06
de Abril
de
2017
Act.
06
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2017
A finales de los años 60, los hogares catalanes no tenían microondas, el aguacate era uno desconocido para la mayoría de la población y a nadie se le pasaba por la cabeza comprar comer precocinado. Las familias dedicaban el 40% de su presupuesto mensual a la alimentación, que suponía el capítulo de gasto más importante. En aquella época también fue cuando nació Mercabarna, que ahora celebra su medio siglo de vida siendo uno en lo referente a escalera europea, con 700 empresas y 7.500 trabajadores. Desde este polígono alimentario, situado en la Zona franca de Barcelona, salen desde hace décadas grande parte de los productos que consumen los habitantes del área metropolitana de Barcelona. Una oferta que se ha ido adaptando a la demanda, que ha cambiado tanto como lo ha hecho el país y que ha sido sujeta a todo tipo de modas. Con motivo del aniversario de Mercabarna, la Fundación Alícia ha hecho un estudio donde repasa los principales cambios vividos.
Los años 70: la mujer seva a trabajar fuera de casa
Uno de los cambios más importantes que se ha vivido en el último siglo y que más influencia ha tenido en los hábitos alimentarios ha sido la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. Esto hace que muchas mujeres que hasta aquel momento dedicaban una ingente cantidad de horas a las tareas del hogar tengan menos rato para cocinar y, como que normalmente lo siguen haciendo ellas solas, optan por platos de elaboración más rápida. Los años 70 son una época de transformación social en Cataluña, que entre 1950 y 1975 recibe unos 2,5 millones de inmigrantes y voz como empieza a florecer una clase mediana cada vez más urbana y menos rural. La gente ya no pasa hambre como en tiempos anteriores y el sobrepeso deja de asociarse con la buena salud. Un hecho destacable es que las recomendaciones alimentarias deja de hacerlas el Ministerio de Agricultura y pasa a hacerlas el Ministerio de Salud.
Es en esta época cuando empiezan a llegar nuevos productos de fuera, como el kiwi y el aguacate. Se extiende el consumo de la piña fresca y también de las endibias; y empiezan a comercializarse los primeros alimentos congelados. El consumo de carne se duplica respecto a diez años antes y los restaurantes ofrecen cartas de raíz catalana pero cada vez más emmirallades con la cocina francesa.
Años 80: foie para todo el mundo
Esta es la década en que se consolida el Estado del Bienestar. España se abre en el mundo -el 1986 entra a formar parte de la Unión Europea- y esto facilita la llegada de alimentos de todas partes. Hay un boom de las grandes superficies y se produce una rotura progresiva de los ciclos estacionales de los alimentos. El colesterol y la obesidad se convierten en una preocupación generalizada a la sociedad, cosa que favorece la aparición de los primeros productos bajos en calorías. A finales de la década se empieza a promocionar la dieta mediterránea como una fuente de salud.
Las facilidades para importar productos y la consolidación de la clase mediana hace que se popularicen productos hasta entonces exclusivos como el salmón ahumado y el foie, que pronto pasan a formar parte de las cartas de casi todos los restaurantes, muchos de los cuales buscan como imitar el alta cocina francesa.
Años 90: bienvenido, microondas
El año 1992 supone un punto de inflexión para Barcelona y Cataluña en su conjunto. La celebración de los Juegos Olímpicos convierte la capital catalana en un polo de atracción turística y esto tiene una gran repercusión en los menús de los restaurantes. En paralelo, llega a las cocinas catalanas un electrodoméstico que ya no marcharía nunca: el microondas. El año de la efeméride olímpica sólo el 14% de los hogarestenían uno, si bienhabía un 8% que aspiraban a comprar.
La aparición de este aparato, sumada a las mejoras tecnológicas y logísticas, hace que proliferen los alimentos precocinados. En el ámbito de la salud, es durante esta época cuando se instaura la idealización del cuerpo delgado y esbelto, cosa que consolida los productos light y que en los años cercanos favorecerá la aparición de dietas extremas para controlar el peso. También se empieza a estudiar la relación entre determinadas enfermedades y el consumo de ciertos alimentos.
El menú de los hogares innova con recetas como carpaccios y pescado al papillote; y el alta gastronomía, bastante influenciada por la cocina vasca, empieza a tomar carácter. De hecho, el 1993 Lo Hierva publica el libro El sabor del mediterráneo.
Cambio de siglo: boom económico y crisis, cocinas étnicas y marcas blancas
La década del 2000 podría dividirse en dos etapas: la de expansión económica, con una subida generalizada de precios como consecuencia del cambio al euro; y la crisis económica, durante la cual las familias se ajustan el cinturón hasta el punto que el precio se convierte en el factor decisivo a la hora de comprar un producto u otro.
A principios de siglo, tanto Cataluña como el resto de España reciben una fuerte oleada migratoria y esto hace que lleguen muchos productos y platos hasta entonces desconocidos a los hogares autóctonos. Alimentos como la yuca, acabados de llegar, comparten protagonismo con la popularización de las cocinas étnicas y, en paralelo, las alarmas y los pánicos relacionados con la alimentación aumentan debido a la revolución de Internet.
La crisis y las nuevas estructuras familiares hacen que aumenten los pequeños formatos o los envases monodosi, a la vez que se amplían y se diversifican los productos precocinados o elaborados. Uno de los productos estrella que aparece es la lechuga y las ensaladas de bolsa.
La preocupación para seguir una dieta saludable convive con el culto al cuerpo; y se observa una tendencia a la alza de las dietas extremas por motivos estéticos. A la vez, el consumo de carne se dispara hasta casi 120kg por persona y año, cifra alarmantemente superior a los 21kg por persona y año que se consumían a los años 60.
La tecnología irrumpe en el alta cocina y se pone de moda la cocina "creativa", las deconstruccions y las escerificacions. Mientras tanto, en la calle, triunfan los kebab, el guacamole y vuelven con fuerza los calçots.
2017: Dónde somos y hacia donde vamos?
La crisis económica no se puede dar por superada, pero mica en mica parece que las familias catalanas sacan la cabeza y esto se hace notar en la alimentación. El envejecimiento de la población provoca que cada vez se dé más importancia al que se come, si bien el porcentaje del presupuesto familiar que se destina a esta finalidad apenas llega al 15% y tiende a la baja.
La voluntad de cuidar la alimentación es un campo adobado para el surgimiento de los superaliments y las modas, que a menudo disparan la demanda de productos de los cuales no están demostrados los beneficios que se los pregonan. La preocupación por los atributos de los alimentos también va de la mano de un incremento de la atención que se para a su origen y su elaboración, con una apuesta por los productos ecológicos y de proximidad que favorece la sostenibilidad de los cultivos y la preservación del medio ambiente. En paralelo, sigue la ampliación de la gama de productos precocinados y cada vez hay más envases monodosi. La gastronomía, como la sociedad, cada vez está más sujeta a modas efímeras.
De cara al futuro, desde la Fundación Alícia señalan que el principal reto será garantizar que toda la población tenga acceso a suficiente variedad de productos para seguir una alimentación sana y equilibrada. En este sentido, señalan que la cría de pescados en piscifactorías y el aumento del consumo de las proteínas vegetales procedentes de legumbres serán clave.
Los años 70: la mujer seva a trabajar fuera de casa
Uno de los cambios más importantes que se ha vivido en el último siglo y que más influencia ha tenido en los hábitos alimentarios ha sido la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. Esto hace que muchas mujeres que hasta aquel momento dedicaban una ingente cantidad de horas a las tareas del hogar tengan menos rato para cocinar y, como que normalmente lo siguen haciendo ellas solas, optan por platos de elaboración más rápida. Los años 70 son una época de transformación social en Cataluña, que entre 1950 y 1975 recibe unos 2,5 millones de inmigrantes y voz como empieza a florecer una clase mediana cada vez más urbana y menos rural. La gente ya no pasa hambre como en tiempos anteriores y el sobrepeso deja de asociarse con la buena salud. Un hecho destacable es que las recomendaciones alimentarias deja de hacerlas el Ministerio de Agricultura y pasa a hacerlas el Ministerio de Salud.
Es en esta época cuando empiezan a llegar nuevos productos de fuera, como el kiwi y el aguacate. Se extiende el consumo de la piña fresca y también de las endibias; y empiezan a comercializarse los primeros alimentos congelados. El consumo de carne se duplica respecto a diez años antes y los restaurantes ofrecen cartas de raíz catalana pero cada vez más emmirallades con la cocina francesa.
Años 80: foie para todo el mundo
Esta es la década en que se consolida el Estado del Bienestar. España se abre en el mundo -el 1986 entra a formar parte de la Unión Europea- y esto facilita la llegada de alimentos de todas partes. Hay un boom de las grandes superficies y se produce una rotura progresiva de los ciclos estacionales de los alimentos. El colesterol y la obesidad se convierten en una preocupación generalizada a la sociedad, cosa que favorece la aparición de los primeros productos bajos en calorías. A finales de la década se empieza a promocionar la dieta mediterránea como una fuente de salud.
Imagen de un matadero a Mercabarna. Cedida |
Las facilidades para importar productos y la consolidación de la clase mediana hace que se popularicen productos hasta entonces exclusivos como el salmón ahumado y el foie, que pronto pasan a formar parte de las cartas de casi todos los restaurantes, muchos de los cuales buscan como imitar el alta cocina francesa.
Años 90: bienvenido, microondas
El año 1992 supone un punto de inflexión para Barcelona y Cataluña en su conjunto. La celebración de los Juegos Olímpicos convierte la capital catalana en un polo de atracción turística y esto tiene una gran repercusión en los menús de los restaurantes. En paralelo, llega a las cocinas catalanas un electrodoméstico que ya no marcharía nunca: el microondas. El año de la efeméride olímpica sólo el 14% de los hogarestenían uno, si bienhabía un 8% que aspiraban a comprar.
La aparición de este aparato, sumada a las mejoras tecnológicas y logísticas, hace que proliferen los alimentos precocinados. En el ámbito de la salud, es durante esta época cuando se instaura la idealización del cuerpo delgado y esbelto, cosa que consolida los productos light y que en los años cercanos favorecerá la aparición de dietas extremas para controlar el peso. También se empieza a estudiar la relación entre determinadas enfermedades y el consumo de ciertos alimentos.
El menú de los hogares innova con recetas como carpaccios y pescado al papillote; y el alta gastronomía, bastante influenciada por la cocina vasca, empieza a tomar carácter. De hecho, el 1993 Lo Hierva publica el libro El sabor del mediterráneo.
Cambio de siglo: boom económico y crisis, cocinas étnicas y marcas blancas
La década del 2000 podría dividirse en dos etapas: la de expansión económica, con una subida generalizada de precios como consecuencia del cambio al euro; y la crisis económica, durante la cual las familias se ajustan el cinturón hasta el punto que el precio se convierte en el factor decisivo a la hora de comprar un producto u otro.
A principios de siglo, tanto Cataluña como el resto de España reciben una fuerte oleada migratoria y esto hace que lleguen muchos productos y platos hasta entonces desconocidos a los hogares autóctonos. Alimentos como la yuca, acabados de llegar, comparten protagonismo con la popularización de las cocinas étnicas y, en paralelo, las alarmas y los pánicos relacionados con la alimentación aumentan debido a la revolución de Internet.
La crisis y las nuevas estructuras familiares hacen que aumenten los pequeños formatos o los envases monodosi, a la vez que se amplían y se diversifican los productos precocinados o elaborados. Uno de los productos estrella que aparece es la lechuga y las ensaladas de bolsa.
La fruta ha jugado un papel clave en la evolución de Mercabarna. Cedida |
La preocupación para seguir una dieta saludable convive con el culto al cuerpo; y se observa una tendencia a la alza de las dietas extremas por motivos estéticos. A la vez, el consumo de carne se dispara hasta casi 120kg por persona y año, cifra alarmantemente superior a los 21kg por persona y año que se consumían a los años 60.
La tecnología irrumpe en el alta cocina y se pone de moda la cocina "creativa", las deconstruccions y las escerificacions. Mientras tanto, en la calle, triunfan los kebab, el guacamole y vuelven con fuerza los calçots.
2017: Dónde somos y hacia donde vamos?
La crisis económica no se puede dar por superada, pero mica en mica parece que las familias catalanas sacan la cabeza y esto se hace notar en la alimentación. El envejecimiento de la población provoca que cada vez se dé más importancia al que se come, si bien el porcentaje del presupuesto familiar que se destina a esta finalidad apenas llega al 15% y tiende a la baja.
La voluntad de cuidar la alimentación es un campo adobado para el surgimiento de los superaliments y las modas, que a menudo disparan la demanda de productos de los cuales no están demostrados los beneficios que se los pregonan. La preocupación por los atributos de los alimentos también va de la mano de un incremento de la atención que se para a su origen y su elaboración, con una apuesta por los productos ecológicos y de proximidad que favorece la sostenibilidad de los cultivos y la preservación del medio ambiente. En paralelo, sigue la ampliación de la gama de productos precocinados y cada vez hay más envases monodosi. La gastronomía, como la sociedad, cada vez está más sujeta a modas efímeras.
De cara al futuro, desde la Fundación Alícia señalan que el principal reto será garantizar que toda la población tenga acceso a suficiente variedad de productos para seguir una alimentación sana y equilibrada. En este sentido, señalan que la cría de pescados en piscifactorías y el aumento del consumo de las proteínas vegetales procedentes de legumbres serán clave.