Un grupo de catedráticos, apartados de la universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a enseñar según los dogmas religiosos y morales imperantes liderados por Francisco Giner de los Ríos, fundaron la Institución Libre de Enseñanza (ILE) en Madrid en 1876. Así comenzó una labor educativa, inicialmente universitaria, al margen de los centros educativos públicos y religiosos. La ILE se inspira en el krausismo, un movimiento de renovación nacido a finales del siglo XVIII que promueve la educación de las personas en base a la ciencia y la virtudmoral, según el joven filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause.
Estas corrientes liberales arraigaron más tarde en la Mallorca de la época, una sociedad cerrada basada en un sistema donde la iglesia y los caciques locales ejercían un fuerte control sobre cualquier intento de renovación educativa. Con algunas excepciones, como GuillemCifredeColonya, nacido en el pueblo de Pollença, al pie de la sierra de Tramuntana, en 1852, quien, gracias a su inquietud y estudio, entró en contacto con representantes del krausismo en Madrid, donde se trasladó en 1869 y participó en este movimiento y en la creación de la Institución Libre de Enseñanza.
La Institución Libre de Enseñanza (ILE) nace en Madrid en 1876
Cifre regresó a Mallorca imbuido de todas las ideas y prácticas que había conocido en Madrid, con la intención de desplegar este renovado modelo educativo. Así, creó en Pollença la Institución de Enseñanza siguiendo los pasos de la institución peninsular, pero con una diferencia significativa. A diferencia de la ILE, orientada a la formación universitaria de la burguesía, la institución mallorquina se dirigía, precisamente, al pueblo que no disponía de medios para acceder a la educación.
Alfabetizar y educar a la población era una condición necesaria para su emancipación, pero sin autonomía económica esto no sería posible. Así, en 1880, fundó la Caixa d’Estalvis de Pollença, al servicio de los agricultores para que, con los créditos que la entidad financiera les otorgaba, pudieran convertirse en pequeños propietarios y ahorrar, sin tener que recurrir, como hasta entonces, a los usureros.
Si bien la figura de Guillem Cifre de Colonya es relevante, sería injusto no mencionar a su esposa, ClaraHammerl, prusiana que, al morir Cifre en 1908, se convirtió en la primera mujer directora de una entidad financiera en España y Europa. En una sociedad como la mallorquina de la época, que recelaba de los forasteros y con costumbres muy conservadoras, que una mujer liderara e hiciera crecer una caja de ahorros tiene un mérito extraordinario.
La primera caja del Estado fue la Caja de Ahorros de Jerez, constituida en el año 1834, y al año siguiente una Real Orden establece el objetivo de recibir depósitos que generen intereses con el fin de promover el ahorro. Las cajas, a diferencia de los bancos, son entidades sin ánimo de lucro, es decir, sus resultados deben revertir en la misma entidad y en la obra social.
La primera caja del Estado fue la Caja de Ahorros de Jerez, constituida en el año 1834
Aunque parece lejana, la crisis financiera de 2008, que derivó en la crisis económica hasta 2014, cambió radicalmente un sistema financiero basado hasta entonces prácticamente en un empate entre bancos y cajas de ahorros. En pocos años, el desenlace fue la práctica desaparición de las entidades sin ánimo de lucro del mapa financiero. En 2010 existían 45 cajas y se inició un plan de reestructuración que, primero, implicó un proceso de concentración de estas entidades, reduciéndolas a 15 cajas. En segundo lugar, los bancos las absorbieron por exigencia del Banco de España, lo que supuso prácticamente la desaparición de un modelo financiero secular. Esta operación requirió una ingente aportación de recursos públicos para sanear el sistema en su conjunto.
En este contexto, podríamos pensar que la Caja de Ahorros de Pollença habría seguido los pasos de sus homólogas como un resto arqueológico más de un proyecto iniciado en 1880. Nada más lejos de la realidad: de la desaparición de las cajas de ahorros han sobrevivido dos: la antigua Caja de Ahorros de Pollença, ahora llamada Colonya Caixa Pollença, y la CaixaOntinyent en la Comunidad Valenciana. Precisamente, las dos cajas más pequeñas que existían. Será necesario estudiar con perspectiva cómo, ante un tsunami como el de la crisis de 2008, dos entidades lograron sobrevivir y siguen prestando servicio en su territorio. Ser fieles a su propósito y valores desde su inicio podría haber sido uno de los factores determinantes.
Hasta finales de los años 60, Colonya Caixa Pollença solo disponía de una oficina en la ciudad que la vio nacer. Desde entonces, ha llevado a cabo una expansión controlada, especialmente de las oficinas, paso a paso, consolidándose y arraigándose en los diferentes territorios donde opera. Actualmente, cuenta con 24 oficinas en todas las islas Baleares (14 en Mallorca, 4 en Menorca y 2 en Ibiza), con más de 120 profesionales prestando servicio y gestionando 700 millones de euros en depósitos. Además, la Fundació Guillem Cifre de Colonya gestiona la parte de los excedentes destinados a la obra social.
Por si esto no fuera suficiente, Colonya Caixa Pollença fue pionera en la creación del llamado EstalviÈtic en 1999, una realidad consolidada y un referente para aquellas personas que desean hacer un uso responsable de su dinero. De los 700 millones en depósitos, 200 están vinculados a financiar proyectos éticos, con transparencia y solidaridad.
Hace años, se inició un debate sobre si las cajas de ahorros formaban parte del conjunto de organizaciones de la economía social. Visto cómo terminó todo, podría parecer un debate estéril. Sin embargo, estoy convencido de que Colonya Caixa Pollença es economía social en estado puro desde que el emprendedor social, Guillem Cifre de Colonya, la fundó a finales del siglo XIX hasta nuestros días, y que seguirá siéndolo si permanece fiel a su propósito y útil para su gente.