¿Ponerse de lado de los empresarios o beneficiar la salud de la ciudadanía? ¿Tener luz todo el año por la mañana o levantarse durante tres meses por la noche? ¿Cambiar la hora o mantenerla? Esta es la cuestión. A finales de 2018, Bruselas daba a entender que esta sería la última vez que la ciudadanía europea cambiaría el reloj y que siempre nos quedaríamos con el horario de verano. El debate abierto por la Unión Europea sobre la materia parecía muy vivo, pero ahora han optado por la prudencia y han decidido retrasar hasta 2021 la fecha en que se mantendrá la hora y en que se abrirá el turno de discusión entre los estados miembro para decidir con qué huso horario se quedan. El Estado, de su lado, prefiere no mojarse en el tema y posponer también su decisión a de aquí dos años: mientras que los expertos sostienen que por motivos de salud es preferible mantener el horario de invierno, la ciudadanía prefiere quedarse con el de verano, pero también los empresarios eligen esta opción para ir sincronizados con las empresas extranjeras. Y esta es una decisión complicada.
La controversia tiene su origen en el hecho de que Alemania quiere mantener el horario de verano, pero los cronobiólogos y los médicos del sueño dicen que durante todo el año tenemos que tener el horario de invierno porque así tendremos luz del día todo el año a primera hora de la mañana. El impulsor de la Reforma Horaria, Fabian Mohedano, lo justifica bajo el argumento que "el cerebro se mueve por la luz del sol y tenemos más ganas de unas cosas en función del que segrega". Y continúa: "La melatonina, que es lo que segregamos para ir a dormir, está vinculada directamente a la luz del día que recibimos a la primera hora de la mañana". Si dejamos de cambiar el reloj y mantenemos el horario de verano, "durante tres meses será por la noche a las 9.30 horas de la mañana".
Precisamente por eso, Mohedano pide que el presidente español coja las riendas del juego y convoque una cumbre en Madrid "para liderar la solución" junto con Francia, Bélgica, Luxemburgo y Portugal y, además, si se quieren añadir Marruecos y Argelia ya sería una jugada redonda. El problema, pero, es convencer todo el mundo que el ideal es quedarnos con el horario de invierno. "Desde 1942, todos estos países están en el horario alemán, que no es el que los toca", apunta Mohedano, al mismo tiempo que insiste que "para España, horario de verano es como el horario de invierno para los de Moscú porque es estar todo el año en un horario que no es el habitual".
¿Todos a la hora?
Francia, sin embargo, ya ha dicho la suya: más del 80% de su ciudadanía prefiere acabar con el cambio horario y, de estos, un 59% opta por mantener el horario de verano. Un horario de verano que, como recuerda Mohedano, "no es el que tocaría porque nuestro horario de verano ya es el de invierno".
Por mucho que cueste de entender, o por muy extraño que suene, cuando hagamos el cambio de hora en verano, vamos dos horas por delante de lo que nos tocaría. En 1940, Franco tiró por el derecho y cambió el huso horario a GMT+1 para sincronizarse con la Alemana nazi por motivos bélicos. Aun así, a menudo sentimos que si movemos las agujas del reloj dos veces al año es para lograr un ahorro energético, cosa que Mohedano considera prácticamente un mito porque, según pone encima la mesa, este ahorro representa "dos euros por persona al año".
En cambio, adoptar para siempre jamás el horario de verano tendrá sus consecuencias. Y es que no ver la luz del día cuando te levantas por la mañana, "dificulta los ánimos y el sueño de las personas". Pero, ¿cuántas veces hemos escuchado la ya típica queja de salir del trabajo por la noche? Una queja que, según el impulsor de la Reforma Horaria no tiene sentido porque, pone de relevo, "las depresiones no vienen por no ver la luz de la tarde, sino por no verla por la mañana".
El último baile de agujas
El quid de la cuestión no sólo está en el deseo de la ciudadanía de tener más horas de luz para socializar y alargar los días, sino también en los empresarios, que no quieren tener una hora diferente a las compañías extranjeras. "El Gobierno tendría que tomar una decisión", insiste Mohedano, que añade que si de momento no lo están haciendo es "porque la CEOE y compañía pueden tener un miedo terrible a ir diferentes a las otras empresas".
En 2021, los países de la Unión Europea acabarán con el cambio de hora con un último baile de agujas
Esto también influye en la decisión final porque uno de los motivos que justifican la poca madurez del debate es justamente porque la Comisión Europea no acaba de ver claro que cada Estado miembro pueda funcionar en un huso horario diferente, sobre todo porque podría influenciar en el funcionamiento del mercado único. La fecha, pero, está fijada y en 2021 será el último año en que cambiaremos la hora. Aquellos países que se quieran mantener en el horario de verano, moverán las agujas de sus relojes por última vez en marzo de de aquí dos años, mientras los que prefieran quedarse con el de invierno tendrán que esperar en octubre de aquel mismo año. Con 401 votos a favor, 192 en contra y 51 abstenciones, el Parlamento Europeo ha dejado la fecha grabada en un documento aprobado la última semana de marzo: sí o sí, las agujas de los países de la Unión Europea celebrarán su último baile en 2021.
El verdadero debate empieza ahora: ¿con qué horario nos quedaremos? De momento, lo que es seguro es que este fin de semana la hora vuelve a cambiar: una vez más, la noche de sábado a domingo dormiremos una hora menos porque a las dos de la madrugada pasarán a ser las tres. Y también que, en palabras de Mohedano, "durante una semana, a la gente le costará levantarse por la mañana y, por lo tanto, es unjet lag social que provoca malestar, sobre todo en niños pequeños y personas mayores".