Jaume Ventura (Barcelona, 1963), premiado el año pasado con el Premi Nacional de Recerca, es profesor del departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra, así como director e investigador del Centre de Recerca en Economia Internacional. La conversación con VIA Empresa se produce en el edificio Mercè Rodoreda de un recinto universitario ocupado por los nervios propios de un periodo como es la selectividad. La globalización, los efectos de la guerra de Ucrania y la pandemia o el papel que juega China dentro del escenario internacional son algunos de los temas sobre los cuales gira la conversación con Ventura.
¿Desde su perspectiva, cómo está el mundo?
El comercio internacional ha aflojado últimamente. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial creció mucho, lo continuó haciendo durante los años 2000 y después de la crisis financiera del 2008, la actividad se paró. Desde entonces sigue creciendo, pero al nivel de la actividad económica. Antiguamente, el comercio internacional crecía mucho más rápido que la actividad económica. Dentro de mi ámbito de estudio y las áreas de trabajo donde participo, nos preguntamos por qué no crecemos cómo antes.
¿Cuáles son las razones por las que llegamos a este escenario?
Hay diferentes factores. Un primero sería el aspecto político. Más crispación y la gente ha cambiado de opinión sobre la globalización y el comercio internacional. La gente se queja más y los políticos parecen menos decididos a mantener políticas de apertura comercial. También hay que tener en cuenta las políticas de China, la región sobre la cual pivotó gran parte del comercio durante los 2.000. Ahora, este país está mirando más para adentro que hacía fuera.
¿Realmente, la economía mueve el mundo?
No. La economía es importante, pero la gente se mueve por otras muchas cosas. Todo el mundo está motivado por muchísimos temas que no son necesariamente económicos.
Las previsiones del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional siempre son asumidas como verdades absolutas. ¿Se les tiene que hacer caso?
Depende de lo que se entienda por previsiones. Las previsiones es lo que uno puede esperar, pero siempre aparecen incertidumbres sobre el futuro. A veces, las previsiones pueden ser muy precisas en un mundo sin incertidumbre. Se tiene que hacer caso a los expertos de estas organizaciones, porque muchas veces tienen información que no está al alcance de todo el mundo. Lo que dicen no sucederá, solo dicen una estimación de lo que puede pasar.
¿Cómo definiría la globalización?
La globalización tiene muchas dimensiones y velocidades. Significa acercarnos y tener la capacidad de crear más interacciones. Unos vínculos que pueden ser comerciales, las fronteras económicas cada vez más se han hecho más delgadas y menos importantes. También hablamos de interacciones culturales, hoy en día compartimos muchos valores. Un proceso, este último, que va a un ritmo más lento. El ámbito local todavía tiene mucha importancia dentro de nuestras preferencias.
Hoy en día no sabemos qué pasará en un futuro y quizás si nos lo miramos a diez años vista, ya observaremos si se ha producido un cambio muy grande
¿La pandemia y la guerra de Ucrania han dado lugar a un nuevo escenario en el comercio internacional o bien se han recuperado dinámicas del pasado?
La guerra de Ucrania afecta a todo lo que es Europa, pero no tiene un impacto extraordinario en el comercio internacional. La pandemia sí, un poco como la crisis del año 2008, con una fuerte bajada en un momento determinado. Después de un momento negativo hemos visto como el comercio se recupera. Es cierto, ya he explicado anteriormente, que estamos en una dinámica donde el comercio no crece tanto como antes. La pandemia no nos lleva a ninguna dinámica del pasado, sino que nos hace pensar cuáles serán las dinámicas del futuro. No sabemos muy bien todavía lo que pasará.
¿Muchas veces, especialmente los medios, crees que abusamos de ideas como nueva era o nueva etapa?
Constantemente. Cada año se habla de una nueva era. Hoy en día no sabemos qué pasará en un futuro y quizás si nos lo miramos a diez años vista, ya observaremos si se ha producido un cambio muy grande. Volvemos a la segunda parte de los años 90. Había una gran burbuja en los Estados Unidos y por todas partes. Los mercados bursátiles subían y las nuevas empresas, aunque no hicieran beneficios, sus precios eran altos. Todo el mundo hablaba de la nueva economía hasta que cayó el mercado financiero. La globalización se retarda, pero el comercio internacional está creciendo. En términos económicos, ahora somos mucho más ricos que hace 50 años.
Parece que el dinero físico ya ha pasado a ocupar un papel secundario en nuestras vidas. ¿Cómo será esta convivencia con el pago digital y las nuevas monedas que puedan aparecer?
Desde hace muchas décadas, el dinero físico ya se ha reducido con la aparición de la tarjeta de crédito. En los pagos sin necesitar dinero físico, ya se ha registrado una caída muy importante y anticipo que continuará siendo así. Se trata de un fenómeno que no es flor de un día, ya hace mucho tiempo que lo estamos viviendo.
¿En el ámbito comercial, Catalunya hacia donde tiene que mirar? ¿Europa, Asia o América?
Catalunya tiene que mirar a todo el mundo. Ahora bien, con los datos en la mano se observa como el comercio de Catalunya está ligado con el resto de España y Europa. De hecho, este retraso de la globalización no se ve en Europa. Solo hay que analizar las cifras de Alemania y Francia, donde el comercio crece. El efecto contrario se está produciendo en el continente asiático. China fue y es un motor muy destacado del comercio, pero ahora mira para adentro. Los índices de integración en la economía mundial de la economía china han bajado de forma radical, incluso antes de la pandemia.
¿Por qué se llega a un contexto de estas características?
China ha entendido que también se tiene que desarrollar internamente. Tiene unos problemas gravísimos en muchos aspectos de su tejido productivo, problemas para controlar el clima y falta de infraestructuras. Este giro es una decisión política y nadie sabe exactamente cómo se toman. A pesar de todo, China todavía es el país más exportador del mundo. Más del doble que los Estados Unidos y Alemania. China siempre mira al exterior, pero ahora algo más al interior.