El Ayuntamiento de Barcelona controlará este verano la densidad de bañistas en las playas de la ciudad mediante cámaras que monitoraran su ocupación en directo. Cada cinco minutos las cámaras enviarán imágenes de la playa a los sistemas de Telefónica que medirán el número de personas que hay por metro cuadrado y si se respetan las distancias de seguridad entre toallas.
La conexión es encriptada punto a punto, el sistema no hace reconocimiento facial ni identifica personas por su firma biométrica y las fotos no se guardan en los servidores de Telefónica, sólo se guardan los parámetros de la imagen que son relevantes para la toma de decisiones de los algoritmos. El sistema aplica técnicas de inteligencia artificial y está basado en una red neuronal. Pero todo esto es anecdótico.
"En base a las decisiones de la red neuronal de Telefónica, las autoridades de Barcelona decidirán si abrir o cerrar el acceso a una playa"
En base a las decisiones de la red neuronal de Telefónica, las autoridades de Barcelona decidirán si abrir o cerrar el acceso a una playa. El responsable municipal del proyecto ha explicado que la información que la red neuronal derive de los datos que le proporcionan las cámaras se complementará con la de informadores humanos situados a las playas. Una vez consolidada estos datos servirán de base para la toma de decisiones.
Este es un caso particular de la ciudad inteligente. La invisible y a la vez omnipresente capa digital que se extiende por encima de la malla urbana se va a la playa este verano. Si nos fijamos bien la ciudad actúa como un gran gestor de recursos que cada vez son más digitales. Los datos que genera nuestra actividad en la ciudad ya no son un producto derivado sino que, cada vez más, es nuestra actividad quién es un producto derivado de los datos. Pongámos por caso el de las playas —si hay bastante distancia y están por debajo el aforo, podemos ir—, o como nuestra actividad ha sido condicionada por los datos en el periodo de confinamiento.
Fijaos la similitud de una ciudad inteligente con un sistema operativo, por ejemplo el de vuestro móvil, que también tiene cámaras y sensores. El sistema operativo no es más que un programa que controla el funcionamiento de un ordenador: se encarga de transferir información de un lado al otro, de comunicarse con los periféricos, de detectar errores, de dar prioridades, de optimizar recursos y de otorgar privilegios de acceso a las aplicaciones. El sistema operativo es quien decide en todo momento qué aplicación puede acceder a la cámara y qué puede acceder al GPS, por ejemplo.
"Es fundamental qué sistema operativo queremos para Barcelona y ya que estamos, para el mundo; qué tipo de gestión de los recursos, de los errores, de los privilegios de acceso, y de la transferencia de información de un grupo a otro"
Y de sistemas operativos hay de mucho tipos: de código abierto, de propietarios, mixtos, de muy seguros, de muy restrictivos o bien hay que tienen agujeros de seguridad por donde entran virus y troyanos a mares. Es fundamental qué sistema operativo queremos para Barcelona —y ya que estamos, para el mundo—; qué tipo de gestión de los recursos, de los errores, de los privilegios de acceso, y de la transferencia de información de un grupo a otro queremos.