Coronavirus, una mala pieza

El profesor Josep Lladós analiza por qué el coronavirus y la crisis sanitaria puede resultar "un golpe de gracia funesto" para la economía

Una persona protegida durante una desinfecció por el coronavirus | Europa Press
Una persona protegida durante una desinfecció por el coronavirus | Europa Press
profesor de Economía y Empresa de la UOC
Barcelona
12 de Marzo de 2020

La llegada del coronavirus amenaza con dejar fuera de combate una economía internacional que avanza a trancas y barrancas por los caminos del brexit, la crisis de identidad europea y el resurgir proteccionista. El imprevisto Covid-19 puede acontecer un golpe de gracia funesto, porque la crisis sanitaria llueve sobre patios ya embalsados y hoy los riesgos de recesión son mucho más evidentes que cuando hablábamos de un virus desconocido que había aparecido en una distante provincia china.

"El imprevisto Covid-19 puede acontecer un golpe de gracia funesto, porque la crisis sanitaria llueve sobre patios ya embalsados y hoy los riesgos de recesión son mucho más evidentes"

Es lo que tiene la elevada interdependencia económica existente: que hay que contar con ella a todas horas, a las duras y a las maduras. Al impacto económico que ya estamos advirtiendo iremos incorporando los otros efectos inducidos a medida que se vayan confirmando. Los mercados financieros ya parecen haber tirado la toalla, en modo pánico y acostumbrados a gestionar mal las situaciones de alta incertidumbre. Dinero y compradores han huido despavoridos desconfiando de la evolución futura de los resultados empresariales y provocando una pérdida de riqueza financiera a familias y empresas que poco ayudará a mantener los niveles de consumo e inversión.

A estas alturas, ya sabemos que el primer semestre del año será adverso y tendremos que acostumbrarnos a un goteo de datos económicos desfavorables. Las actividades económicas vinculadas a la movilidad han abierto la caja de Pandora. Los servicios de transporte, turismo, ocio, restauración, hostelería, ferias comerciales y viajes de negocios o energía ya prevén resultados a la baja. Pero el plato principal será servido por el comercio y la inversión internacionales que ya acabaron 2019 con la mirada perdida.

¿Una crisis temporal?

China es el segundo mercado más importante del mundo, un gran importador de servicios turísticos y el epicentro de la llamada Fábrica Asia, un nodo vital de las principales cadenas globales de valor. Muchos componentes y materias primas provienen o circulan por estas economías, de forma que los recortes de producción y el cierre temporal de fábricas inducirán rupturas en cadenas de suministro a diestro y siniestro. El impacto final inducido por la enfermedad infecciosa será incierto, a pesar de que probablemente la recesión visite algunas economías vecinas y los costes del episodio tal vez acaben superando el billón de dólares, sobre todo por la pérdida de confianza y la creciente imprevisibilidad que afecta negativamente a las decisiones de inversión.

A estas alturas, se hace difícil prever un desenlace en forma de V y con una resolución fulminante de la traba. De hecho, su alcance final dependerá del alcance de la propagación del virus y de la eficacia en las medidas de prevención, detección y contención. Tenemos que confiar pues que tenga un carácter temporal y actuaciones preventivas de carácter restrictivo como las impulsadas en Italia, China o en los ámbitos relacionados con los acontecimientos deportivos ayudarán a mitigar la expansión del problema y proteger los servicios sanitarios.

"Las medidas que adoptamos como cortafuegos generan alarma, amplían la sensación de crisis y perjudican a la economía en el corto plazo"

La magnitud del reto exigiría tranquilidad, racionalidad científica y plena confianza, pero estas mismas medidas que adoptamos como cortafuegos, también generan alarma, amplían la sensación de crisis y perjudican a la economía en el corto plazo. Haría falta pues levantar la mirada y trabajar desde ahora para cuando las buenas noticias lleguen, se modifique el sentimiento de los mercados y mejoren las expectativas para la inversión empresarial. La superación del episodio en China será un primer paso favorable.

Mientras tanto, sería prudente reforzar los servicios sanitarios, ofrecer apoyo directo a los sectores más afectados y reactivar inversiones pendientes, en detrimento de otras prioridades económicas. Los planes de estímulo impulsados por algunas economías europeas nos indican la vía correcta, sobre todo en un contexto en el que poca ayuda puede provenir de una política monetaria ya extremadamente laxa. Y sí, es evidente que tendremos que gestionar una crisis de deuda todavía más delicada, pero este es otro tema.