22
de Junio
de
2016
Act.
23
de Junio
de
2016
El Reino Unido, una de las economías más importantes del mundo y de la historia, vota sobre el Brexit. El debate sobre la conveniencia de permanecer o marchar de la Unión Europea (UE) es complicado. "Una parte de la sociedad británica cruz que la UE invade competencias y, junto con la inmigración, ponen en peligro su Estado del Bienestar, cuando no es cierto", dice Oscar Mascarilla, doctor en Economía y profesor de la Universitat de Barcelona. Por eso, según el economista "salir de la Unión Europea es un tema de orgullo".
La Unión Europea nació para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial –y para repartirse carbón y acero-. Los británicos entraron en 1973 en un contexto económico desfavorable. Un golpe dentro, los británicos han sido una potencia europea con un pie afuera –liderando pero no- de la Unión. Y este 23 de junio votan si marchar o quedarse. Y en este contexto, las 330 empresas catalanas en el Reino Unido aguantan la respiración.
El coste de ser
El autobús de campaña de los partidarios del leave (marchar) apunta que cada semana los británicos envían a Europa 350 millones de libras. Todos los miembros de la Unión pagan una contribución del 1% de su PIB y reciben dinero de programas que van desde la política agrícola común a las iniciativas de investigación del Horizonte 2020. Y una proporción relativamente pequeña, en torno al 6%, se destina a costes administrativos del funcionamiento de la Unión. Precisamente en algunos sectores de la política inglesa, Bruselas es visto como un gigante burocrático que corta las alas a las potencialidades del Reino Unido.
Sin embargo, en 1984 Margaret Tatcher negoció el "cheque británico" porque el Reino Unido pagara menos –por su estructura económica eminentemente industrial y no agrícola-. Según el Eurostat, la aportación actual de Londres a las arcas comunitarias es el 5,8% del total: unos 8.000 millones de libras, una cantidad que no llega al 0,5% del PIB británico. "En el Reino Unido le sale casi de balde ser a la Unión Europea", sentencia Mascarilla.
Además, como el descuento siempre se efectúa a priori, el lema del autobús de campaña favorable al leave es, como mínimo, impreciso: en realidad enviarían 280 millones de libras.
El coste de la salida
Así las cosas, es incierta la situación posterior a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y en caso de que la economía seresintiera, estos 8.000 millones de libras "extras" podrían esfumarse en un santiamén.
El director general del Barcelona Center for International Affairs (Cidob), Jordi Bacaria, señaló en un encuentro sobre el Brexit al Colegio de Economistas que el tesoro británico preveía un descenso del PIB del Reino Unido que oscilaría entre el 3% y el 9,5%, en el supuesto de que la salida se confirmara. En este sentido, El Institute for Fiscal Studies apunta que el Reino Unido tendrá que hacer frente a 10.000 millones de libras de gasto público si marcha de la Unión, volatilitzant los beneficios de marchar.
Bacaria apuntó, así mismo, que esta salida tendría un coste de unos 5.400 euros por familia y que todos los escenarios futuros son negativos en términos porcentuales, según otro informe de la consultora Price Waterhouse Cooper (PwC).
Una balanza comercial descompensada
Durante los tres primeros meses del año, el déficit comercial del Reino Unido con la Unión Europea se ha ensanchado. Las exportaciones hacia la UE han crecido hasta 2.100 millones de libras y las importaciones se han incrementado en 2.700 millones de libras hasta llegar a un récord de 58.600 millones de libras.
Las estadísticas de la Office for National Statistics muestran que Europa se está convirtiendo gradualmente en un destino menos importante por las compañías británicas. El año 2000, el 60% de las exportaciones fueron a parar en otros países de la UE, pero el porcentaje cayó el 2005 hasta el 58%, el 54% el 2010 y hasta un 47% el año pasado.
El año 2015 las empresas catalanas exportaron en el Reino Unido por valor de 4.084 millones de euros y Cataluña importó del Reino Unido por valor de casi 2.640 millones de euros, el que representa un 3,5% de las importaciones catalanas. Una relación comercial que el año pasado creció en un 21% y que se tradujo en un saldo positivo de 1.444 millones de euros.
Por su parte, las importaciones desde la Unión se han mantenido constantes: un 54% entre el 2000 y el 2015. Para la UE, pero, el Reino Unido sólo representa un 8% de sus exportaciones, por lo cual el efecto de un descenso de ventas sería más limitado.
El mercado británico es la Commonwealth y el mundo de habla inglesa, pero formar parte de un mercado de 500 millones de consumidores como es la Unión Europea no es poca cosa: "Desde el punto de vista comercial no es tan importante, pero como bien dicen los partidarios del Brexit, seguro que se encontrarían fórmulas para mantener el mercado, como con Noruega o Suiza", dice Mascarilla. A buen seguro que será así, puesto que el Reino Unido es el principal mercado exportador por Alemania desde el 2012.
Una City fuera de Europa
Pero la industria más potente del Reino Unido es, sin duda, la financiera: "Actualmente la plaza financiera más importante de Europa es Londres, dependiendo de los acuerdos que se tomaran, podría acabar perdiendo protagonismo a favor de Frankfurt", avisa Mascarilla.
Catalanes bajo la Union Jack
Actualmente, hay 330 empresas catalanas en el Reino Unido, la mayoría dedicadas al sector industrial, y 440 de británicas operante en Cataluña. "Independientemente del resultado del referéndum, habrá que abrir un periodo de negociaciones", asegura -en declaraciones a la ACN- Núria Betriu, directora general de Industria del Departamento de empresa y Conocimiento y consejera delegada de Acción. Aún así, cree que "la mentalidad flexible" de las empresas catalanas "sabrá adaptarse a cualquier resultado".
Por el exdelegat de la Generalitat en el Reino Unido e Irlanda, Josep Manuel Suàrez, el Brexit "tendría un impacto relativo" para las empresas catalanas instaladas en el Reino Unido, puesto que "muchas de ellas se dirigen al mercado británico" y "otros exportan desde aquí al resto del mundo". En este caso, según Suàrez, "el más significativo sería la devaluación de la libra esterlina" una tendencia que se ha hecho notar desde que se anunció la fecha del referéndum del Brexit. Aún así, la caída de la libra podría hacer disminuir el turismo y las inversiones británicas en Cataluña pero por otro lado "permitiría a las empresas catalanas establecidas en el Reino Unido exportar de forma más trueque", asegura Suàrez.
Una década saliente de la UE
Según Joan Costa-Font, profesor de economía a la London School of Economics (LSE), el Brexit "no sería immeditat sino que podría alargarse unos seis o siete años", periodo durante el cual "se desharían muchos contratos,habría salida de capitales y una inevitable recesión económica". En el mismo sentido se pronuncia Mascarilla cuando dice que "las empresas catalanas, trabajadores o Erasmus que se encuentren en el Reino Unido se tendrá que ver como quedan, porque los acuerdos quedarían interrumpidos, ahora bien, no será automático, la salida será esglaonada y puede durar una década".
Costa-Font va incluso más allá y advierte que "podría haber procesos legales", puesto que "algunas empresas internacionales que habrían invertido en el Reino Unido pensando que formaba parte de la UE" podrían demandar tanto en el Reino Unido como la UE "por haber garantizado un marco legal que no existía". Esto además de "querer salir o desviar su capital a otros países de la UE", añade.
En la misma línea se expresa Anand Menon, profesor en este caso de política europea y asuntos exteriores a King's College de Londres. " habrá un choque inmediato, los mercados entrarán en pánico y caerán las inversiones, al menos hasta que se sepa muy bien como se articulará la salida", explica Menon, pero también abre la puerta a qué lo Brexit pueda representar una economía "más pequeña y más justa" para el Reino Unido. "No sólo se encogería nuestra economía sino también el papel que las grandes entidades financieras tienen sobre nuestra economía, quizás porque algunos bancos decidirían marchar del Reino Unido e instalarse en otros países del Europa continental", explica. "Podríamos encontrarnos con un sistema económico más pequeño y centrado en las manufacturas", continúa Menon, que asegura que "no todo tiene que ver con el PIB, sino también con cómo se distribuye", concluye.
La Unión Europea nació para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial –y para repartirse carbón y acero-. Los británicos entraron en 1973 en un contexto económico desfavorable. Un golpe dentro, los británicos han sido una potencia europea con un pie afuera –liderando pero no- de la Unión. Y este 23 de junio votan si marchar o quedarse. Y en este contexto, las 330 empresas catalanas en el Reino Unido aguantan la respiración.
El coste de ser
El autobús de campaña de los partidarios del leave (marchar) apunta que cada semana los británicos envían a Europa 350 millones de libras. Todos los miembros de la Unión pagan una contribución del 1% de su PIB y reciben dinero de programas que van desde la política agrícola común a las iniciativas de investigación del Horizonte 2020. Y una proporción relativamente pequeña, en torno al 6%, se destina a costes administrativos del funcionamiento de la Unión. Precisamente en algunos sectores de la política inglesa, Bruselas es visto como un gigante burocrático que corta las alas a las potencialidades del Reino Unido.
Font: Comisión Europea Elaboración: Berta Tubau |
Sin embargo, en 1984 Margaret Tatcher negoció el "cheque británico" porque el Reino Unido pagara menos –por su estructura económica eminentemente industrial y no agrícola-. Según el Eurostat, la aportación actual de Londres a las arcas comunitarias es el 5,8% del total: unos 8.000 millones de libras, una cantidad que no llega al 0,5% del PIB británico. "En el Reino Unido le sale casi de balde ser a la Unión Europea", sentencia Mascarilla.
Además, como el descuento siempre se efectúa a priori, el lema del autobús de campaña favorable al leave es, como mínimo, impreciso: en realidad enviarían 280 millones de libras.
El coste de la salida
Así las cosas, es incierta la situación posterior a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y en caso de que la economía seresintiera, estos 8.000 millones de libras "extras" podrían esfumarse en un santiamén.
El director general del Barcelona Center for International Affairs (Cidob), Jordi Bacaria, señaló en un encuentro sobre el Brexit al Colegio de Economistas que el tesoro británico preveía un descenso del PIB del Reino Unido que oscilaría entre el 3% y el 9,5%, en el supuesto de que la salida se confirmara. En este sentido, El Institute for Fiscal Studies apunta que el Reino Unido tendrá que hacer frente a 10.000 millones de libras de gasto público si marcha de la Unión, volatilitzant los beneficios de marchar.
Bacaria apuntó, así mismo, que esta salida tendría un coste de unos 5.400 euros por familia y que todos los escenarios futuros son negativos en términos porcentuales, según otro informe de la consultora Price Waterhouse Cooper (PwC).
Una balanza comercial descompensada
Durante los tres primeros meses del año, el déficit comercial del Reino Unido con la Unión Europea se ha ensanchado. Las exportaciones hacia la UE han crecido hasta 2.100 millones de libras y las importaciones se han incrementado en 2.700 millones de libras hasta llegar a un récord de 58.600 millones de libras.
Las estadísticas de la Office for National Statistics muestran que Europa se está convirtiendo gradualmente en un destino menos importante por las compañías británicas. El año 2000, el 60% de las exportaciones fueron a parar en otros países de la UE, pero el porcentaje cayó el 2005 hasta el 58%, el 54% el 2010 y hasta un 47% el año pasado.
El año 2015 las empresas catalanas exportaron en el Reino Unido por valor de 4.084 millones de euros y Cataluña importó del Reino Unido por valor de casi 2.640 millones de euros, el que representa un 3,5% de las importaciones catalanas. Una relación comercial que el año pasado creció en un 21% y que se tradujo en un saldo positivo de 1.444 millones de euros.
Por su parte, las importaciones desde la Unión se han mantenido constantes: un 54% entre el 2000 y el 2015. Para la UE, pero, el Reino Unido sólo representa un 8% de sus exportaciones, por lo cual el efecto de un descenso de ventas sería más limitado.
El mercado británico es la Commonwealth y el mundo de habla inglesa, pero formar parte de un mercado de 500 millones de consumidores como es la Unión Europea no es poca cosa: "Desde el punto de vista comercial no es tan importante, pero como bien dicen los partidarios del Brexit, seguro que se encontrarían fórmulas para mantener el mercado, como con Noruega o Suiza", dice Mascarilla. A buen seguro que será así, puesto que el Reino Unido es el principal mercado exportador por Alemania desde el 2012.
Una City fuera de Europa
Pero la industria más potente del Reino Unido es, sin duda, la financiera: "Actualmente la plaza financiera más importante de Europa es Londres, dependiendo de los acuerdos que se tomaran, podría acabar perdiendo protagonismo a favor de Frankfurt", avisa Mascarilla.
Catalanes bajo la Union Jack
Actualmente, hay 330 empresas catalanas en el Reino Unido, la mayoría dedicadas al sector industrial, y 440 de británicas operante en Cataluña. "Independientemente del resultado del referéndum, habrá que abrir un periodo de negociaciones", asegura -en declaraciones a la ACN- Núria Betriu, directora general de Industria del Departamento de empresa y Conocimiento y consejera delegada de Acción. Aún así, cree que "la mentalidad flexible" de las empresas catalanas "sabrá adaptarse a cualquier resultado".
Por el exdelegat de la Generalitat en el Reino Unido e Irlanda, Josep Manuel Suàrez, el Brexit "tendría un impacto relativo" para las empresas catalanas instaladas en el Reino Unido, puesto que "muchas de ellas se dirigen al mercado británico" y "otros exportan desde aquí al resto del mundo". En este caso, según Suàrez, "el más significativo sería la devaluación de la libra esterlina" una tendencia que se ha hecho notar desde que se anunció la fecha del referéndum del Brexit. Aún así, la caída de la libra podría hacer disminuir el turismo y las inversiones británicas en Cataluña pero por otro lado "permitiría a las empresas catalanas establecidas en el Reino Unido exportar de forma más trueque", asegura Suàrez.
Una década saliente de la UE
Según Joan Costa-Font, profesor de economía a la London School of Economics (LSE), el Brexit "no sería immeditat sino que podría alargarse unos seis o siete años", periodo durante el cual "se desharían muchos contratos,habría salida de capitales y una inevitable recesión económica". En el mismo sentido se pronuncia Mascarilla cuando dice que "las empresas catalanas, trabajadores o Erasmus que se encuentren en el Reino Unido se tendrá que ver como quedan, porque los acuerdos quedarían interrumpidos, ahora bien, no será automático, la salida será esglaonada y puede durar una década".
Costa-Font va incluso más allá y advierte que "podría haber procesos legales", puesto que "algunas empresas internacionales que habrían invertido en el Reino Unido pensando que formaba parte de la UE" podrían demandar tanto en el Reino Unido como la UE "por haber garantizado un marco legal que no existía". Esto además de "querer salir o desviar su capital a otros países de la UE", añade.
En la misma línea se expresa Anand Menon, profesor en este caso de política europea y asuntos exteriores a King's College de Londres. " habrá un choque inmediato, los mercados entrarán en pánico y caerán las inversiones, al menos hasta que se sepa muy bien como se articulará la salida", explica Menon, pero también abre la puerta a qué lo Brexit pueda representar una economía "más pequeña y más justa" para el Reino Unido. "No sólo se encogería nuestra economía sino también el papel que las grandes entidades financieras tienen sobre nuestra economía, quizás porque algunos bancos decidirían marchar del Reino Unido e instalarse en otros países del Europa continental", explica. "Podríamos encontrarnos con un sistema económico más pequeño y centrado en las manufacturas", continúa Menon, que asegura que "no todo tiene que ver con el PIB, sino también con cómo se distribuye", concluye.