01
de Marzo
de
2016
Act.
02
de Marzo
de
2016
Las relaciones económicas entre Cataluña y las Baleares vienen de lejos. Durante la guerra de Sucessió, Mallorca era la despensa de Barcelona; 300 años más tarde el Principado y el País Valenciano son el principal cliente de las Islas -que este 1 de marzo celebran su fiesta-, y, a la vez, esta es el destino turístico de muchos catalanes y valencianos.
Por Bartomeu Rosselló, presidente del Círculo Mallorquín de Negocios (CMN), las coincidencias históricas, lingüísticas y sociales hacen que la mentalidad empresarial de Cataluña y las Islas sea muy similar y además hace que "compartimos un mercado natural, de 400 millones de euros de productos que se exportan desde las Islas al resto del Estado, 350 sevan a Cataluña y País Valenciano".
Con el cambio de Gobierno en Palma, parece que las relaciones entre las Baleares y Cataluña se descongelan y caen "barreras artificiales que se habían creado", dice Jaume Garau, economista de la Universitat de les Illes Balears. De hecho las Islas vuelven a formar parte del Instituto Ramon Llull, pero la cultural no tiene que ser la única conexión entre Cataluña y las Islas: "La única relación posible es la cooperación, no tiene ningún sentido que Palma compita con Barcelona para atraer congresos, se podría colaborar en infinidad de áreas empezando por la industria náutica, exportaciones y acabando por el turismo".
Monocultivo turístico
Precisamente Baleares se relaciona, directamente, con turismo. El año pasado 582.118 catalanes visitaron las Islas y Cataluña es la comunidad que más turistas envía a Baleares.
Desde hace décadas las Islas Baleares forman parte de la liga de campeones de la industria turística y en esta región se han forjado multinacionales líderes del negocio turístico como Meliá, Barceló o Iberostar, entre otros.
El monocultivo del turismo es la primera debilidad de la economía de las Islas Baleares por Garau. "Es curioso como la crisis económica ha impulsado el turismo y ha hecho que la economía balear se especialice más en este sector", lamenta el experto y apunta que desde el 2008, en vez de hacer un replanteamiento se ha acentuado y ha repuntat el turismo.
Pero por qué el turismo es un problema? Según Garau por dos motivos: cuando se vive de un recurso natural, la población tiende a no formarse: "Cuando se vive del solo y la playa, es fácil vivir como camarero o limpiador". De hecho, de cada siete puestos de trabajo a las Islas, sólo uno requiere estudios de nivel secundario. Este apalancament, por lo tanto, no incentiva la innovación ni "la economía del conocimiento", dice Garau.
Cifras de récord, presión ambiental
El segundo aspecto negativo es la presión ambiental que comporta el turismo. Para el experto, "este tipo de economía es equiparable a quien vive del petróleo".
Las Islas concentran el 25% de los turistas que visitan el Estado y esta cifra ha crecido con los años de la crisis. Esto representa que una isla como Ibiza con una superficie de 572 kilómetros cuadrados y 140.000 habitantes fijos, el año pasado acogió 2,6 millones de turistas de junio a septiembre. Esta aglomeración implica la agravación de los problemas de abastiment de agua, saturación automovilística, masificación de playas y, a su vez, de desaparición acelerada de espacios naturales.
Al cierre de la temporada alta del año pasado, el turismo de las Islas facturó 9.588 millones de euros, una cifra récord. En seis meses las Islas hacen el 90% de la caja del año –por eso la desestacionalització está en boca de todos los isleños-. En plena crisis económica y destrucción de lugares de trabajo, los beneficios turísticos no han hecho más que crecer: concretamente un 30% de 2009 a 2015.
Déficit fiscal
La otra gran debilidad de la economía Balear es la mala financiación pública: "Tenemos la peor financiación de todo el mundo, no hay ninguno otro país que esté tan mal financiado. Tenemos un déficit fiscal que se acerca al 15% según datos del Ministerio". Para Garau, esta carencia de financiación impide invertir en investigación, educación o diversificación económica. Precisamente este último punto es uno de los talones de Aquiles de la región: "No hay posibilidad de redefinir el modelo".
Rosselló, por su parte, reivindica que "hasta que no tengamos el control de que se recauda aquí, no podremos ir a mejor".
Economía abierta
Por otro lado, al tratarse de un mercado local pequeño, las empresas de las Baleares están obligadas a exportar afuera y por lo tanto son una economía muy abierta al mundo.
De hecho, el valor de los productos vendidos desde las Islas a otros países logró los 1.112 millones de euros el 2015 con un repunte del 20% respecto del año anterior. El principal cliente de las Islas es la eurozona (Países Bajos, Francia, Italia y Alemania sobre todo) y los productos estrella son calzado, aceites esenciales y resinas, goma de garrofí, vinos y licores, artículos de grifería, muebles y manufactura de cuero.
Así mismo, el producto turístico balear es "muy digno, tiene muy buena marca", apunta Garau, "tanto en variedad como en calidad".
Viento de cola y economía a toda mecha
Todos los indicadores económicos apuntan que la economía balear se encuentra en un ciclo expansivo: el 2015 las Baleares encabezaron el ranking de confianza empresarial, creación de sociedades, es el tercero a escala nacional en términos de capital subscrito, recupera trabajadores afiliados y por lo tanto cotitzants, la contratación se encuentra en máximos históricos, etc.
Y los empresarios lo saben. Y también saben que todos estos indicadores tienen causas exógenas y transitorias: el bajo precio del petróleo, tipo de interés bajos y un dólar devaluado. Además que "los conflictos al norte de África han beneficiado las Baleares", apunta Antoni Riera, director de la Fundación Impulsa Baleares, creada por la Confederación de Asociaciones Empresariales de las Baleares (CAEB).
La preocupación de la empresariat, según la CAEB, es como canalizar la inversión para garantizar que la recuperación será sostenible a lo largo del tiempo.
Reivindicaciones
"No tenemos ningún tipo de reconocimiento de la insularidad, cuando Ceuta y Melilla si que lo tienen, y no son islas!" exclama Garau. Parece, pero, que la política ahora empieza a despertar en este sentido: Palma pide en Madrid un Régimen Especial de Baleares con subvenciones directas para compensar el coste de insularidad (descuento por residente en vuelos, por ejemplo), medidas fiscales (como un IVA reducido, que impulsaría las exportaciones e importaciones) y un fondo específico para compensar los costes citados.
La insularidad tiene ventajas e inconvenientes, está claro. Pero también se tiene que remarcar que las cuatro islas van a una velocidad diferente. Mallorca e Ibiza tienen una demasiada crítica de población que da muchas más oportunidades –consumo interno o viajeros-. Por su parte, Menorca tiene la mitad de población que Ibiza, pero conserva una cierta actividad industrial, a pesar de que se ha reducido fuerza.
Pons Quintana, Jaume Mascaró, Castillo o Coinga son empresas consolidadas en la isla. Maria Garcia, secretaría general de la Federación de la pequeña y mediana empresa de Menorca, desgrana algunos de los inconvenientes del hecho insular: "El número de conexiones durante la temporada baja es ínfimo a las Pitiüses y en Menorca", cosa que dificulta la llegada de visitantes fuera de temporada, pero también dificulta la salida de personas o mercancías.
Las islas menores disfrutan de unos beneficios para importar y exportar que "compensan el 50% de los gastos, pero que es muy mejorable". Incrementar el transporte aéreo –no sólo desde el punto de vista ciudadano- desde el punto de vista del interés general de las islas, también es una reivindicación de la organización empresarial.
Desde Pyme Menorca creen que para dar un golpe de mano a las pequeñas y microempresas "se tiene que compensar el sobrecost de la insularidad fiscalmente". La portavoz pone como ejemplo la importación de "materias primeras básicas para la actividad económica como por ejemplo la energía eléctrica, gas o combustibles: en Menorca pagamos el diesel más caro del Sido inclús cuando el fuel se encuentra a precios mínimos", denuncia.
De las grandes cadenas hoteleras que hay en el mundo, tres son mallorquinas. Podría parecer, por lo tanto, que sus reivindicaciones como grandes empresarios serían escuchadas. Sin embargo, estos hoteleros no hacen el grueso del negocio en las Baleares, y por lo tanto "ignoran las necesidades de las empresas de las Islas", opina Garau.
"Sufrimos Mallorca"
Además de la insularidad, Menorca, Ibiza y Formentera sufren una "doble insularidad" debido a la capitalidad de Palma y el tamaño de Mallorca, tan poblacional como territorial.
Cada isla dispone de un Consejo Insular y las islas menores tienen más competencias asumidas que el Consejo Insular de Mallorca. "Muchas medidas que se toman en Mallorca que las tendría que tomar el Consejo Insular las toma el Gobierno Balear y en muchos aspectos tienen una visión muy mallorquina" que va en contra de los intereses del resto de islas, lamenta Garcia.
Como convertir el crecimiento en bienestar?
El PIB per cápita de las Baleares se ha reducido un 18,3% en los últimos 15 años –cuando España ha crecido un 3% y Europa ha crecido un 13,4%-, y esto es debido de, sobre todo a "una caída de la productividad y en la carencia de aprovechamiento de los recursos producidos", explica Riera.
La estrategia de futuro de las Islas para compensar estas cifras, según el parecer de Garau, se tiene que fundamentar en tres pilares: descongestionar el turismo, reforzar la industria exportadora –potenciando la manufactura ligera tradicional de zapato, bisutería, agricultura, etc.- y, finalmente, la economía del conocimiento. La Fundación Impulsa es del mismo parecer. Riera coincide con Garau cuando opina que "se tiene que apostar por sectores intensivos en conocimiento dentro de los servicios en conexión con la industria y la agricultura".
"Baleares necesita una estrategia de competitividad global para mejorar la productividad", dice Riera y añade: "Necesitamos mejor educación superior, sofisticación empresarial y clusterització". Por eso Garau avisa: "Si se quiere ir en este sentido, se tiene que hacer una apuesta mucho más fuerte desde el sector público".
Por Bartomeu Rosselló, presidente del Círculo Mallorquín de Negocios (CMN), las coincidencias históricas, lingüísticas y sociales hacen que la mentalidad empresarial de Cataluña y las Islas sea muy similar y además hace que "compartimos un mercado natural, de 400 millones de euros de productos que se exportan desde las Islas al resto del Estado, 350 sevan a Cataluña y País Valenciano".
Con el cambio de Gobierno en Palma, parece que las relaciones entre las Baleares y Cataluña se descongelan y caen "barreras artificiales que se habían creado", dice Jaume Garau, economista de la Universitat de les Illes Balears. De hecho las Islas vuelven a formar parte del Instituto Ramon Llull, pero la cultural no tiene que ser la única conexión entre Cataluña y las Islas: "La única relación posible es la cooperación, no tiene ningún sentido que Palma compita con Barcelona para atraer congresos, se podría colaborar en infinidad de áreas empezando por la industria náutica, exportaciones y acabando por el turismo".
Monocultivo turístico
Precisamente Baleares se relaciona, directamente, con turismo. El año pasado 582.118 catalanes visitaron las Islas y Cataluña es la comunidad que más turistas envía a Baleares.
Desde hace décadas las Islas Baleares forman parte de la liga de campeones de la industria turística y en esta región se han forjado multinacionales líderes del negocio turístico como Meliá, Barceló o Iberostar, entre otros.
El monocultivo del turismo es la primera debilidad de la economía de las Islas Baleares por Garau. "Es curioso como la crisis económica ha impulsado el turismo y ha hecho que la economía balear se especialice más en este sector", lamenta el experto y apunta que desde el 2008, en vez de hacer un replanteamiento se ha acentuado y ha repuntat el turismo.
Pero por qué el turismo es un problema? Según Garau por dos motivos: cuando se vive de un recurso natural, la población tiende a no formarse: "Cuando se vive del solo y la playa, es fácil vivir como camarero o limpiador". De hecho, de cada siete puestos de trabajo a las Islas, sólo uno requiere estudios de nivel secundario. Este apalancament, por lo tanto, no incentiva la innovación ni "la economía del conocimiento", dice Garau.
Cifras de récord, presión ambiental
El segundo aspecto negativo es la presión ambiental que comporta el turismo. Para el experto, "este tipo de economía es equiparable a quien vive del petróleo".
Las Islas concentran el 25% de los turistas que visitan el Estado y esta cifra ha crecido con los años de la crisis. Esto representa que una isla como Ibiza con una superficie de 572 kilómetros cuadrados y 140.000 habitantes fijos, el año pasado acogió 2,6 millones de turistas de junio a septiembre. Esta aglomeración implica la agravación de los problemas de abastiment de agua, saturación automovilística, masificación de playas y, a su vez, de desaparición acelerada de espacios naturales.
Al cierre de la temporada alta del año pasado, el turismo de las Islas facturó 9.588 millones de euros, una cifra récord. En seis meses las Islas hacen el 90% de la caja del año –por eso la desestacionalització está en boca de todos los isleños-. En plena crisis económica y destrucción de lugares de trabajo, los beneficios turísticos no han hecho más que crecer: concretamente un 30% de 2009 a 2015.
Déficit fiscal
La otra gran debilidad de la economía Balear es la mala financiación pública: "Tenemos la peor financiación de todo el mundo, no hay ninguno otro país que esté tan mal financiado. Tenemos un déficit fiscal que se acerca al 15% según datos del Ministerio". Para Garau, esta carencia de financiación impide invertir en investigación, educación o diversificación económica. Precisamente este último punto es uno de los talones de Aquiles de la región: "No hay posibilidad de redefinir el modelo".
Rosselló, por su parte, reivindica que "hasta que no tengamos el control de que se recauda aquí, no podremos ir a mejor".
Economía abierta
Por otro lado, al tratarse de un mercado local pequeño, las empresas de las Baleares están obligadas a exportar afuera y por lo tanto son una economía muy abierta al mundo.
De hecho, el valor de los productos vendidos desde las Islas a otros países logró los 1.112 millones de euros el 2015 con un repunte del 20% respecto del año anterior. El principal cliente de las Islas es la eurozona (Países Bajos, Francia, Italia y Alemania sobre todo) y los productos estrella son calzado, aceites esenciales y resinas, goma de garrofí, vinos y licores, artículos de grifería, muebles y manufactura de cuero.
Así mismo, el producto turístico balear es "muy digno, tiene muy buena marca", apunta Garau, "tanto en variedad como en calidad".
Viento de cola y economía a toda mecha
Todos los indicadores económicos apuntan que la economía balear se encuentra en un ciclo expansivo: el 2015 las Baleares encabezaron el ranking de confianza empresarial, creación de sociedades, es el tercero a escala nacional en términos de capital subscrito, recupera trabajadores afiliados y por lo tanto cotitzants, la contratación se encuentra en máximos históricos, etc.
Y los empresarios lo saben. Y también saben que todos estos indicadores tienen causas exógenas y transitorias: el bajo precio del petróleo, tipo de interés bajos y un dólar devaluado. Además que "los conflictos al norte de África han beneficiado las Baleares", apunta Antoni Riera, director de la Fundación Impulsa Baleares, creada por la Confederación de Asociaciones Empresariales de las Baleares (CAEB).
La preocupación de la empresariat, según la CAEB, es como canalizar la inversión para garantizar que la recuperación será sostenible a lo largo del tiempo.
Reivindicaciones
"No tenemos ningún tipo de reconocimiento de la insularidad, cuando Ceuta y Melilla si que lo tienen, y no son islas!" exclama Garau. Parece, pero, que la política ahora empieza a despertar en este sentido: Palma pide en Madrid un Régimen Especial de Baleares con subvenciones directas para compensar el coste de insularidad (descuento por residente en vuelos, por ejemplo), medidas fiscales (como un IVA reducido, que impulsaría las exportaciones e importaciones) y un fondo específico para compensar los costes citados.
La insularidad tiene ventajas e inconvenientes, está claro. Pero también se tiene que remarcar que las cuatro islas van a una velocidad diferente. Mallorca e Ibiza tienen una demasiada crítica de población que da muchas más oportunidades –consumo interno o viajeros-. Por su parte, Menorca tiene la mitad de población que Ibiza, pero conserva una cierta actividad industrial, a pesar de que se ha reducido fuerza.
Pons Quintana, Jaume Mascaró, Castillo o Coinga son empresas consolidadas en la isla. Maria Garcia, secretaría general de la Federación de la pequeña y mediana empresa de Menorca, desgrana algunos de los inconvenientes del hecho insular: "El número de conexiones durante la temporada baja es ínfimo a las Pitiüses y en Menorca", cosa que dificulta la llegada de visitantes fuera de temporada, pero también dificulta la salida de personas o mercancías.
Las islas menores disfrutan de unos beneficios para importar y exportar que "compensan el 50% de los gastos, pero que es muy mejorable". Incrementar el transporte aéreo –no sólo desde el punto de vista ciudadano- desde el punto de vista del interés general de las islas, también es una reivindicación de la organización empresarial.
Desde Pyme Menorca creen que para dar un golpe de mano a las pequeñas y microempresas "se tiene que compensar el sobrecost de la insularidad fiscalmente". La portavoz pone como ejemplo la importación de "materias primeras básicas para la actividad económica como por ejemplo la energía eléctrica, gas o combustibles: en Menorca pagamos el diesel más caro del Sido inclús cuando el fuel se encuentra a precios mínimos", denuncia.
De las grandes cadenas hoteleras que hay en el mundo, tres son mallorquinas. Podría parecer, por lo tanto, que sus reivindicaciones como grandes empresarios serían escuchadas. Sin embargo, estos hoteleros no hacen el grueso del negocio en las Baleares, y por lo tanto "ignoran las necesidades de las empresas de las Islas", opina Garau.
"Sufrimos Mallorca"
Además de la insularidad, Menorca, Ibiza y Formentera sufren una "doble insularidad" debido a la capitalidad de Palma y el tamaño de Mallorca, tan poblacional como territorial.
Cada isla dispone de un Consejo Insular y las islas menores tienen más competencias asumidas que el Consejo Insular de Mallorca. "Muchas medidas que se toman en Mallorca que las tendría que tomar el Consejo Insular las toma el Gobierno Balear y en muchos aspectos tienen una visión muy mallorquina" que va en contra de los intereses del resto de islas, lamenta Garcia.
Como convertir el crecimiento en bienestar?
El PIB per cápita de las Baleares se ha reducido un 18,3% en los últimos 15 años –cuando España ha crecido un 3% y Europa ha crecido un 13,4%-, y esto es debido de, sobre todo a "una caída de la productividad y en la carencia de aprovechamiento de los recursos producidos", explica Riera.
La estrategia de futuro de las Islas para compensar estas cifras, según el parecer de Garau, se tiene que fundamentar en tres pilares: descongestionar el turismo, reforzar la industria exportadora –potenciando la manufactura ligera tradicional de zapato, bisutería, agricultura, etc.- y, finalmente, la economía del conocimiento. La Fundación Impulsa es del mismo parecer. Riera coincide con Garau cuando opina que "se tiene que apostar por sectores intensivos en conocimiento dentro de los servicios en conexión con la industria y la agricultura".
"Baleares necesita una estrategia de competitividad global para mejorar la productividad", dice Riera y añade: "Necesitamos mejor educación superior, sofisticación empresarial y clusterització". Por eso Garau avisa: "Si se quiere ir en este sentido, se tiene que hacer una apuesta mucho más fuerte desde el sector público".