Hace tiempo que las feministas que se dedican a estudiar la economía vienen diciendo que la producción doméstica, del hogar y de las personas vulnerables no se cuantifica y que su aportación a la economía engrandaría el PIB. En febrero de 2017 la economista Carme Poveda, responsable del gabinete de estudios económicos e infraestructuras de la Cambra de Comerç de Barcelona, presentaba un estudio sobre estas cifras avalado por el Observatori Dona Empresa i Economia (ODEE). El estudio se puede consultar aquí pero aquí un resumen: El PIB del trabajo doméstico y de cuidados se estimaba en 50.321 millones de euros en 2015, sólo en Catalunya. Por lo tanto, si se considerasen las tareas domésticas, el PIB catalán se incrementaría como mínimo un 23,4%, pasando de 214.927 millones de euros actuales a los 265.248 millones de euros (cifras del 2015). En esta situación en la que estamos ahora, ¿qué PIB se está generando realmente?
En opinión de Carmen Castro Garcia, experta en economía e igualdad de género, resulta difícil poder hacer una estimación ajustada respecto a si la valoración cuantitativa del trabajo de cuidados y doméstico no remunerado llegará a compensarlo, pero afirma que "en caso de que su cuantificación fuera incluida en el PIB, podría superar el 40% a las posibles pérdidas de Valor Agregado Bruto (VAB) de la actividad económica -que sí que computa en el PIB como el sector turístico, hostelería o la producción y distribución de determinados bienes y servicios".
Castro añade que "en los datos de cuidados y reproducción social que 'no se ven en las estadísticas', según las estimaciones de la OIT, sólo las actividades domésticas no remuneradas, consiguen el 15% del PIB; si incluimos además, las relaciones de cuidados no remunerados representaría el 40% del PIB (usando los datos de la última encuesta de Usos del tiempo del INE, de 2010). La economista mantiene que estos últimos datos muestran "coherencia" con las cifras que obtiene, por ejemplo, Euskadi, en su Cuenta Satélite del Trabajo Doméstico de 2016, en el cual los trabajos domésticos no remunerados equivaldrían al 32,4% de su PIB.
Carmen Castro: "Si en las actividades domésticas no remuneradas incluimos las relaciones de curas no remuneradas representaría el 40% del PIB"
No parece una locura, cuando el estudio de Poveda para el ODEE ya sitúa la cifra de producción en un 23,4% del PIB catalán. Actualmente, a escala estatal, lo que no está produciendo la industria turística, que es el 12% del PIB nacional, ¿lo podría estar compensando esta dedicación que están haciendo, desde el confinamiento, las familias? Hay matices. En opinión de Eva Benages, economista del equipo técnico del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), el aumento del trabajo doméstico no compensará la reducción del VAB de mercado, que además afecta otras actividades no susceptibles de ser realizadas por los hogares. "Al dedicar más horas al trabajo doméstico, la producción doméstica aumentará. Pero habría que ver cuánto, porque no creo que se hayan sustituido las horas de trabajo de mercado por horas de trabajo doméstico íntegramente. Y los salarios de mercado suelen ser más altos", apunta la experta.
Benages (IVIE): "No creo que se hayan sustituido las horas de trabajo de mercado por horas de trabajo doméstico íntegramente"
Benages lo explica, punto por punto, haciendo referencia a las diferentes actividades que a estas alturas se están realizando dentro del hogar. "Si antes salíamos a comer a bares o restaurantes, habrá una parte del valor añadido de restauración que se está generando ahora en los hogares, pero la valoración de estas horas de "tareas de cocina" es inferior a la del mercado, puesto que se aplica el salario del personal doméstico". Además, Benages explica que en cuanto al valor de las actividades de "proporcionar alojamiento" -incluye limpieza del hogar, reparaciones, etc.- es cierto que ahora pueden dedicarse más horas a esta tarea, pero apunta que también es cierto que "ahora parte de este servicio doméstico se ha quedado en casa. Por ejemplo, la chica que limpia en una casa no irá estas semanas y esto reducirá los ingresos de este sector".
En tareas de proporcionar vestido, Benages recuerda que se emplea muy poco tiempo en esta tarea en la actualidad. "No creo que ahora nos pongamos todos a coser. Y además, continúan funcionando las tiendas de ropa online", recuerda la economista.
Cuidado de niños y personas mayores
En el tema de los cuidados y la educación, Benages matiza que el hecho que "los niños estén en casa no implica que haya siempre un adulto atento a ellos y organizándoles actividades y tareas educativas... si están viendo la tele o jugando con la pantalla táctil, no cuenta, porque esto sería ocio también para el adulto".
El trabajo de cuidado de los mayores sí que pasaría a contabilizarse como producción del hogar. "En el caso de los mayores dependientes, si ahora son los familiares los que se encargan de sus cuidados o la persona que antes se ocupaba de ellos ahora no acude a casa, este trabajo sí que pasa a contabilizarse como producción de los hogares, pero también es difícil saber cuántos casos hay de este tipo, porque los servicios de cuidados a dependientes, en teoría, continúan funcionando", añade.
Precisamente este sector es uno de los que está más en riesgo de empobrecerse, como señala Anna Mercadé, directora del ODEE, quien apunta que el confinamiento perjudicará "el 30% de personas en riesgo de pobreza, que la mayoría son mujeres". Mercadé opina que simplemente las mujeres en esta situación seguirán manteniendo la sociedad más que nunca .... "Ellas representarán casi la mitad del PIB de estos meses y lo cifraría en un 40% y ningún Gobierno ha hablado estos días de dar una ayuda o líneas de sueldos a las personas que ayuden en los trabajos domésticos y de cuidados".
Mercadé: "Ellas representarán casi la mitad del PIB de estos meses, lo cifraría en un 40% y ningún Gobierno ha hablado estos días de darlos una ayuda"
A la pregunta de si se podría revisar la suma de la producción que se hace colectivamente, Mercadé cree que los Gobiernos tendrían que probar este tiempo de confinamiento para hacer un ensayo de la sociedad que tiene que venir, en que el teletrabajo ayude a conciliar, "una verdadera revolución que entienda que la cura de los otros también es producción". También está de acuerdo Carmen Castro en esta afirmación, cuando alerta que "necesitamos repensar todo, la economía completa. La pandemia nos confronta con la realidad que no se quería ver; ha hecho aflorar debilidades y heridas abiertas por la gestión austericida neoliberal de la década pasada y está siendo soportada desde las actividades y relaciones que intervienen en la reproducción social". El economista avisa que "la pandemia actual nos interpela a la necesidad de enfocarnos en como soportar este escenario tan difícil y a la urgencia de replantearnos la prioridad de las actividades y servicios que contribuyen a la sostenibilidad de la vida". Todo un reto.