Muy bienintencionado (y buena idea) conseller Jaume Giró para intentar obligar a poner 443 cajeros automáticos en los municipios sin oficina. Estará bien que en Gisclareny (Berguedà), y otros pequeños pueblos, sus vecinos y pixapins turistas, puedan utilizar el cajero para hacer lo que crean oportuno. Pero, ¿no creéis que sería mejor destinar el dinero que cuesta comprar estos trastos (alrededor de 6.000 euros) más el transporte, instalación (a menudo con obra civil) a otros aspectos? Aparte del mantenimiento, los seguros, el suministro eléctrico e ir a llenar periódicamente el furgón blindado.
¿Estamos hablando de utilizar unos 500 millones de pesetas (más de 3 millones de euros) para esto? Cuando existe una solución humana y sencilla, aplicando el sentido común, como por ejemplo los sistemas que ya funcionan. Por ejemplo, la familia Font, de Bon Preu ya ofrece (gratis) y con máxima simpatía de su personal de caja, que permite poder hacer retiradas de efectivo del Banc Sabadell, de la Caixa d'Enginyers y la del N-26 neo-banco (fintech) que tiene un de sus primeros centros mundiales en Barcelona y están garantizados por el Banco Central Alemán Bundesbank, en lugar de la garantía del Banco de España.
Sinceramente, creo que estaría bien emprar los tres millones que costaría poner máquinas para la población sénior sin banco a otros ámbitos. Dedicando el 10% (300.000 euros) para ayudar a recuperar tiendas en pequeños pueblos y tres millones, en forma de préstamos a interés cero (a volver en tres años), para consolidar tiendas: las actuales y las nuevas. Que además de poder ahorrar dinero (porque si por ley los bancos tienen que hacer gasto alguien u otro lo pagará, puesto que no son ONG). Se podrá ayudar, además, a la creación (o consolidación) de nuevos puestos de trabajo (pagando: proveedores, servicios e impuestos). Y con un "golpe de mano extra" poder instalar hornos (mejor de leña que no eléctricos) para producir pan caliente cada día (hecho en el pueblo, cómo los de antes, o precocinados hechos just in time).
Eso sí que sería dar vida y servicio con la caja abierta al funcionamiento de las tiendas de cada municipio. Atendidos con amabilidad, sonreír y simpatía que caracteriza a los catalanes, en lugar de pulsar teclas y códigos. De nada, señor Giró.
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