El nacimiento, ascenso y caída de las clasesmedias no se podría entender nunca sin captar la evolución de la sociedaddeconsumo; ambas están íntimamente unidas. Las clases medias se configuran a lo largo de los últimos doscientos años y poco más y, a medida que se desarrollan, el consumo se convierte en la expresión más íntima de su estatus.
Antes de 1800, la miseria era mayoritaria en Europa y en el mundo; un número muy escaso de personas podía comer cada día y disfrutar de alguna comodidad. Las tecnologías y el descubrimiento de nuevas materias primas hacen posible producir masivamente y ampliar las referencias de los productos hasta el infinito. Esto ha sido fruto de la creación masiva de empresas que necesitan trabajadores, técnicos cualificados y directivos, los cuales mensualmente reciben una paga. Esta les permite poder adquisitivo y calidad de vida, que otorgan autonomía para decidir qué consumir. De esta manera, de unos ingresos circunstanciales y pobrísimos antes de la revolución industrial hemos pasado a un volumen de gasto considerable de las familias en alimentación, ropa, salud, educación, mobiliario, movilidad, comunicaciones, ocio, cultura; hasta el punto de que estos presupuestos familiares permiten ahorrar a finales de mes, una tasa media de ahorro en España que crece sin parar. Producción y consumo son los motores.
A partir de 1950, la mayoría de la población europea estaba ya encuadrada en las clases medias
A partir de 1950, la mayoría de la población europea estaba ya encuadrada en las clases medias: un 70 o 80% en algunos países formaba parte de ella. El salto a esta realidad se pudo dar por la expansión económica de posguerra y la mejora extraordinaria de la competitividad, inigualables hasta entonces. Ahora bien, hay otro factor determinante: el impulso extraordinario en la creación de servicios por parte de los estados; los servicios a cambio de impuestos significaron una segunda remuneración adicional a la paga mensual: seguridad social y educación gratuitas, movilidad y cultura a muy buen precio, entre otros.
Liderazgo
Las clases medias se reforzaron, adquirieron el liderazgo social. Durante el par de décadas del siglo pasado, el idilio con los gobiernos liberales, democristianos y socialdemócratas fue total: ellas los votaban y ellos las mimaban. ¿Por qué se ha roto en los últimos veinte años este idilio entre los gobiernos y las clases medias, mientras la sociedad de consumo y del bienestar se ha ido perpetuando? Una serie de factores hace que las clases medias se sientan atrapadas. La primera, la inflación se acelera por encima de los ingresos y los salarios se estancan, provocando un deslizamiento hacia amplios niveles de pobreza tanto entre las familias como entre los pequeños empresarios. La segunda, están acostumbradas a gastar y contemplan cómo no es posible mantener el mismo ritmo, incluso cuando las marcas propias les ofrecen una calidad similar a precios más baratos; reducir gasto les supone el fracaso. La tercera, la digitalización reclama formación masiva, que no se ha hecho, para adaptarse a los nuevos modelos de negocio, mientras hace estragos destruyendo oficios obsoletos y negocios tradicionales. Y la cuarta, a medida que los grupos más ricos de la sociedad perfeccionan las técnicas fiscales, las clases medias se ven abocadas a aportar un mayor porcentaje a las haciendas nacionales; es decir, financian casi todo el estado de bienestar.
Presionadas por todos estos aspectos, las vemos en desbandada. Huyen de escena. ¿Dónde quedan aquellos valores que hace poco dirigían a la sociedad europea de conservación, progreso, libertad de mercado y reducción de las desigualdades, que representaban la centralidad y el avance? Las clases medias están despistadas, desconfiadas, lanzándose una parte en manos de ideologías extremas en busca de soluciones imposibles y la mayoría, desmovilizadas.
Ilustrativos son los datos del último índice (experimental) de calidad de vida, IMCV, del INE. Aunque se debe perfeccionar la medición que se realiza en España, desde 2019 este índice señala un deterioro general de las dimensiones del trabajo y de las condiciones materiales de vida, pese a tener en cuenta que es uno de los países europeos en los que mejor se ha tratado a las clases medias y a los más débiles económicamente. Hay consenso general en el hecho de que se pierde poder adquisitivo y calidad de vida año tras año. Esto no quiere decir que no mejoren los indicadores laborales, pero crece enormemente la sensación de que arraiga el mileurismo, los trabajadores pobres, las dificultades para llegar a fin de mes y aumentan las desigualdades. Es verdad que el último año se ha recuperado un poco este índice, que en 2019 alcanzó el máximo histórico y desde entonces no ha hecho más que empeorar año tras año. Se reduce la cantidad de componente de las clases medias-altas y se engorda el de las clases medias-bajas.
Llama la atención que los españoles declaren que la percepción de la gobernanza y de los derechos básicos se mantenga igual que hace tres años cuando es evidente el deterioro de la convivencia
El pequeño avance de este año rompe la tendencia negativa gracias a la mejora en distintos componentes: el trabajo, la educación, el entorno medioambiental y la experiencia general de la vida. Por el contrario, las condiciones materiales de vida, la salud, el ocio y las relaciones sociales, y la seguridad física y personal no progresan. Llama la atención que los españoles declaren que la percepción de la gobernanza y de los derechos básicos se mantenga igual que hace tres años cuando es evidente el deterioro de la convivencia, porque se pierde socialmente el valor de la palabra y crece el insulto como forma de relacionarse en el ámbito político.
Navarros y catalanes
Los navarros son los que experimentan una mejor calidad de vida junto con los riojanos y los vascos. Cataluña se muestra por debajo de la media de calidad de vida española. ¿Qué tienen mejor los navarros que los catalanes? Si comparamos la percepción de su calidad de vida con la nuestra, nos encontramos con una serie de sorpresas. Ellos se sienten mucho mejor en la seguridad física y personal, en el ocio y la relación social, en la educación, en el entorno medioambiental de su hábitat, y en el estado de la gobernanza y los derechos básicos. Solo en el trabajo se observa un mejor nivel de vida de los catalanes. Dos visiones del mundo del consumo y de la calidad de vida dentro de un deterioro general de la mayoría de los indicadores.