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Consejos para prevenir el golpe de calor en los adultos

En caso que se produzca este trastorno, es necesario tratarlo de urgencia, ya que si no puede provocar daños orgánicos en el sistema nervioso central y en los riñones

Un golpe de calor se produce cuando la temperatura corporal llega a los 40ºC | iStock
Un golpe de calor se produce cuando la temperatura corporal llega a los 40ºC | iStock
especialista en medicina interna de la Clínica Diagonal
Barcelona
08 de Julio de 2019

El golpe de calor es un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas o la realización de esfuerzo físico en este mismo contexto. Ocurre cuando la temperatura del cuerpo alcanza e incluso supera los 40°C. Frente a esta situación, requiere tratamiento de urgencia ya que si no se trata puede provocar daño orgánico, especialmente del sistema nervioso central y los riñones. El cuadro clínico empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, generándose de forma rápidamente progresiva graves complicaciones que pueden conducir, en los casos más severos, incluso a la muerte del individuo.

Algunos de los signos y síntomas del golpe de calor son: elevación progresiva de la temperatura corporal, piel enrojecida, sensación de náuseas y/o vómitos, respiración rápida y poco profunda, cefalea, alteración del estado mental, del comportamiento, irritabilidad, delirio, convulsiones y en los casos más graves coma.

Los grupos poblacionales con mayor riesgo de padecer esta complicación son los ancianos, los niños (en especial entre 0 y 4 años), los pacientes diabéticos, los pacientes con enfermedades crónicas cardiacas, los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas y las mujeres embarazadas.

De una manera sencilla intentaremos explicar cómo evitar este trastorno y cómo proceder en los casos leves. Las recomendaciones generales para prevenir el golpe de calor incluyen:

 

  1. Evitar tomar el sol en las horas de máxima intensidad. En concreto, entre las 12 y las 15:00 horas.
  2. Aplicarse con frecuencia protectores solares adecuados a cada fototipo cutáneo. Esto no previene el golpe de calor, pero sí las quemaduras solares, que hacen que, por la noche, tras la jornada solar, nuestra temperatura cutánea sea más alta.
  3. Alternar la exposición solar con momentos a la sombra.
  4. Hidratarse de forma abundante. Aconsejamos la ingesta de entre un litro y medio y dos litros de líquidos, como mínimo, al día.
  5. Evitar las bebidas alcohólicas y la cafeína durante los días de más calor.
  6. No tomar jamás diuréticos como fármacos adelgazantes sin la prescripción de un médico, pues pueden alterar el equilibrio renal y precipitar una deshidratación de forma más acelerada.
  7. Vestirse con tejidos que faciliten la transpiración.
  8. Llevar gorra o sombrero si se está expuesto directamente al sol en las horas de más calor.
  9. Nunca realizar ejercicio físico intenso al aire libre durante las horas de mayor intensidad solar.
  10. Realizar pequeñas ingestas alimentarias suaves de forma más frecuente, en lugar de grandes cantidades de golpe o preparaciones muy pesadas de digerir.

Si nos encontramos con un caso que nos sugiera por la sintomatología un posible golpe de calor debemos: colocar al paciente a la sombra inmediatamente, administrarle abundantes líquidos haciéndole beber despacio, colocarle compresas frías y/o darle un baño en agua fría. En caso de que no se recupere correctamente y los síntomas empeoren (por ejemplo, que aparezcan convulsiones o pérdida de consciencia) se deberá trasladar al enfermo a un centro sanitario con urgencia o avisar inmediatamente a una ambulancia.

Adquiriendo estas sencillas medidas preventivas podemos disfrutar del sol y del verano sin riesgos. Felices vacaciones.