Yo no es que sea un experto en Covid-19 pero he leído mucho sobre el tema. Esta frase aplicada a cualquier tema que fuera de actualidad, la solía decir Manel Ferrando, un espontáneo del público de Persones Humanes, el programa que dirigía y presentaba Miquel Calçada a mediados de los 90. Cualquier tema o invitado era bueno para que el Sr. Ferrando se levantara de entre los asistentes y formulara la correspondiente pregunta extemporánea en busca de la verdad. Manel Ferrando fue el primer tuitaire mucho 13 antes de que Twitter existiera.
"Yo no es que sea un experto en covid-19 pero he leído mucho sobre el tema. Esta frase aplicada a cualquier tema de actualidad, la solía decir el espontáneo Manel Ferrando"
Hoy no lo tendría tan fácil. Si en los 90 haber leído mucho sobre un tema no era garantía de nada, hoy todavía menos. De la Covid-19 lo hemos leído, oído y visto todo (y lo que veremos) y ahora todavía no sabemos si llevar una mascarilla sirve para algo o no. Y este es un debate comprensible, simple, visual y de respuesta binaria. Imaginad la dificultad con los debates que son complejos de verdad.
Verdad es la palabra clave. Si tuviéramos que definirla no nos pondríamos de acuerdo. Llevamos más de 3.000 probando de definirla y a todo a lo que hemos llegado es que la verdad es cambiante, relativa y si me apuráis personal e intransferible. La representación que cadauno de nosotros tiene de lo que nos rodea, lo que llamamos realidad, es única y vive dentro de nuestro cerebro; la única manera que tenemos de compartirla es con los lenguajes (hablado, visual, artístico, computacional, etc.). Los lenguajes son la interfaz natural para conectar cerebros. El problema es cuando los lenguajes son tan diferentes que no nos permiten conectar con el cerebro de quien tenemos delante.
El debate de las mascarillas es en realidad un problema de lenguaje. Si vuestro lenguaje es de derechas, de la doctrina aznariana de "¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí? Deja que beba tranquilamente", pensaréis que no hay que llevar mascarilla, que ni os protegerá ni protegerá nadie y que "yo ya controlo". Si sois de izquierdas y creéis que "este virus no entiende de territorios ni de ideologias" y pensáis que unas islas tropicales cerca de África tienen las mismas necesidades que una urbe como Barcelona, entonces estaréis a favor de llevar la mascarilla incluso para ir a lavaros los dientes. Si sois independentistas —una cuestión que no es de derechas ni de izquierdas sino de buen gusto como decía el admirado Ramon Barnils—, miraréis de reojo unos y otros para hacer todo lo contrario, mientras unos y otros os miran de reojo a vosotros para hacer lo contrario del contrario.
Sólo desde estas disparidades en el lenguaje se explican las falsas polémicas en las redes de unas fotografías de supuestas (o no) aglomeraciones en la Mar Bella de Barcelona. De repente una generación de fotógrafos que no han tocado nunca ningún objetivo de fotografía (pero han hecho muchas fotos sobre el tema, con el móvil siempre) se han puesto a discutir sobre la intencionalidad de utilizar un objetivo u otro en las imágenes de las familias paseando en la playa de Barcelona. Ni en el lenguaje visual nos ponemos de acuerdo. Lo añadimos a la colección de pandemias? Abrimos debate en Twitter.