Hoy, Barcelona ha dado el pistoletazo de salida al evento más grande e influyente del mundo sobre innovación urbana, el Smart City Expo World Congress (SCEWC) en el recinto ferial de Gran Vía. Se trata, sin duda, de uno de los eventos del año: en su edición más grande -irónicamente, la número 13-, acoge a 1.100 expositores, 600 expertos y hasta 850 representantes de ciudades de todo el mundo. Y es que hoy mismo es uno de esos días en que las últimas tendencias tecnológicas exhiben su potencial y permiten soñar con un futuro en el que las ciudades sean inteligentes, pero, ahora que lo pienso, no sé bien de qué sirve.
¿De qué sirve hablar de robótica, del Internet de las Cosas y de inteligencia artificial si el propio ChatGPT se llevaría las manos a la cabeza solo de ver la nefasta gestión de la emergencia -que muchos tildan de criminal- en la ciudad Valencia? Que estas tecnologías nos puedan ayudar a prever y luchar contra las devastadoras consecuencias con las que la DANA ha castigado a las calles valencianas, es evidente; pero, ¿cómo las aplicaremos si quienes toman las decisiones son conocidos por su mala gobernanza y corrupción? Y aún más: ¿cómo las crearemos si, con sus estrictas regulaciones, Europa corre el riesgo de quedarse atrás?
"Ninguna acción no es una solución"
“Lo que vimos la semana pasada en Valencia es una clara señal de que ninguna acción no es una solución”, apuntó Maria Tsavachidis, CEO de EIT Urban Mobility en la conferencia inaugural del Smart City Expo Live, Move & Build Better, que comenzó justo después del minuto de silencio que el auditorio principal guardó por las víctimas de la DANA. “Hoy es más importante que nunca que nos unamos como comunidad para actuar”, añadió. Ahora mismo, el mejor ejemplo de unión y comunidad seguramente lo es toda la población que, literalmente, ha bajado al barro a ayudar a los vecinos valencianos y que se organiza con iniciativas como voluntarisdana.cat.
Aunque el acto de inauguración de Smart City Expo previsto a las 17 horas ha sido anulado, la feria ha transcurrido con relativa normalidad, sin dejar de recordar la catástrofe que ha provocado la DANA: “Desgraciadamente, hemos comenzado esta edición con noticias trágicas en Valencia. Y la inteligencia de una ciudad no se define por cuánta tecnología despliega, sino por el conocimiento que tiene para prevenir y gestionar eventos climáticos extremos”, apuntó en su turno la primera teniente de Alcaldía en Barcelona, Laia Bonet, quien destacó la necesidad de contar con “infraestructuras y calles preparadas para este futuro incierto”. Que el gobierno de turno lo esté, se entiende que también es una necesidad.
Tsavachidis: "Lo que vimos la semana pasada en Valencia es una clara señal de que ninguna acción no es una solución"
Y es que el criticado gobierno de Carlos Mazón seguramente no estaba preparado para gestionar un desastre como este: el presidente de la Generalitat Valenciana acudió dos horas tarde a la reunión de emergencia del día de la tragedia, convocada a las 17 horas de la tarde. Se unió casi a las 19 horas, y el aviso a la población, que de poco sirvió, se emitió a las ocho y cuarto de la noche. Eso sí; tuvo tiempo, el mismo día, de escoger a un experto en "festejos taurinos" como director general de Interior. ¿De qué sirve hablar de ciudades inteligentes?
Testigos estremecedores
Y es que mientras el Smart City Expo se une para hacer un mundo más inteligente y preparado para futuros escenarios como el vivido la semana pasada mediante tecnologías, por supuesto, de vital importancia, bomberos extranjeros que han viajado hasta barrios afectados como Alfafar quedan atónitos al darse cuenta de que aún nadie ha acudido a ayudar a los vecinos de la zona. Zona que no puede explicar cómo en Borja, un vecino electricista, relataba que su jefe le llamó ayer a las 7 de la mañana exigiéndole que se presentara en su puesto de trabajo: “Mi coche está completamente destruido a 10 calles de aquí, y obviamente no hay servicio de autobuses. Soy electricista y no puedo teletrabajar, la única forma de llegar a mi trabajo es caminando. Tengo dos horas y media de camino”.
En @LaHoraTVE hablan cono Fabián, que cuenta que su jefe le ha llamado esta mañana para decirle que "su obligatoriedad" se estar a las siete en su puesto de trabajo: "Mí coche quedó totalmente destruido. Tardaría dos horas y media a pie al legar"
— RTVE (@rtve) November 4, 2024
▶️ https://t.co/cmtuigwvud pic.twitter.com/1at8arw6bu
Ante testimonios estremecedores como estos, es inevitable preguntarse de qué sirve hablar de ciudades inteligentes. Por supuesto, toda la tecnología que gira en torno al New Space es esencial para las ciudades del futuro: Robert Bell y Lou Zacharilla, cofundadores de la Intelligent Community Forum Foundation, y Raimundo Rodulfo, director de Innovación y Tecnología en la ciudad de Coral Gables (Florida), han dado una clase magistral durante el SCEWC sobre cómo la banda ancha por satélite es una solución para las zonas rurales, que muchas veces pierden oportunidades económicas debido a la costosa banda ancha. Ojalá la tecnología del espacio la hubiéramos utilizado para avisar a tiempo a los vecinos de Alcàsser, Paiporta, Alcúdia, Benetússer, Alfafar o Benifaió.
Estas son algunas de las poblaciones que, en medio del caos, han tenido que paralizar la ayuda de los voluntarios -algunos de los cuales fueron multados por la Policía Local- para que los reyes Felipe VI y Letizia, Pedro Sánchez, y el ya mencionado Mazón, pudieran pasear por las calles afectadas. La acogida, como era de esperar, no ha sido la mejor.
Ahora mismo, en una 13a edición del Smart City Expo que está de luto por el pueblo valenciano, sería injusto decir que la Ciudad de las Artes y las Ciencias no es inteligente. Lo que ha quedado patente es que esta, tanto como las ciudades que la rodean, son ciudades muy humanas: en medio del sufrimiento, se escucha estos días un clamor que evoca la hermandad de los pueblos, agradece la oleada de solidaridad recibida y critica duramente la mala gestión política y administrativa: "Solo el pueblo salva al pueblo"; y mientras solo el pueblo salve al pueblo, no sé de qué servirá hablar de ciudades inteligentes.