Parece como si últimamente el único objetivo de informar fuera poner de mal humor al ciudadano. Siempre he pensado que los malos humores son más digeribles si se explica el origen del problema. Ahora mismo, todo el mundo está convencido de que los calores de este verano son fruto del cambio climático. Basta con manejar un poco el cerebro para ver que no es el caso -sobre todo si se habla del aumento de 1,5 grados en un siglo... Estamos ante un hecho excepcional que, a causa del cambio climático, puede que haga que se batan récords de temperatura. Pero la ola de calor es esto: una ola. ¿Por qué se ha producido? No se sabe. ¿La enorme erupción del volcán Tonga? ¿El Niño? Podrían ser sus causas. La otra, la tradicional periodicidad de las oleadas que afectan al Mediterráneo de forma secular. O todo sumado. De eso no se habla. La moda informativa consiste en crear alarma social... y detenerse aquí.
El silencio se acentúa cuando se trata de no enojar al poder político. Y en ese trabajo estamos ahora, cuando se nos anuncia que la venta de coches eléctricos en España va corta. Quiero decir que, como es habitual, en muchos temas estamos en la cola de Europa. Y, claro, todo el mundo se pregunta: ¿es que somos especialmente tontos? ¿Estamos contra la lucha por detener el cambio climático? ¿No nos gustan los coches eléctricos?
La realidad es que las infraestructuras no lo ponen fácil. De ahí que la Unión Europea (UE) haya tenido que aprobar una ley que obliga a todos los estados miembros a instalar cargadores en las gasolineras. No es una directiva comunitaria, o sea que no es necesario transponerla al sistema de cada país -es decir, no habrá retrasos en la aplicación. Se trata de una ley de aplicación y cumplimiento directo e inmediato. Los Estados miembros solo deben traducirla e incorporarla a su sistema legislativo. En buena parte, la ley se ha hecho para poner las pilas a los más atrasados, como nosotros.
La moda informativa consiste en crear alarma social... y detenerse aquí
Pero de lo que no se habla es de la tomadura de pelo que el gobierno español -sin ser denunciado ni por la prensa ni por la Generalitat- ha montado con las subvenciones que recibe de Bruselas (programa Next Generation) que deberían ser trasladadas al ciudadano de forma ágil y efectiva. ¡Eh, y sin trampas!
¿Por qué digo sin trampas? Ahora lo verán. Para que puedan ustedes saber qué pasa aquí que sea diferente a los otros socios de la UE, he cogido tres países (Alemania, Francia e Italia) para compararnos y ver cómo ellos distribuyen las ayudas al coche eléctrico respecto al que se practica en el sur del Pirineo. Hablo, en todos los casos de la aplicación de ayudas para 2023 -el sistema de ayudas cambia cada año dependiendo de cómo hayan ido las ventas.
Alemania
En mi opinión es el sistema más equitativo y eficaz. ¡No podía ser de otra manera! El gobierno no hace distinciones respecto al beneficiario –es decir, el individuo que compra el coche–. El estado pone 4.500 euros mientras que el fabricante pone 2.250 euros. Esto significa que comprar un coche eléctrico le cuesta a un alemán 6.750 euros menos del precio final de mercado.
Las ayudas se aplican en el concesionario. O sea, el precio del coche ya viene rebajado en el momento de comprarlo.
Francia
Como siempre, en Francia toman en consideración el aspecto social. Todas las ayudas las pone el estado en su totalidad, y el fabricante no participa. La ayuda es para todos, de 5.000 euros. Sin embargo, aquellas familias con bajos ingresos (menos de 14.089 euros per cápita familiar) tienen una ayuda adicional de 2.000 euros.
Como en Alemania, el descuento lo aplica el concesionario. El coche viene ya rebajado a la hora de comprarlo.
Italia
Siguiendo la tradición de cada sitio, en Italia se complica un poco la burocracia. Las ayudas las pone todo el estado y varían de 4.000 a 5.000 euros dependiendo de los modelos. Si, además, haces desguazar el coche te dan una ayuda adicional que oscila entre 2.000 euros y 3.000 euros.
De los trámites burocráticos cuida el concesionario. Y el descuento lo aplica el concesionario. Es decir, el coche viene rebajado a la hora de comprarlo.
España
Aquí las administraciones se han empujado una forma de pervertir el sistema y engañar. Para que vean ustedes dónde puede llegar la combinación de burócratas y políticos malévolos, explico su funcionamiento por etapas.
0. La gran diferencia con los países que hemos analizado es que la bonificación no la aplica el concesionario, sino que se trata de una ayuda que recibe el individuo que compra el coche, de forma personal. Y ahí está, entre otros, la gran trampa que, si me lo permiten, yo calificaría de estafa. Veámoslo al por menor:
- Las ayudas son de 4.500 euros por la compra de cualquier coche eléctrico. Si, además, desguazas lo que tienes, te dan 2.500 euros. Ahora bien, ¿dónde está la diferencia con los otros tres países que he mencionado?
- Se debe realizar una solicitud. Este documento es responsabilidad del comprador aunque muchos concesionarios, a fin de vender, lo tramitan ellos. O sea, hacen de gestoría.
En España se compra un coche eléctrico sin saber si te lo bonificarán. Ni ayudas a familias más necesitadas ni nada. Pagas a precio de mercado y quizás te toca la rifa
3. El comprador abona el importe del coche sin la bonificación. O sea, compra el coche al precio de venta marcado, ...
4. Puede que la ayuda solicitada no se acabe obteniendo. ¿Por qué? Pues porque la respuesta es (teléfono de información de la Generalitat de Catalunya al autor de este artículo) que "las subvenciones se darán hasta que se agote el presupuesto" y eso no se sabrá hasta que te toque. ¿Y cuándo me tocará?
5. Depende. Las esperas pueden ser de meses y años (vean esta noticia aparecida en el diari ARA, como ejemplo). O miren los tiempos de espera y el volumen de gente afectada por los retrasos según la encuesta realizada por AEDIVE y publicada en el Anuario de Movilidad Eléctrica 2022-2023:
- Más de 2 años: 22%
- Entre 1 y 2 años: 43%
- Entre 6 meses y 1 año: 15%
- Entre 1 y 6 meses; 20%
En resumen, el 80% de las solicitudes tarda más de 6 meses en responderse. Y el 65%, ¡más de un año! Ah, y la respuesta puede ser "no tienes subvención porque el presupuesto se ha agotado".
6. Conclusiones: en España se compra un coche eléctrico sin saber si te bonificarán. Ni ayudas a familias más necesitadas ni nada. Pagas a precio de mercado y quizás te toca la rifa. Y, si te toca, te toca al cabo de muchos meses.
7. Trampa final. Las subvenciones las recibe el comprador, solicitando, no el concesionario, y están sujetas a impuestos. Es decir, a diferencia de los otros países que he mencionado en donde la bonificación se deduce del importe del coche, aquí no. Recibes el dinero como un ingreso -el coche lo compraste hace meses o años a precio de mercado- y debes declararlo a hacienda. Por tanto, el importe neto al final es mucho menor.
Nota final: Para terminar de arreglarlo (un eufemismo de “para seguir engañando”), el gobierno español publicó el pasado julio un decreto que permite deducir de los ingresos un 15% del valor de compra del coche con un límite del valor del vehículo. En resumen, permite deducir de los ingresos 3.000 euros. El chocolate del loro -por unos ingresos de 20.000 euros, el comprador se ahorrará pagar a hacienda unos 700 euros aproximadamente-.
Ya ven que no es que los españoles seamos refractarios a comprar coches eléctricos, pese a las ayudas. No señor. No sufrimos otra maldición que la de tener unos gobernantes que, además de incompetentes, pretenden hacer negocio con las subvenciones que reciben de Bruselas. Ellos las reciben limpias y las pasan tarde y en bruto. Recaudan sobre una subvención.
Bien, les dejo con la inevitable la enfurecida. Esta falta de información, mezclada con las demás que nos suministran, nos llevan a pensar que en toda Europa los gobernantes son tan malos como los nuestros. No es cierto. He intentado pasarles la información que los medios no nos explican. Y es que no hablar de un tema es la mejor forma de censurarlo.