• Economía
  • Los grandes del café: el estimulante preferido de los catalanes

Los grandes del café: el estimulante preferido de los catalanes

¿Quién domina la segunda mercancía más comercializada del mundo, después del petróleo?

El café es el estimulante preferido de los catalanes. | iStock
El café es el estimulante preferido de los catalanes. | iStock
Barcelona
30 de Diciembre de 2021

Es probable que los comerciantes italianos que empezaron a abrir establecimientos en Barcelona donde se servía café, hacia el final del siglo XVIII, no imaginaran que doscientos cincuenta años más tarde aquella semilla habría arraigado tan fuerte, que la expresión "hacer un café" significaría mucho más que consumir la mencionada bebida excitante. Porque "hacer un café" quiere decir citarse con alguien o también "hablemos" o, simplemente, "tengo ganas de verte". El país tiene cafeterías en cada esquina, y está claro, también hay familias que se dedican a la producción de café a partir de la materia primera importada, y son estos negocios donde hoy ponerme la lupa.

Tanto el aroma inmediato como los efectos estimulantes posteriores de la trimetilxantina han cautivado en medio mundo desde hace más de dos siglos, de tal manera que el café (ya sea de Asia, África o Iberoamérica) se ha convertido, si hacemos caso del que aseguran algunas fuentes, en la segunda mercancía más comercializada del mundo, después del petróleo. Los líderes mundiales en producción de café, con mucha diferencia, son los brasileños, y detrás de ellos Vietnam. Los otros productores a la élite planetaria son Indonesia, Colombia, Honduras, Etiopía, Perú, India, Guatemala y Uganda.

También en el terreno de las empresas que venden café hay un líder destacadísimo por encima de los otros, como es el caso de la multinacional suiza Nestlé, que factura más del doble que el número dos en el ranking, la compañía con sede en Países Bajos Jacobs Douwe Egberts. Detrás hay otras multinacionales muy conocidas como Unilever, Lavazza y Starbucks.

Pero lo que nos hemos propuesto de analizar es el mercado catalán, donde nos fijaremos en una decena de firmas. Sin duda, Bracafé es una marca muy conocida en el país porque aparecieron hace mucho tiempo, en veinte, y porque han tenido siempre cafeterías emblemáticas, como la que hasta hace poco existió junto a la sede histórica de Radio Barcelona. Desgraciadamente, esta cafetería desapareció hace poco por imperativos de la reforma del edificio de Catalana Occidente (Casa Pascual Pons), que necesitaba el espacio para abrir la nueva entrada al parking sótano. La compañía Bracafé, creada en 1929 para importar café del Brasil, ha sido desde el primer momento en manos de la familia Erausquin (ya van por la sexta generación) y en la actualidad, antes de la pandemia, facturaba más de millón y medio de euros.

Por encima en el ranking de ventas encontramos una familia histórica de este mundo, los Marcilla, que a pesar de vender su compañía más conocida ya hace muchos años, han continuado en el negocio, ahora bajo la enseña Dibar. En efecto, Marcilla fue vendida a partir de 1981 a la multinacional neerlandesa Douwe Egberts (que en aquellos momentos pertenecía al gigante mundial Sara Lee). En pocos años se cerró la compraventa completa por un valor aproximado de 1.000 millones de pesetas (unos 6 millones de euros), pero al cabo de una década los Marcilla ya volvían a dedicarse al mundo cafetero, como decíamos, a través de la marca Dibar, que pertenece a la firma Agrícola Marcilla, S.L. Por cierto, en 2011 la multinacional Sara Lee escindió el negocio del café de sus actividades principales, creando una nueva sociedad llamada Douwe Egberts Master Blenders 1753, que tres años más tarde se fusionaría con Mondelez para acontecer uno de los líderes mundiales del sector bajo el nombre de Jacobs Douwe Egberts. Allí dentro continúa la enseña de origen catalán Marcilla. Por su parte, Agrícola Marcilla había conseguido una facturación de 5 millones de euros antes de la pandemia.

Los sabadellencos de Pont son los líderes de este grupo de fabricantes de clase media, gracias a su facturación

Si subimos un peldaño más, nos encontramos con Cafés Buey (Industrias Cafetales Hispanoamericanas), sociedad fundada en 1957 para satisfacer las necesidades del canal Horeca (hostelería, restauración y cafeterías) y que pertenece a la familia Gotor. Las ventas pre-pandemia se habían ensartado hasta los cinco millones y medio. En niveles de facturación muy similares, pero un poco superiores, hay la firma Balnes Europe, del empresario judío argentino Jonathan David Lemcovich y Cafés Cornellà, de la familia homónima y establecidos en Girona. En este paquete, entre los cinco millones y medio y los seis de facturación también encontramos a Unic, de la familia Codina. La marca es el anagrama de Unión de Indústrias del Café, un nombre rebuscat que permitía poner una marca en catalán (Unic) en pleno franquismo. También tienen cafeterías propias bajo la marca Caracas. Los sabadellencos de Pont son los líderes de este grupo de fabricantes de clase media, gracias a su facturación de seis millones de euros (siempre cifras anteriores a la pandemia).

En tierra de nadie, en cuanto a ventas, está Saula, que con sus 9,4 millones queda mucho por encima de este grupo que acabamos de ver, pero también situado a gran distancia de los dos grandes del mercado catalán. Esta firma de Sant Feliu de Llobregat pertenece a la familia Saula y está muy enfocada al producto de alta calidad.

Y los dos campeones locales, Cafés Novel (19,5 millones de euros de ventas) y Tupinamba (22,1 millones). El primero de ellos, con sede en Vilafranca, tiene una historia realmente curiosa. Su primera ejecutiva, Dolores Novel, no tenía previsto hacerse cargo de la empresa familiar, entonces de mucha menor dimensión que en la actualidad, pero un cambio a la legislación la obligó a modificar el rumbo de su vida. El caso es que la vocación natural de Dolores Novel eran las finanzas y por eso su voluntad era conseguir una plaza de Agente de Cambio y Bolsa, una de las oposiciones más complicadas que han existido en tiempos recientes, y que a la vez abría a las puertas a una de las plazas más lucrativas de la administración pública.

Para encarrilar sus estudios en aquella dirección tomó la decisión de estudiar Ciencias Actuariales, una especialidad minoritaria y poco conocida de los estudios de Economía, que forma sus alumnos en las matemáticas y la estadística del mundo económico, además de ofrecer un contenidos en mercados financieros muy sólidos. Pero en un giro de guion imprevisto, la Ley 24/1988, del mercado de valores, extinguió la plaza de Agente de Cambio y Bolsa para liberalizar los mercados bursátiles, y la sustituyó por las Agencias y Sociedades de Valores, con unos capitales sociales mínimos inasumibles para un particular. Ante este imponderable, Novel desgarró la hoja de ruta y miró hacia casa: decidió integrarse en la empresa familiar. No se puede saber como le hubiera ido en el mundo de la bolsa, pero lo que queda bastante claro es que gestionando la empresa cafetera ha tenido un gran éxito, porque la ha conseguido colocar casi arriba de todo del ranking catalán (solo la supera Tupinamba) y muy cerca del top 10 estatal.

Dos siglos y medio después de la apertura de los primeros establecimientos para el consumo público de café, esta bebida estimulante continúa muy presente en la vida de los catalanes

La enseña Tupinamba no solo es de las más grandes en el ámbito estatal (tiene unas ventas de 22,1 millones), sino que además es de las más veteranas, porque nació en 1897. Detrás de un logotipo tan conocido hay la familia Riera Segarra, muy vinculados al país, y con una gran factoría en Canet de Mar (Maresme). Por cierto, la denominación Tupinamba (originalmente, Tupinambá) hace referencia a una serie de pueblos indígenas del Brasil.

En este repaso de marcas quizás alguien echa de menos algunas de emblemáticas, pero la realidad es que las que no salen es porque desgraciadamente han dejado de estar en manos catalanas. Un caso muy conocido es el de Soley, que en 1984 fue vendida a Jacobs Suchard, Más tarde, esta compañía fue adquirida por la tabaquera Philip Morris (1990), para acabar adentro de Douwe Egberts, de quien ya hemos hablado y que es quien hoy en día comercializa la marca Soley. También dejó de ser catalana Torrelsa, que en 1999 fue vendida al grupo portugués JMV, y Rovi, en manos de la gallega Cafento.

Dos siglos y medio después de la apertura de los primeros establecimientos para el consumo público de café, esta bebida estimulante continúa muy presente en la vida de los catalanes, que a menudo la usan para poner en marcha la jornada laboral, con la pequeña excepción de los hipertensos, que lo tienen que tratar con cierta cura.