Las manifestaciones de la última semana a raíz de la detención del rapero Pablo Hasél, mayoritariamente encabezadas por gente joven, han indignado a la población. Por un lado, una parte de la ciudadanía muestra su rechazo al encarcelamiento del cantante y cuestiona las actuaciones policiales durante las protestas después de que una joven haya perdido un ojo por el impacto de una bala de foam. Del otro, la quema de mobiliario urbano y los destrozos en establecimientos comerciales genera malestar entre parte de la población y centra el debate de la opinión pública.
En un contexto de inestabilidad social y económica derivado de la pandemia, la prisión para Hasél sólo ha sido el chispazo que se necesitaba para encender el fuego. Así, la inesperada pandemia de covid-19 complica la situación de la juventud actual, que creció con la crisis financiera de la pasada década en qué muchas familias quedaban en la estacada y que llega a la edad adulta en un periodo en que ciertas libertades están en entredicho en el Estado.
Analizando las perspectivas laborales de esta juventud, nos encontramos con un paro juvenil de aproximadamente el 40%, según datos de Eurostat. Además, durante el verano de 2020, sólo el 33% de los jóvenes trabajaba de forma activa, según el estudio de Injuve. Se tiene que tener en cuenta que gran parte de la juventud de nuestro país trabaja a tiempo parcial o durante el verano en trabajos ligados al sector turístico, pero que, a raíz de la covid-19, desaparecieron en 2020 y probablemente no se recuperarán hasta 2022.
En cuanto al mundo universitario, a pesar de que la docencia se ha mantenido de forma online, las condiciones no son las mismas, ni para el profesorado ni para el alumnado. Una parte importante de los estudiantes está agotado y desmotivado con la docencia. Un sentimiento que no mejora mucho una vez acaban la carrera y se adentran en el mundo laboral.
"En un contexto de inestabilidad social y económica derivado de la pandemia, la prisión para Hasél sólo ha sido el chispazo que se necesitaba para encender el fuego"
En una de las manifestaciones, de hecho, desde un balcó se grito "¡ve a estudiar!", a una persona con carrera y dos másteres. La formación tampoco sirve para resolver el problema. Las pocas ofertas laborales que hay actualmente en el mercado son en posiciones de prácticas y, la gran mayoría, sin ningún tipo de remuneración. Está claro que las prácticas tienen que servir para formar al estudiante, pero este necesita poder hacer frente a su vivienda y a sus gastos.
Antes de la llegada de la covid-19, según un estudio de Fotocasa, la edad media para independizarse eran los 32 años, y sólo el 15% de la juventud se podía permitir comprar una vivienda. Sin duda, las posibilidades actuales para independizarse todavía son menores. Con los elevados precios de las viviendas en Barcelona, la única solución viable es la de alquilar un piso de forma compartida. A pesar de que el coliving se quiere mostrar como una tendencia, no deja de ser un ejemplo de la precariedad.
Si lo elevamos al conjunto del Estado español, la situación no mejora a largo plazo. Con la deuda pública al 117% del PIB, unas perspectivas de crecimiento que dependen principalmente del turismo y con una demografía que provoca que se retrase cada vez más la edad de jubilación, no se puede esperar una mejora de la situación.
"Gran parte de las personas que acuden a la revuelta no tienen nada, y tampoco nada que perder, simplemente porque el futuro que se les plantea es muy magro. Lo que no se explica, es que esta revuelta no haya empezado antes"
Teniendo en cuenta la situación por la cual está pasando la gente joven de nuestro país, ¿nos sorprendemos de la revuelta? Gran parte de las personas que acuden no tienen nada, y tampoco nada que perder, simplemente porque el futuro que se los plantea es muy magro. Lo que no se explica, es que esta revuelta no haya empezado antes.
Hay que denunciar los disturbios y repensar el modelo de policía, pero, sobre todo, hay que hablar de qué soluciones y perspectivas de futuro se dan a la gente joven, porque disolver una manifestación a golpes de porra no arreglará la causa de fondo. Después de este análisis, ¿seguiremos hablando sólo del coste de los contenedores?