcelona.
Contra los vecinos ruidosos
Una de estas propuestas es la de Roomonitor, una empresa que instala unos monitores en los apartamentos turísticos que mide la actividad sonora y controlan los decibelios. "Cuando hay un ruido que genera una molestia, los sensores envían una llamada al propietario o al gestor del edificio", resume Ignacio Suárez, fundador y consejero delegado de la compañía catalana que salió al mercado el verano del 2016. Según Suárez, la medida permite que el problema vecinal quede resuelto en cuestión de minutos.
"Cada uno de los apartamentos que disponen de Roomonitors registra un incidente cada dos meses", asegura el fundador de Roomonitor. Unos conflictos que, según Salzburgo se resuelven situando todos los pisos turísticos en el mismo edificio: "El sector ahora está muy atomizado, pero la concentración contribuiría a minimizar el impacto".
Una industria sostenible
Por su parte, el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (Apartur), Enrique Alcántara, ha declarado que este negocio es capaz de generar los mejores puestos de trabajo del sector turístico –la mayoría son autónomos– y ha cargado de nuevo contra la Administración: "Somos unos 5.000 o 6.000 propietarios, no dos grandes fondos de inversión, y en cambio pagamos más impuestos que un hotel de cuatro estrellas".
Alcántara ha destacado que, "a pesar de que hay que profundizar en la sostenibilidad también en el ámbito energético, el sector de los alquileres turísticos es una industria limpia; no se tienen que construir edificios, simplemente tenemos camas libres que podemos usar".
Todos los asistentes al encuentro coinciden al definir Barcelona como 'el Silicon Valley del sector de los alquileres turísticos'. La ciudad ha acogido 8,3 millones de visitantes el 2016 y ha registrado más de 17,6 millones de reservas. El sector calcula que genera unos 650 millones de euros anuales de beneficio. A la vez, los principales actores destacan que Barcelona está sirviendo de modelo para otras ciudades del mundo en materia turística.