El año de la recuperación ha ido encadenando un titular de crecimiento económico tras otro: aumentos de dos dígitos del PIB, descensos del paro, un sector inmobiliario disparado, una reactivación turística y un récord de exportaciones industriales. ¿Pero toda esta mejora de los datos económicos tiene algún efecto positivo en el bienestar de los ciudadanos? Hay otros indicadores -más allá del PIB y de las cifras más conocidas- que dan una visión más amplia: analizan cómo es este crecimiento. La Cambrade Comerç de Barcelona los denomina "indicadores de progreso y bienestar (IPB)" y los ha reunido en un informe que ha presentado este martes en la Casa Llotja de Mar. Proponen sustituir el PIB por los IPB.
"La mejor política económica es contar con un Estado propio", ha resumido la presidenta del ente, Mònica Roca. "Defendemos un modelo económico que genere riqueza, que se transforme en calidad y no en cantidad", ha añadido. Tiene que ser una riqueza, según Roca, que "se reparta de manera justa y nos lleve un crecimiento sostenido, sostenible y resiliente, que potencie el talento; un modelo económico que se base en el conocimiento". Entre estos indicadores, que para el organismo analizan la calidad por encima de la cantidad, está el gasto público en educación y en I+D, el consumo público per cápita, la emisión de gases contaminantes o la tasa de paro juvenil.
El estudio de la Cambra compara estas y otras cifras de los últimos 20 años referentes a Catalunya con las de los cinco principales países fundadores de la Unión Europea (que denominan UE-5 y que incluyen Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos y Bélgica). "Algunos gráficos resultan incómodos de cosas que no hemos sabido mejorar desde hace 20 años", ha indicado Lluís Juncà, director general de Innovació i Emprenedoria de la Generalitat, después de presenciar la exposición del informe. Juncà ha participado en el acto de presentación de la Cambra en sustitución del conseller de Empresa i Treball, Roger Torrent, que ha cancelado su asistencia a última hora, coincidiendo con la organización de la mesa de diálogo entre los gobiernos de Catalunya y España prevista para este miércoles.
Joan Ramon Rovira (Cambra): "Si para crecer aumentamos la desigualdad, tenemos un problema; si el crecimiento no es sostenible, también"
"Esto de 'si el PIB va bien, la economía va bien', se ha acabado", ha añadido Juncà. "Sin nuevos indicadores no podemos saber cómo hacer una nueva estrategia; nos faltan ingredientes para trazar una nueva estrategia", ha dicho. Ahora, las herramientas ya están. El jefe de estudios de la Cambra de Barcelona, Joan Ramon Rovira, ha sido el encargado de explicar los resultados del estudio. Lo primero que se ha analizado es el nivel de progreso económico, en el que sí se ha tenido en cuenta el PIB per cápita: "Entre el año 2000 y 2019, estamos donde estábamos"; es decir, la diferencia con los principales países europeos es la misma que hace dos décadas. Aún así, sí se observa "un cierto progreso económico en términos absolutos", puesto que, de media, el PIB por habitante ha aumentado un 0,8% en Catalunya.
"Si Catalunya fuera una empresa..."
Pero Rovira vuelve a lo mismo: "Si para crecer aumentamos la desigualdad, tenemos un problema; si el crecimiento no es sostenible, también". Así pues, ha introducido indicadores que evalúan el progreso social. El gasto público en educación, por ejemplo, se redujo un 30% en Catalunya entre 2008 y 2014, y "la distancia con la UE-5 es elevada y creciente". Un indicador que sí ha ido mejorando en los últimos 20 años es el de población activa con baja calificación: cada vez hay menos y la divergencia con los cinco países europeos analizados se ha reducido notablemente -de 20,3 a 12,8 puntos-.
En cuanto al progreso tecnológico, el gasto en I+D, tanto público como privado no ha experimentado mucho crecimiento; de hecho, comparado con el año 2010, las cifras han empeorado. Las empresas invertían un 1% del PIB hace 11 años en innovación, mientras que en 2019 -antes del impacto por la pandemia- lo hacían un 0,9%. La tendencia de la administración pública y las universidades es la misma: del 0,7% del PIB en 2010 al 0,6% en 2019.
Guayente Sanmartín (HP): "Si Catalunya fuera una empresa, lo primero que tendríamos que hacer sería marcar un propósito"
El acto de la Cambra también ha contado con la presencia y aportaciones de la alta directiva de HP Guayente Sanmartín, el activista y expolítico David Fernández y la miembro del CSIC Ada Ferrer. La primera ha llevado la situación económica del territorio a su campo: "Si Catalunya fuera una empresa, lo primero que tendríamos que hacer sería marcar un propósito", ha indicado. Sanmartín ha enumerado también el segundo y tercer pasos: "El segundo son las personas y nos tenemos que plantear qué hacemos para las personas, si estamos invirtiendo en una educación innovadora, por ejemplo. El tercero es atraer capital; Catalunya tiene un ecosistema de startups muy bueno, ¿pero podríamos hacer algo para que crezca más?".
Una vez analizado el progreso, ha sido el turno del bienestar. Para empezar, Rovira ha destacado que la esperanza de vida en Catalunya es superior a la de la UE-5: 82,2 años respecto a 81,8. Pero no es por el gasto en salud, puesto que la inversión per cápita en el territorio es un 40% inferior a la media que presentan los cinco países con que se compara. David Fernández ha intervenido en este punto y ha coincidido con la presidenta de la Cambra en qué una de las cosas que ha puesto de manifiesto la pandemia es la necesidad de contar con un sistema de salud pública fuerte. El activista ha asegurado que "uno de los aspectos más vergonzosos de la crisis sanitaria ha sido nuestra gente mayor; tenemos que reforzar el sistema de asistencia y salud mental".
¿Es sostenible este modelo económico?
La tercera pata del informe de la Cambra ha sido la sostenibilidad. La conclusión no es positiva. La producción eléctrica proveniente de fuentes renovables es baja: "Catalunya se encuentra a la cola de la transición", ha alertado Rovira. Mientras que el porcentaje del total es del 32,2% en la UE-5, en Catalunya es del 19,6%. Pero si se analiza la producción eléctrica con fuentes contaminantes, el principado se encuentra por debajo de los cinco países de la UE estudiados: un 24,4% para Catalunya ante el 37,4% europeo. Aún así, Rovira ha afirmado que esta situación se da por un peso superior de la energía nuclear.
En la emisión de gases contaminantes, la tendencia fue positiva para Catalunya entre 2005 y 2014, con una reducción desde las 8,4 toneladas de CO2 per cápita a las 5,8. Desde entonces, sin embargo, está estancada: ahora se encuentra en 5,3. En la UE-5, la tasa actual es de 8,5 toneladas de CO2 per cápita, pero la bajada, en cambio, ha sido sostenida desde las 11,4 toneladas de 2005.
David Fernández: "Un crecimiento del PIB y un decrecimiento de la capacidad adquisitiva y de las condiciones del trabajo es una combinación terrible"
Catalunya suspende en igualdad. Según el estudio IPB de la Cambra, el grado de desigualdad es superior a la UE-5 y, además, va muy ligado a la tasa de paro; por lo tanto, es cíclico. La falta de equidad es generacional, pero también de género. "Tenemos una juventud desanimada y con una tasa de paro muy alta", ha avisado Ada Ferrer. El desempleo entre los jóvenes fue del 34% en 2020 en Catalunya, mientras que en Francia, Italia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos, fue del 17,4%. A pesar de que la desigualdad entre hombres y mujeres es evidente, Catalunya se encuentra por encima de la media de la UE-5 en empleo femenino e inferior en brecha salarial, que se ha reducido del 17,9% en 2006 al 13,1% hace dos años.
Así pues, la principal conclusión es que el crecimiento económico catalán se basa más en la cantidad que en la calidad. "El progreso económico no se traduce en bienestar efectivo", ha sentenciado Rovira. Fernández está de acuerdo: "Tenemos muchas dificultades estructurales: un crecimiento del PIB y un decrecimiento de la capacidad adquisitiva y de las condiciones del trabajo es una combinación terrible". ¿Qué hay que hacer para equilibrar cantidad y calidad? La receta es incierta y la Cambra deja un interrogante abierto: ¿ayudarán a revertir la tendencia los fondos Next Generation?