Toda Barcelona lo comentaba. Al cabo de tres meses de pandemia y confinamiento, con una crisis económica anunciada y de magnitudes imprevisibles, dónde estaba el Círculo de Economía? Cómo es que no había pontificado como siempre con la cordura catalana de la burguesía nostrada? Mientras Foment, la Cambra e, incluso, Pimec competían para fijar el relato empresarial del momento, no se sabía nada del Círculo. Ni siquiera cuando el anuncio de la marcha de Nissan hacía temblar los fundamentos del primer sector industrial del país.
Y mira que el fichaje estrella de la nueva junta de hace escasamente un año era Luca di Meo, el presidente de Seat. Pero, avalado por los buenos resultados en Martorell y con sus ideas innovadoras para el sector de la automoción, se fue a reflotar Renault hace unos meses. El hombre, que había querido reforzar la identificación de Seat con Barcelona -con gestos como el de aceptar la entrada en la Junta del Círculo-, ahora lidera la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Ya es mala suerte! Para todo el mundo.
"Mientras Foment, la Cambra y, incluso, Pimec competían para fijar el relato empresarial del momento, no se sabía nada del Círculo"
Círculo no, Instituto de la Empresa Familiar sí
Mientras tanto, esta última semana, que algún diario ha bautizado como la semana de Marc Puig, hemos sabido que la empresa de perfumes y de moda catalana que lidera, ha adquirido la firma inglesa de maquillaje inglesa Charlotte Tilbury por 900 millones de euros y que, el año pasado, Puig superó los 2.000 millones de euros de facturación, 100 más que el año anterior. Pero es que también esta misma semana se ha formalizado que Marc Puig asume la presidencia del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), el lobby de las grandes empresas familiares, nacido en Catalunya pero que en los últimos años había basculado claramente hacia Madrid.
Todo ello, qué tiene que ver, con el Círculo de Economía? Pues que Puig rechazó la presidencia hace muy pocos meses cuando en el marco de la política de cooptación tradicional de la casa le dijeron que ahora le tocaba a él. No se dieron a conocer los motivos del rechazo. El caso es que Puig propuso Javier Faus, amigo personal y compañero de prácticas deportivas, como nuevo presidente del Círculo.
"Marc Puig rechazó la presidencia del Círculo hace muy pocos meses cuando le dijeron que ahora le tocaba a él"
Así, el Círculo pasó de optar por un industrial de éxito internacional hijo de una alcurnia familiar de larga tradición a quedarse con un operador inmobiliario, de estos que presumen haberse hecho a sí mismos. Las exitosas operaciones de compra-venta de hoteles y otros edificios a través de sus fondos llamados Meridia lo habían encaramado económicamente.
En busca del reconocimiento social
Faus ya había intentado ser reconocido como uno de los suyos entre la burguesía barcelonesa de siempre. Vicepresidente durante once años en el Club de Tenis Barcelona, el 2010 fue vicepresidente económico y estratégico de la Junta del Barça presidida por Sandro Rosell, un hombre de su misma leva. Faus fue el encargado de negociar la vinculación catarí con el club, que finalmente quedó tan cuestionada, y la apresurada marcha de Rosell fue casi inmediatamente acompañada de la suya.
El acceso a la presidencia del Círculo, cuatro años después, culminaba el reconocimiento social de uno de aquellos personajes que habían aprovechado el éxito de Barcelona -su primera gran operación fue la compra-venta del hotel Arts- para hacer sus negocios.
Sí que es cierto que el anterior presidente efectivo del Círculo, Juanjo Brugera, también venía del sector inmobiliario -de Colonial-, pero era una empresa vinculada históricamente al grupo Caixa y esto le otorgaba una pátina de moderación que sólo olvidaba cuando hablaba del proceso independentista.
Faus pareció al principio que se desmarcaba de la obsesión antiindependentista de su predecesor y pedía que la clase dirigente barcelonesa reconociera sus carencias a la hora de competir con Madrid.
Críticas fundamentadas, pero sin alternativa
Pero después, el tono de crítica, en buena parte fundamentada, se ha ido intensificando hacia sus predecesores y hacia el papel jugado por el Círculo en los últimos años. El resto es suficientemente conocido. Una gestión muy personalista. De un hombre con un concepto muy elevado de si mismo, que le hace romper con el equipo directivo de la entidad y desprenderse de la tutela de los anteriores presidentes y de los respectivos ideólogos.
La decisión de trasladar las tradicionales jornadas del Círculo de Sitges a Barcelona -con todo el desfile de presidentes, ministros y consellers habitual- es criticada soto vocce por los amantes de las tradiciones. La pega es que la pandemia impide la celebración física de las jornadas y los golpecitos a las espaldas de las autoridades de Madrid -que son realmente las únicas que cuentan- al nuevo presidente. Está claro, ni pensamiento de hacer las jornadas virtuales en esta mezcla de palco del Liceo y del Bernabéu, dónde lo más importante es siempre lo que pasa entre bastidores.
"Un hombre con un concepto muy elevado de si mismo, que le hace romper con el equipo directivo de la entidad y desprenderse de la tutela de los anteriores presidentes y de los respectivos ideólogos"
Mientras tanto, la paralización absoluta de la proyección pública de la entidad. Es aquello de desmontar la herencia recibida pero sin proponer ninguna alternativa. Probablemente, un conflicto más generacional y de carácter personal que otra cosa. Pero una señal evidente de que los viejos mecanismos para controlar la continuidad del Círculo ya no sirven.
Los viejos patricios -no tanto como Foment, pero no está mal- ya no pueden garantizar el acceso de nueva savia realmente valiosa, que prefiere otros escenarios para proyectarse socialmente. Y los sustitutos no están a la altura de las circunstancias. Todo ello parece profundizar la decadencia de una entidad y de un modelo que fue muy válido e innovador cuando Vicens Vives lo inspiró hace más de 60 años, pero que hoy no sabe encontrar ni su lugar ni sus líderes.