Hace un mes que no salimos, hace casi dos que no trabajamos y no lo volveremos a hacer hasta finales de verano, con suerte.
Las personas que nos dedicamos al sector de los acontecimientos somos invisibles, todo el mundo conoce el resultado de nuestro trabajo pero nadie nos ve, nadie piensa en nosotros y esto no es malo porque quiere decir que trabajamos bien. Nosotros somos los organizadores, y el buen acontecimiento es el que fluye, el que sucede de forma que parece natural, una cosa última la otra, con ritmo, generando emociones y transmitiendo mensajes.
Convenciones, congresos, mítines, fiestas, bodas, viajes de inventos, ferias, conferencias, inauguraciones, ruedas de prensa, conmemoraciones, presentaciones de producto... Hacemos esto y muchas cosas más. Y ahora, todo se ha parado. En seco. Sin vaselina.
Esta invisibilidad, que es signo de un buen trabajo, es también, hoy por hoy, nuestro enemigo. No existimos. Se habla del sector del turismo, la hoteleria y la restauración pero no se habla de nosotros. Como mucho somos los de las croquetas o los que ponemos los payasos. Poco más.
"El mundo de los acontecimientos mueve aproximadamente unos 20.000 millones euros por año en España"
El mundo de los acontecimientos mueve aproximadamente unos 20.000 millones euros por año en España y tanto España como Catalunya somos líderes en nuestra capacidad de atraer y organizar acontecimientos en nuestro país. Además tenemos la singularidad de desestacionalitzar la demanda turística. Llenamos hoteles, restaurantes y palacios de congresos cuando el turismo de vacaciones es más bajo y lo hacemos con unos visitantes de calidad que gastan casi el doble que el turismo de vacaciones. Además, los estudios del sector indican que una gran mayoría de los visitantes por razones profesionales vuelven después con sus familias o amigos. Somos un sector estratégico, esto está claro.
Pero este sector nuestro tiene algunas peculiaridades que lo hacen especialmente sensible a esta crisis. El distanciamiento social es exactamente lo contrario a lo que hacemos en nuestro trabajo. Se puede hacer un partido de fútbol a puerta cerrada pero no se puede hacer una convención de ventas sin vendedores, una boda sin novios o una fiesta sin invitados.
Este es un sector relativamente nuevo (30 años? 50 años?) que ha crecido de la mano de una demanda que valora nuestro privilegiado entorno, nuestra magnífica industria turística y la seriosidad de nuestros profesionales que hacen que aquí, organizar un acto de cualquier tipo tenga, de entrada, muchos números para ser un éxito.
Un sector joven como el nuestro, formado por algunas empresas grandes y decenas de miles de autónomos y microempresas, no está preparado para una parada de emergencia como esta y aquí es donde pedimos ayuda.
Matar moscas con cañones no vale.
Me hace mucha rabia cuando siento a los políticos, unos y otros, hablar de soluciones de apoyo para "autónomos y pymes". Siempre son para "autónomos y pymes". Una pyme puede tener hasta 250 trabajadores. ¡250 trabajadores! Las medidas que sean buenas para las pymes no tienen porque serlo para las microempresas (menos de 10 trabajadores) ni, todavía con más razón, para los profesionales autónomos (ellos y su circunstancia).
Se han puesto sobre la mesa créditos a interés cero (o casi) como solución para enfrentarse a la situación actual. Se han aplazado los plazos de pago de impuestos (el IVA por ejemplo) pero, de que nos sirven unas ayudas que en lugar de tapar agujeros simplemente aplazan el problema? No tenemos trabajo pero nos gusta comer cada día y pagar el alquiler y las escuelas de nuestros niños. Endeudarnos (es igual que sea sin intereses) no vale.
"De que nos sirven unas ayudas que en lugar de tapar agujeros simplemente aplazan el problema?"
Una situación como la actual necesita soluciones quirúrgicas. Soluciones a medida de nuestra industria y, dentro de ella, de cada perfil empresarial y profesional. Las microempresas y los autónomos nos asemejan más a las familias que a las pymes y a una familia aplazarle un pago puede ayudarla momentáneamente pero no le saca el problema, simplemente lo aplaza. A una familia darle un préstamo a un bajo interés le puede ayudar a pagar deudas ahora, pero mañana aquellas deudas, ahora a nombre de un banco o del estado, se mantendrán inamovibles.
Los que nos dedicamos a los acontecimientos trabajamos en algo que nos apasiona, bajo mucha presión (la del directo y la de nuestros nerviosos clientes) y con recursos, especialmente de tiempos, siempre escasos, pero la adrenalina que comporta el directo es una droga dura y si te engancha ya no te deja. Los que hacemos acontecimientos nos enfrentamos cada día a situaciones diferentes, en lugares diferentes y para clientes diferentes. Y esta variedad nos gusta y nos motiva.
No, no queremos dejar de trabajar en lo que hacemos, lo que nos gusta y lo que hacemos bien. Sólo piden un poco de sensibilidad y que, por una vez, los que mandan miren detrás el escenario y se den cuenta de que allí hay mucha gente generando valor. Con una mirada hay bastante.
Técnicos de sonido, de luz, de audiovisuales, de escenario, diseñadores, montadores, programadores, productores, decoradores, escenógrafos, regidores, carpinteros, metalistas, artesanos, dibujantes, camareros, cocineros, proveedores de alimentación, actores y actrices, directores, proveedores de vestuario, coreógrafos, realizadores, iluminadores, sonidistas, actores de doblaje, guionistas, impresorws, personal de seguridad y limpieza, bedeles, comerciales, transportistas, huéspedes, intérpretes, chóferes... Mucha gente.
Gente invisible pero también imprescindible. No pedimos tanto.