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Cataluña, condenada a tener empresas pequeñas?

El economista Ivan Aguilar analiza la que bautiza como "incapacidad crónica para crecer en base de productividad" de la economía catalana

Según el economista, durante los ciclos de expansión la productividad no aumenta significativamente
Según el economista, durante los ciclos de expansión la productividad no aumenta significativamente
Ivan Aguilar
08 de Noviembre de 2016
Act. 16 de Enero de 2017
Uno de los temas estrella por los macroeconomistes es la productividad de la economía. Tenemos varios métodos de cálculo pero fundamentalmente empleamos dos. El primero, vía ofrecida, empleamos una función de producción Cobb-Douglas para medir la productividad del trabajo- a partir del número total de horas trabajadas- y del capital -a partir del stock total invertido a la economía. El segundo, vía demanda, medimos productividad a través de las variables de demanda y PIB. La medida principal de la productividad de la economía la medimos con el que se conoce como PTF: la Productividad Total de los Factores, que es la diferencia entre la tasa de variación del PIB y la tasa de variación ponderada de capital y trabajo. Así, la PTF es una señal sobre las economías de escalera o, alternativamente, el tercer factor de producción: tecnología e innovación.

El año 1990 Cataluña tenía una ventaja comparativa con España y el resto de Europa (UE-15) en términos de productividad de PIB por empleado (Vivas 2009). A pesar de esta pequeña ventaja, la fuerte desindustrialización del periodo 1988-1993 no pudo ser evitada y esta ventaja desapareció durante la década de los 90. La crisis bancaria de 1992 significó el pistoletazo de salida hacia el estancamiento de la productividad catalana que, llegados a 1997 y, gracias a la repatriación del capital que huyó a raíz de la crisis bancaria del 92, permitió iniciar el ciclo alcista de crédito, hipotecas y obra civil.

El impacto en términos de productividad fue muy negativo,
puesto que la construcción es un sector mucho menos productivo que una industria poco competitiva como era la catalana de los años ochenta. Qué ha sido el efecto de la burbuja 97-08 en la productividad?



El gráfico nos muestra tres periodos muy diferenciados. El primero es entre 2000 y 2007. El gran crecimiento del PIB real ni va acompañado de la Productividad Total de los Factores (PTF) ni de la productividad del trabajo, ni del capital. El motivo es que todo el crecimiento se produjo en base de horas trabajadas a causa tanto de la burbuja inmobiliaria cómo del aumento demográfico. Esta productividad plana implica que salarios van por encima de la productividad que mengua la competitividad empresarial e impide que la demanda externa haga aportaciones importantes al crecimiento económico.

La eficiencia de las empresas
El segundo va desde el 2008 hasta 2012. Cuando la burbuja estalla no sólo se cortan los flujos crediticios y el PIB empieza a caer, sino que el aumento de la productividad de trabajo y capital es espectacular: las empresas se vuelven, de golpe, mucho más eficientes. Durante los años 2008-2010 vemos caer capital y la Productividad Total de los Factores, pero no así la productividad del trabajo, que empieza a aumentar luego que la economía entra en recesión.

El tercer periodo empieza en 2013. Cuando la economía catalana sale de la recesión, la productividad, tanto capital como trabajo, desaceleran notablemente pero no dejan de crecer. La buena noticia nos la da la PTF, que crece a buen ritmo gracias al proceso de apertura al exterior.

La conclusión es que la economía catalana tiene una productividad contra cíclica: durante los ciclos de expansión la productividad no aumenta significativamente, mientras que durante las recesiones esta sufre aumentos considerables. Este fenómeno es común en todo el Estado español y, además, único a todas las economías avanzadas, como única es la legislación laboral española, la política de infraestructuras y un mercado bancario al por menor dependiente del sector público. Esta incapacidad crónica para crecer en base de productividad provoca que la productividad catalana (y española) sean de las más bajas del continente.

Por qué la productividad es tan baja?
Esta es la pregunta del millón de dólares entre los macroeconomistes de este país. La literatura es ancha y tradicionalmente se ha asumido que el motivo de la baja productividad es el tamaño reducido de las empresas, pero las cosas no son paso tan sencillas. Sabemos con seguridad que tamaño empresarial y productividad van cogidas de la mano y no es sorpresiva, por lo tanto, que tengamos empresas más pequeñas y menos productivas. Ahora bien: son las empresas poco productivas porque son pequeñas o son pequeñas porque son poco productivas?

La literatura ha asumido tradicionalmente como cierta la primera, pero Enrique Moral-Benito (2016), uno de los mejores macroeconomistes españoles, ha hecho un hallazgo importante en un trabajo publicado hace sólo un mes: la causalidad es unidireccional y va desde la baja productividad hacia el tamaño, es decir, la baja productividad nos condena a tener empresas pequeñas. La importancia de esta conclusión es capital, puesto que nos obliga a analizar el motivo por el cual al resto de países tienen empresas mucho más productivas. Hay bastante evidencia que hay dos factores clave para conseguir niveles elevados de productividad: tener sector manufacturer y quehaya poca creación-destrucción de empresas (López-García te al, 2007). En países como los EE.UU., Reino Unido, Alemania u Holanda la aportación de estos dos factores explica gran parte de los aumentos de la productividad.

El efecto de la creación limpia de empresas en España va por la misma línea, y es que las empresas establecidas tienen una ventaja importante. Ahora bien, hay dos elementos importantes: las barreras de entrada y los sunk costes (costes hundidos, inversiones que nunca se recuperan). Las barreras de entrada tienen un impacto muy negativo sobre la productividad de las empresas establecidas, puesto que desincentiven la innovación y la eficiencia.

Por otro lado, aquellas economías intensivas en costes hundidos (infraestructuras y obra civil, básicamente) tienen una aportación negativa a la productividad importante. La característica que diferencia España del resto de economías desarrolladas es la construcción: en este sector las empresas establecidas son muy poco más productivas que las nuevas. Así pues, despaciovemos claro: la construcción y la obra civil son las responsables de la baja productividad.