¿Del Black Swan al Black Mirror?

Albert Milián analiza la lucha contra el coronavirus a cambio de libertades intangibles

Abrazos en tiempos de coronavirus. | EP
Abrazos en tiempos de coronavirus. | EP
Barcelona
08 de Abril de 2020

Es un hecho más que palpable que la libertad de movimientos se ha visto firmemente coartada con el Estado de Alarma decretado por el Gobierno. Con las medidas que está aprobando el ejecutivo, no tendría sentido que después de combatir la pandemia, la libertad de movimientos de las personas regresara con la frecuencia que hasta ahora habíamos vivido. Al menos por un tiempo.

Pero, así como la restricción en la libertad de movimientos es un hecho tangible, combatir el coronavirus puede conllevar la pérdida de otras “libertades” más intangibles.

"Combatir el coronavirus puede conllevar la pérdida de otras “libertades” más intangibles"

A lo largo de esta pandemia, los distintos gobiernos mundiales están lanzando diferentes apps que permitirán asistirnos en caso de tener los síntomas del covid-19. Estas aplicaciones servirán para descongestionar líneas telefónicas saturadas, así como poder dar soluciones a los potenciales infectados. Hasta aquí todo en orden.

No obstante, los colaterales de este despliegue de apps no son otros que la geolocalización a tiempo real por parte de los usuarios, así como otros datos que puedan derivar. Dicho de otro modo, depende del uso que se les dé a nuestros datos, las autoridades pueden saber en todo momento dónde nos encontramos y con quién estamos.

El pasado 18 de noviembre de 2019, el Instituto Nacional de Estadística (INE), ya inició una campaña de varios días con el fin de recolectar datos de los movimientos que realizamos los ciudadanos. Quisieron conocer (de manera anónima) dónde dormimos, dónde trabajamos y por qué lugares nos movemos durante la jornada. Este estudio habría sido imposible sin la colaboración de los principales operadores de telefonía en España que cedieron todos los datos de posición de nuestros smartphones a excepción del nombre de las personas portadoras del dispositivo. Estudios como este podrían ahora cobrar mucho más sentido.

¿Covid-19, una pérdida de nuestra privacidad/libertad?

Puede ser, sin embargo, no es el factor desencadenante. Esta es una buena ocasión para empezar a tomar una conciencia real de lo que está sucediendo en el mundo con las nuevas tecnologías y asimilar que las empresas telefónicas o tecnológicas como Facebook, Alphabet (Google), Apple o Tinder, lo saben prácticamente todo de ti. No obstante, ¿El Gobierno podría ser el siguiente en esta lista?

Tras los atentados del 11-S, la administración norteamericana inició con Bush (y Obama lo intensificó) una campaña masiva de espionaje telefónico y telemático con el fin de preservar la seguridad nacional y evitar sucesos similares al atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono. De hecho, a raíz de las filtraciones de Eduard Snowden que destaparon el caso, el director del FBI de aquel momento, Robert Mueller, justificó los hechos llegando a declarar que, si el programa de espionaje hubiese tenido lugar antes de los atentados, estos se podrían haber evitado.

Si trasladamos este hecho a la situación que se nos plantea en la actualidad, ¿Podríamos estar hablando de que gracias a ceder nuestros datos al Gobierno sería posible prever y evitar futuras pandemias (o combatir la presente)?

¿Gracias a ceder nuestros datos al Gobierno sería posible prever y evitar futuras pandemias (o combatir la presente)?

A la sociedad se nos presenta un escenario en el que, con el fin de mantener una buena salud colectiva, el coste de oportunidad podría ser nuestra privacidad.

Corea del Sur ha decidido aplicar (voluntariamente) mediante una app la geolocalización y monitoreo de todos sus ciudadanos que resulten infectados por covid-19. Esta app permite realizar la prueba a todos los ciudadanos susceptibles de haber sido contagiados y delimita a cada infectado su área de cuarentena, advirtiendo al usuario si detecta que está a punto de salir de su área de confinamiento (estrictamente prohibido en el país surcoreano para los infectados).

Si los datos que recibimos de Corea del Sur no son falsos, esta intromisión en la privacidad de los ciudadanos (añadido a medidas de gran prevención) podría definirse como un éxito rotundo para aplacar una curva que a el 24 de febrero destacaba por ser la segunda con más contagiados y que a día 5 de abril era la decimoséptima con menos de 10.500 contagiados. El mensaje de Corea del Sur al mundo es implacable: con medidas preventivas, tecnología invasiva y aislamiento de infectados, la economía no se para.

"Puede ser que el “Black Swan” que se ha presentado ante la sociedad acabe siendo controlado -ante la ausencia de vacunas- con un “Black Mirror” en positivo"

Esta tecnología invasiva utilizada por los gobiernos para un bien común puede significar una solución. No obstante, la misma tecnología utilizada por los gobiernos para otros fines conllevaría el fin de una sociedad de libertades. La Stasi hubiese soñado tener una herramienta de este calibre y China ya es pionera en el uso de esta tecnología para su uso de “Ciber-dictadura” combinado con otras tecnologías de Inteligencia Artificial. Este es el dilema tecnológico y este es el coste de oportunidad.

Puede ser que el “Black Swan” que se ha presentado ante la sociedad acabe siendo controlado -ante la ausencia de vacunas- con un “Black Mirror” en positivo. A este virus disruptivo se le combate con la tecnología disruptiva.