
El nuevo Trump 2.0 ya se siente al otro lado del Atlántico. Hace tambalear las relaciones transatlánticas como nunca, con un impacto en el ámbito económico e internacional difícil aún de determinar. Y la Unión Europea ya ha comenzado a ver qué puede esperar de esta nueva administración: más caos, más aranceles, y más dificultad para tejer una relación de confianza.
Los cuatro años de tranquilidad de la administración Biden y la Unión Europea ya quedan enterrados. Comienza una nueva era. El anuncio de la aplicación de aranceles al acero y al aluminio del 25% a todos los países del mundo, entre ellos la Unión Europea, era uno de los movimientos esperados en Bruselas, porque Donald Trump ya los aplicó en 2018. Entonces introdujo aranceles por valor de 6.400 millones de euros, la UE respondió también con nuevas medidas equivalentes a 2.800 millones de euros y que después amplió. Entre los productos afectados, la mantequilla de cacahuete, las motos Harley-Davidson y los pantalones Levi's. El objetivo de Bruselas fue imponer aranceles en productos que se producen sobre todo en estados republicanos, para que así presionaran al presidente de los Estados Unidos. También es la estrategia que se estudia esta vez.
Trump hace tambalear las relaciones transatlánticas como nunca, con un impacto en el ámbito económico e internacional difícil aún de determinar
En 2018, a la Unión Europea le sorprendieron las medidas arancelarias, como la traición de un amigo de toda la vida que un día decide dejar de serlo. Trump insistió en que estaba abierto a dejar los aranceles a cambio de que la Unión se replanteara sus demandas, pero Bruselas se negó. “La Unión Europea no negocia así”, dijo entonces la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström.
Esos aranceles se aplicaron durante casi tres años. En 2021, con la recién estrenada presidencia de Biden, y con la felicidad poco contenida de los líderes de las instituciones europeas que proclamaron que “los Estados Unidos, por fin, estaban de vuelta”, los aranceles se congelaron. La tregua acababa justo en marzo de 2025.
A diferencia de hace siete años, Bruselas ya no se cierra a negociar, aunque la forma en que actúa el norteamericano se percibe entre algunos analistas y fuentes europeas como “un chantaje”. Trump en menos de un mes está trastocando todas las normas, a golpe de decreto diario, porque el statu quo, a él, no le sirve. Rompe puentes y Bruselas está inquieta, aunque se prepara con planes de contingencia desde antes de las elecciones. La Comisión Europea ha advertido que responderá a Washington “con firmeza”, y denuncia que la imposición de aranceles no son más que “impuestos”. Así y todo, el escenario con el que se trabaja en el próximo mes será negociar. El equipo de Comercio de la Comisión Europea ya está en contacto con la administración Trump para intentar llegar a un acuerdo, probablemente con más compras de gas natural licuado (GNL, por sus siglas en español). Una opción que Agathe Demarais, analista del think tank del European Council of Foreign Relations (ECFR) considera como “poco realista”. La otra opción es aumentar las compras de armamento y material de defensa, en un momento en que la Unión Europea y la OTAN tienen en mente un aumento significativo del gasto del sector. Bruselas confía en que la relación económica y comercial interconectada que mantienen ambos bloques (y que representan el 40% del comercio mundial) podrá convencer a Trump de que una guerra arancelaria hará mucho daño a todos, muy especialmente a la clase media a la que el magnate asegura representar.
Pero el anuncio de gravar las importaciones de acero y aluminio no era suficiente, Trump también ha avanzado que impondrá aranceles “recíprocos” a todos los países y socios comerciales. “Es el paso equivocado”, ha rechazado la Unión Europea. “Ante los aranceles injustificados, la respuesta de la UE quedará sin respuesta”, ha asegurado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

¿Qué significan estos aranceles? A falta de concreción, la Unión Europea teme, sobre todo, que la nueva medida sea imponer un gravamen al sector automovilístico (en la UE se impone normalmente del 10% frente al 2,5% desde los Estados Unidos) o a los productos farmacéuticos (aunque no se aplican aranceles de acuerdo con la OMC). Pero Trump considera el IVA también como un arancel, aunque no lo sea. Y aquí es donde más daño puede hacer a la Unión Europea.
“La Unión Europea es una de las economías más abiertas del mundo, con más de un 70% de las importaciones con cero aranceles. Por eso la UE es uno de los socios con el mayor número de acuerdos comerciales del mundo. La UE ha negociado y concluido tres veces más acuerdos comerciales que los Estados Unidos”, ha subrayado la Comisión Europea en un comunicado.
Las nuevas amenazas de Trump llegan en el peor momento para el bloque. La economía no acaba de arrancar y Alemania, hasta no hace mucho la locomotora de la eurozona, ahora es un animal herido en recesión. La Unión Europea entra ahora en una nueva etapa de cambios inéditos. El Trump de 2017 no es el de 2025. Ni el mundo de entonces tampoco es el actual.
La economía no acaba de arrancar y Alemania, hasta no hace mucho la locomotora de la eurozona, ahora es un animal herido en recesión
La UE ha estado rodeada de crisis en los últimos 15 años. No ha habido tregua. Desde la crisis económica y de deuda soberana, los rescates a diferentes países europeos, el Brexit, la pandemia o la guerra en Ucrania. Ahora con Trump, suma otra más. Y tendrá que saber navegar entre la incertidumbre y el caos si no quiere ser engullida.