En el Reino Unido, los pescadores costeros de pequeña escala, con embarcaciones de menos de 10 metros, representan el 80% de la flota total en número y proporcionan el 50% de la ocupación relacionada con la captura, que a menudo viven en comunidades vulnerables. Estos pescadores, que desembarcan más de 110 millones de libras esterlinas (129 millones de euros) anuales en pez y marisco, aun así, solamente tienen acceso general al 2% de la cuota de pesca del Reino Unido. La experta Sarah Coulthard, catedrática en ciencias sociales marinas de la Universidad de Newcastle, demuestra en sus estudios que la pesca a pequeña escala de las zonas costeras (que opera dentro de las seis millas náuticas), es una industria muy sostenible. Así, es muy probable que una langosta de Northumbria, desembarcada localmente, acaba generando menos impacto al medio ambiente que no un aguacate importado.
Despacio, el gobierno británico está empezando a tener en cuenta la importancia de estos pescadores. En cuanto a la sostenibilidad y a la ocupación de este sector capital, se ha publicado ahora hace poco una consulta del Departamento de Transporte para valorar cuál es la mejor opción de ofrecer exenciones médicas para los pescadores que trabajan en barcos de 10 metros o menos de eslora. Es un pequeño paso, pero muestra un cambio de dirección importante. En Catalunya, la realidad del sector es también preocupante. En enero se hacía público que en algunos puertos tradicionales catalanes ya no queda ningún pescador. El número de pescadores se ha reducido en más del 50% los últimos 25 años y las toneladas de pez pescado también se han reducido en una cantidad similar. Es evidente que hay un problema de poca previsión y de falta de políticas de apoyo a esta industria.
Por otro lado, hay el factor de la alta calidad de nuestro pez de proximidad. ¿Cómo podemos permitir que la pesca de pequeña escala y de proximidad esté desapareciendo cuando la calidad del producto es de las mejores del planeta? La maira, el besugo, la caballa, el bonito, el rape, el roger, el tacó, el sonso, el llorito, la sardina, la escórpora, la galera, la sepia, el calamar, la gamba, el langostino, el pulpo y otras especies, muchas de ellas asequibles, sostenibles, deliciosas y con excelentes propiedades nutricionales, y que desgraciadamente estamos sustituyendo demasiado a menudo por productos de pesca industrial, de fuera y menos sostenibles maltratando la industria de proximidad que las pesca y que lo hace respetando el ciclo de reproducción de estas especies.
Si la mayoría de catalanes preferimos comprar pez de pesca industrial y lejano poco se puede hacer
En el año 2022 se consumieron en Catalunya un total de 67.000 toneladas de pez fresco. Y de estos, seis especies, la mayoría procedentes de fuera de Catalunya, representan más del 61% en volumen del total consumido. Si la mayoría de catalanes preferimos comprar pez de pesca industrial y lejano, del mismo modo que hay catalanes que prefieren consumir un vino de fuera que no sea catalán, poco se puede hacer. Ahora bien, hay muchos catalanes que creemos en el producto de proximidad y de calidad. Hace falta, por lo tanto, encontrar soluciones adecuadas para evitar la desaparición de nuestros pescadores de proximidad.
La Generalitat hará bien de continuar promoviendo el pez de proximidad y de mirar de facilitar que esta industria sea económicamente viable. Esto implica considerar medidas reguladoras, fiscales y de otro tipo, así como ejercer su influencia en Madrid para permitir un marco que pare y remonte la decadencia a que se ven sometidos nuestros pescadores. También sería bueno mirar más allá y aprender de los ejemplos de otros países a la hora de promover estos productos. Galicia ha conseguido venderse en el mundo como un destino turístico por la alta calidad de su marisco. En Escocia y en Noruega han logrado una cosa similar con su salmón. Catalunya, en cambio, que dispone de, como mínimo, una veintena de especies marinas de altísima calidad, no sabe dar a conocer ninguno fuera de nuestras fronteras.
La Generalitat hará bien de continuar promoviendo el pez de proximidad y de mirar de facilitar que esta industria sea económicamente viable
Si tenemos en cuenta nuestro turismo, veremos que en el podio de las nacionalidades que más visitaron Barcelona el año pasado, el número uno se lo llevan los Estados Unidos, con más de 1 millón de alojados (un 5,3% más que el año anterior), seguido del Reino Unido, Francia, Italia y Alemania. Todos estos son países con un alto poder adquisitivo. De hecho, en 2023 el gasto del turismo extranjero en Catalunya fue de 21.000 millones. En este sentido, hay que integrar la promoción de nuestros productos de altísima calidad, incluyendo el pez de proximidad, en la estrategia de captación de turismo de alto nivel. No nos podemos permitir el lujo de continuar maltratando nuestros pescadores del mismo modo que estamos maltratando nuestros agricultores y otros colectivos que trabajan con productos de calidad y de proximidad y que, a la vez, contribuyen de una manera tan capital a la seguridad alimentaria de Catalunya.