• Economía
  • Claves filosóficas para comprender la filosofía de la COP29

Claves filosóficas para comprender la filosofía de la COP29

Azerbaiyán, uno de los principales exportadores de combustibles fósiles del mundo, ha decidido acoger este encuentro de prestigio mundial para hablar sobre cómo el cambio climático está impactando nuestras economías

La COP29, la coneguda cimera internacional del clima que arriba a la seva 29a edició | iStock
La COP29, la coneguda cimera internacional del clima que arriba a la seva 29a edició | iStock
23 de Noviembre de 2024

Estas semanas se celebra la COP29, la conocida cumbre internacional del clima, que celebra su 29ª edición en... Bakú, Azerbaiyán. El país, uno de los principales exportadores de combustibles fósiles del mundo, ha decidido acoger este encuentro de prestigio mundial para hablar sobre cómo el cambio climático está impactando nuestras economías, así como para dar paso a las negociaciones internacionales que permitan blindar la acción climática y hacerla avanzar. Sobre el papel, un evento de gran relevancia. En la práctica, una fuente de falsas promesas que nunca acaban de progresar a la velocidad que la comunidad científica lleva tiempo reclamando.

Si bien las cumbres climáticas se celebran desde hace décadas y han logrado avances importantísimos para la lucha contra el cambio climático, su legitimidad está siendo cuestionada cuando repetidamente se celebran en países que no son, ni de lejos, aliados de la causa climática. Sin embargo, quienes aún piensan que hay algo por hacer no han dejado de participar, ya sea dentro del evento o haciendo resistencia y activismo fuera de los recintos. Más allá de las novedades que ya se están filtrando sobre los acuerdos que se llevarán a cabo durante la cumbre, como la movilización de financiación para la acción climática o cómo los combustibles fósiles han sido casi ignorados como tema, lo que hace que las COP sean lo que son es, evidentemente, una cuestión filosófica. Entre bambolinas, y mientras las reuniones finalizan, analizaremos cuáles son las principales cuestiones que se esconden tras ellas.

Filosofía del crecimiento, filosofía capitalista… filosofía de los combustibles fósiles

la COP29, la coneguda cimera internacional del clima que arriba a la seva 29a edició
La COP29, la conocida cumbre internacional del clima que llega a su 29ª edición | iStock

Por mucho que busquen la solución a una crisis tan importante como el cambio climático, las cumbres climáticas son estructuras profundamente ancladas en el statu quo. No solo por el hecho de que sus invitados son las personas más influyentes del sistema capitalista, sino también porque todos comparten una misma visión sobre la necesidad de progreso, las líneas rojas y cuál debe ser el camino que siga la humanidad para alcanzar un punto deseable. Hay, pues, una cierta homogeneidad en los perfiles, que difieren por intereses individuales, pero que comparten la misma narrativa.

Filósofos como Bruno Latour o Andreas Malm han reflexionado sobre esta cuestión, destacando cómo el sistema está diseñado para rendir homenaje a nuestras principales fuentes de recursos económicos de manera acrítica, sin explorar otras opciones que quizá reportarían menos beneficios económicos, pero mayores beneficios sistémicos para una economía basada en lo que necesitamos como humanos, y no en una ambición malentendida. Así, en libros como How to Blow Up a Pipeline (2021), Malm propone una visión radical de acciones directas contra el cambio climático, con reflexiones políticas y filosóficas. 

Por mucho que busquen la solución a una crisis tan importante como el cambio climático, las cumbres del clima son estructuras profundamente del statu quo

Desde una lectura más centrada en la responsabilidad moral, también podemos encontrar soluciones en el libro de Catriona McKinnon, Climate Change and Future Justice, que explica la deuda climática que estamos dejando a las generaciones futuras, teorizándola de una manera alarmante como “genocidio climático”. Lecturas que la mayoría de los líderes de la COP no han hecho, pero sí la comunidad científica y activista que rodea los recintos y se manifiesta en todo el mundo exigiendo una acción climática contundente y basada en el bien común, no en el beneficio de unos pocos.

Ideas revolucionarias: simpáticas, pero no me comprometería

Los líderes de la COP suelen abrir la puerta a algunos conceptos innovadores, pero nunca transformadores. La cautela es conocida como un hecho positivo en las relaciones internacionales, pero en momentos de emergencia como el que parece que nos negamos a entender, hacen falta respuestas audaces que apuesten por un cambio de paradigma. Propuestas no nos faltan; lo que parece que no está ni se espera a la altura es la valentía y la innovación política. Una de las más reconocidas son los límites planetarios y las teorías del decrecimiento. El modelo de crecimiento exponencial infinito en el que vivimos actualmente no tiene un final feliz, a pesar de que ahora esté generando grandes beneficios para unas pocas personas. Lo que necesitamos es ponernos límites, buscar la manera de no derrochar tantos recursos y encontrar una forma eficiente, sostenible y justa de administrarlos. Las ideas están ahí, tanto en el libro Límites de Giorgos Kallis, como en Less is More de Jason Hickel, en Doughnut Economics de Kate Raworth o en los múltiples libros de Naomi Klein, como This Changes Everything u On Fire, donde advierte y divulga sobre formas alternativas de continuar habitando la Tierra.
 

Tokenismo vs representación: ¿quién es el otro?

Otra de las grandes críticas que llevamos años arrastrando es el problema de la representatividad. Evidentemente, por mucho que las cumbres duren dos semanas, no puede hablar todo el mundo. Tampoco pueden tener voz todos los grupos, ni personas, ni siquiera causas importantes que deben ser atendidas. Sin embargo, a veces el problema no es tanto tener voz como ser escuchado.
 
El tokenismo es un concepto que surge de la práctica simbólica de dar una apariencia de inclusividad, pero que se queda en la superficialidad y no aborda problemas estructurales subyacentes. Por ejemplo, podemos hablar de tokenismo cuando se invita a líderes indígenas o racializados a hablar, se pone a más mujeres en un espacio de debate o se crea una sala secundaria para personas con diversidad funcional, pero no se plantean cómo incluir sus demandas ni qué prácticas deben cambiarse para lograr una igualdad justa y real. 
 
Desde la interseccionalidad como aproximación filosófica, incorporada por Kimberlé Williams Crenshaw, hemos aprendido que son muy pocas las personas que no sufren alguna opresión estructural. ¿No tendría más sentido escuchar las demandas de lo que es la gran mayoría de la ciudadanía global a la hora de llevar a cabo acción climática para todas ellas? El problema con la respuesta a esta pregunta es que, para muchas de las personas gobernantes, la respuesta es que no. No por maldad necesariamente, sino por practicidad. Mientras sus privilegios se mantengan y los demás no se quejen demasiado, no es necesario revolucionarse con esta idea de acción climática para una crisis que, por ahora, sigue aguantando.
 

Comunicados, informes, manifiestos y declaraciones

Els caps d'Estat mundials en la Conferència de les Nacions Unides sobre el Canvi Climàtic (COP28) | Europa Press
Los jefes de Estado mundiales en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP28) | Europa Press
Otro error grave de las cumbres climáticas, que me atrevería a decir que es un error grave de cualquier cumbre, es la gran cantidad de declaraciones, comunicados, informes, manifiestos y otros documentos y acciones simbólicas que se producen y que no terminan llevándose a la práctica. Evidentemente, hay una parte de la parafernalia que es necesaria si queremos ponernos de acuerdo. Nos guste más o menos, hay un punto de representatividad que es imprescindible. Sin embargo, con la representatividad sola no es suficiente.

Lo más importante, y un paso que solemos saltarnos cuando hablamos de gobernanza, es pensar en qué tipo de gobernanza queremos

Las cumbres climáticas están lejos de ser un espacio de reflexión filosófica, pero podrían serlo. Lo más importante, y un paso que solemos saltarnos cuando hablamos de gobernanza, es pensar en qué tipo de gobernanza queremos. Una vez hecha la reflexión, y asegurando la representatividad de todos, y no solo de quienes nos interesa escuchar por nuestros propios beneficios, hay que fijar objetivos ambiciosos, aunque sean incómodos. No pasa nada si hay reaccionarios. No pasa nada si algunas personas no entienden la importancia del asunto. Estamos hablando de un reto que nos afectará a todos y que ya llevamos demasiados años poniendo en peligro. La acción climática es negociable, pero no se negocia.