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El Ayuntamiento de Barcelona quiere limitar el número de cruceristas

Un informe de externalidades alerta de la contaminación y la masificación turística que provocan los pasajeros de los cruceros

El crucero Costa Luminosa, atracado en el Port de Barcelona | Lluís Sibils
El crucero Costa Luminosa, atracado en el Port de Barcelona | Lluís Sibils
Redacción VIA Empresa
Barcelona
15 de Julio de 2022

El consistorio ha elaborado un primer Informe de Externalidades del tráfico de barcos en el Port de Barcelona, ​​y la teniente de alcaldía, Janet Sanz, ha valorado que "el actual ritmo de crecimiento es insostenible" y hay que "poner fin a la barra libre de los cruceros”, porque suponen un "turismo extractivista que expulsa a los vecinos de los barrios y vulnera el derecho a la vivienda".

El de Barcelona es el primer puerto de cruceros del Mediterráneo y, desde 2015, el número de pasajeros ha ido aumentando a ritmo de un 7% anual de media, hasta que en 2019 se alcanzó un máximo histórico de 3,1 millones de cruceristas. La actividad de cruceros se concentra básicamente de abril a octubre, unos meses en los que se pueden llegar a concentrar unos 400.000 cruceristas mensuales. El número de cruceros es similar en los últimos años, pero el número de cruceristas crece porque cada vez los barcos son mayores.

Sanz: "El problema es de cantidad, no de calidad"

Además, a partir de la crisis sanitaria, los cruceros que realizan una estancia de pocas horas en la ciudad son predominantes, con un 62,8% del total en 2021. Sin una regulación y limitación, los datos de evolución indican un crecimiento estimado que podría llegar a los 3,5 millones de pasajeros y casi 900 cruceros anuales hacia el año 2030. Hay que tener presente que, actualmente, más de 50 veces al año pueden llegar en un solo día más de 15.000 cruceristas, con picos que pueden llegar a más de 25.000 pasajeros. Estos cruceristas de visita son los que Sanz ha calificado de "parque temático", que generan "efectos problemáticos, aportan poco valor añadido y destruyen el comercio local". Sin embargo, asegura que "el problema es de cantidad, no de calidad".

Un informe de la UB de 2016 decía que la actividad de los cruceros generaba 790 millones de euros anuales de impacto. Los gastos de los pasajeros en tráfico son unos 50 euros diarios, mientras los que inician o terminan el crucero en la capital catalana gastan unos 230 euros diarios de media. Con datos de 2014, el 18,5% de los pasajeros no visitaban Barcelona, ​​el 24% dormían en la ciudad antes o después de embarcar y cerca del 58% sólo la visitaban. El vaivén de cruceros, además, genera unos 9.000 empleos, de los que 6.800 en Barcelona.

Sanz: "No hay cruceros verdes posibles"

Según datos de las propias compañías, los cruceros consumen entre 200 y 300 litros de agua por persona y día. Se generan 340 litros de aguas grises por persona y día y unos 30 litros de aguas negras, el doble que la media de los vecinos de la ciudad. Los pasajeros generan unos 2,4 kilos de residuos por persona y día, también cerca del doble que los barceloneses. Respecto a las emisiones de CO2 o equivalentes, los cruceros son responsables de la emisión de 1,4 millones de toneladas anuales, el 28% de todo el puerto, que contamina tanto como el resto de la ciudad. Los barrios más cercanos al puerto son los que más emisiones reciben. Así, según Sanz, "no hay cruceros verdes posibles" y electrificar la estancia de los barcos no resuelve el problema de la masificación turística.

Recientemente el Ajuntament y el Port han pactado diversas medidas para integrar mejor la actividad portuaria en la ciudad. Se limitan las terminales internacionales de cruceros a un máximo de siete y se agruparán todas en el Moll Adossat. Esto permitirá liberar espacios de los muelles de Drassanes y Barcelona para uso público. El plan urbanístico de la nueva Bocana creará 14.000 metros cuadrados de nuevos espacios para uso público y potenciará usos docentes y tecnológicos vinculados a la náutica. Además, el Port elaborará un programa para reducir las externalidades ambientales del tráfico de cruceros y un plan de gestión sostenible de la movilidad terrestre de los cruceristas.