Cuatro días en Jeju: la isla donde la naturaleza, la cultura y la historia coreana se encuentran

Una de las grandes patas de la economía de la isla es su cultura, especialmente el trabajo de las 'haenyeo', las mujeres buceadoras que desde hace décadas rigen la economía pesquera de la isla

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Hace unos meses llegué a la isla de Jeju, después de haber pasado dos semanas explorando Corea del Sur. Visité sus grandes ciudades y lugares más memorables, e incluso me aventuré hasta la frontera con el norte, una de las más hostiles del mundo. Antes de aterrizar, me prometieron una isla en medio del Pacífico con abundante naturaleza y tranquilidad. Al regresar, reafirmé mi certeza de que, algún día, viviré en una isla. A Jeju Island la llaman la "Hawái coreana". De hecho, Jeju es actualmente uno de los destinos favoritos de los coreanos. Aunque sus paisajes me dejaron sin palabras, lo más sorprendente no fue su belleza natural, sino la rica historia política que descubrí en este pequeño trozo de tierra.

Bienvenidos a 'Jeju-do', la Hawaii coreana

Hay muchas cosas que desconocía de esta pequeña isla. Situada en el sur de la península coreana, tiene una superficie de aproximadamente 1.848 kilómetros cuadrados (algo similar a la superficie de Gran Canaria) y es una de las islas más históricamente ricas del país y el continente. Jeju tiene unos 670,000 habitantes y unas estatuillas de piedra, similares a las de la Isla de Pascua, que se encuentran en toda la isla. En coreano se conoce como “Jeju-do” y es famosa por su clima templado y suave, así como por su creciente atractivo turístico en los últimos años.

Jeju tiene unos 670.000 habitantes y unas estatuas de piedra, similares a las de la Isla de Pascua, que se encuentran por toda la isla

La isla de Jeju es un paraíso natural que se ha reconocido como una de las 7 New Wonders of Nature. Cronológicamente, la isla fue designada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2002, Patrimonio de la Humanidad en 2007 y Geoparque Mundial en 2010. Entre algunas de sus maravillas encontramos el Monte Hallasan, pico más alto de Corea del Sur con un volcán inactivo que ha devenido un gran centro de senderismo, sus preciosas cascadas y cuevas naturales o el famoso cráter volcánico del Seongsan Ilchulbong.

Historia política y memoria: por qué es mucho más que un sitio bonito

La isla de Jeju situada al sur de la península coreana, tiene una superficie de aproximadamente 1.848 kilómetros cuadrados | iStock
La isla de Jeju situada al sur de la península coreana, tiene una superficie de aproximadamente 1.848 kilómetros cuadrados | iStock

Y es que además de la historia, otra de las grandes patas de la economía de la isla es su cultura, concretamente, las prácticas que aún se mantienen desde hace generaciones que también han sido reconocidas por instituciones como la UNESCO, en especial la labor de las haenyeo, las mujeres buceadoras que hace décadas que rigen la economía pesquera de la isla a partir de sus técnicas comunitarias y su recolección de crustáceos y pesca de peces sin equipos de buceo.

Las mujeres buceadoras que hace décadas que rigen la economía pesquera de la isla a partir de sus técnicas comunitarias y su recolección de crustáceos y pesca de peces sin equipos de buceo

Además de todo esto, también es conocido gastronómicamente por una dieta rica y variada. Lo que más curioso me pareció fue que la isla es famosa por sus mandarinas (que tienen el tamaño de una naranja, aunque con un sabor que ni las de Valencia), y de ellas han hecho todo tipo de productos y souvenirs, desde dibujos simpáticos de mandarinas antropomórficas hasta perfumes, cremas de manos, mermeladas o zumos.

Si en algo los coreanos son especialistas es en sacar el mayor partido a la cute-ificación de absolutamente todo. La turistización de la isla en los últimos años también ha traído algunos de los museos más extraños y variopintos, desde el Snoopy Garden hasta el Museo del Osito de Peluche. Así, la economía de la isla cada vez es más dependiente del turismo y el desarrollo inmobiliario y menos de la pesca y agricultura, que han sido sus actividades principales durante siglos.

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Jeju Island, aunque conocida por su belleza natural y singularidad paisajística, alberga una historia política fundamental que abarca desde el período colonial hasta la presencia estadounidense en Corea y la división de las dos Coreas. Esta pequeña isla ha sido testigo de eventos cruciales en la historia coreana, que van más allá de su apariencia idílica. Desde levantamientos durante la colonización japonesa hasta la represión política durante la ocupación estadounidense, Jeju Island ha desempeñado un papel central en la narrativa histórica de Corea, ofreciendo una perspectiva única para comprender los acontecimientos que han dado forma al país.

Un siglo XX movidito: Jeju durante su contemporaneidad

Uno de los puntos de mayor inflexión en la historia coreana es la presencia de tres grandes potencias en su territorio, pero también gestión nacional, primero China, luego Japón y finalmente Estados Unidos. Estas potencias no solamente han influenciado enormemente la política del país, sino también su transcurso histórico y forma actual, dividida en dos estados enfrentados. En 1910 Corea es anexada por Japón y la isla pasa a formar parte de su imperio. El proceso de colonización que Japón impuso sobre Corea también se lleva a cabo en la isla, donde la asimilación cultural y económica, la represión de derechos civiles y la cultura local, y la explotación laboral marcan el duro inicio del siglo XX. Sin embargo, esto no evitó la resistencia y los levantamientos, como el Movimiento de Independencia de marzo de 1919, iniciado en la península coreana y que se extendió en la isla en la que la ciudadanía organizada buscó la liberación del gobierno colonial del momento. Si bien la participación de la isla fue más bien indirecta, su historial de dominio japonés hizo que la resistencia de la isla se pusiera al servicio del resto del país.

De vuelta en Seúl, la vibrante capital del país, transfiero cuidadosamente mis experiencias al ordenador en una cafetería. Organizo con esmero los papeles, folletos y pequeños libros que he recolectado durante todo el viaje. En ese momento, una señora se acerca con curiosidad para ver lo que estoy haciendo. "Cuando estalló la guerra, mis padres me llevaron a refugiarse en Jeju. Era el único lugar donde los niños podían sentirse seguros", me dice al notar mis documentos. Con ternura, la anciana comparte conmigo sus primeros recuerdos, impregnados de los verdes, grises, naranjas y azules de la isla. La escucho con atención durante un rato antes de volver a mi investigación.

En 1910 Corea es anexionada por Japón y la isla pasa a formar parte de su imperio

Al parecer, después que mi nueva amiga volviese a Seoul, pasada la Segunda Guerra Mundial, y ya sin el dominio japonés, Corea es dividida y Jeju pasa, a regañadientes, a formar parte de Corea del Sur, controlada por Estados Unidos. Y digo a regañadientes porque, sin ser un hecho muy conocido más allá de las coordenadas coreanas, la isla fue uno de los espacios más combativos antes, durante y después de la guerra. Durante las elecciones de separación, en 1948, se produce la Insurrección o Masacre de Jeju en un levantamiento contra el gobierno del anticomunista Syngman Rhee, en las que la represión política y social que marcará los próximos años da su golpe de salida. Jeju fue uno de los puntos de mayor resistencia contra la separación de Corea, que era comprendida como una pérdida importante para ambos países restantes. A partir de este momento la presencia militar en la isla aumentará, y la isla queda dominada por el terror. Se llevaron a cabo enormes violaciones de Derechos Humanos que aún hoy en día están por resolver. Sin embargo, esto no consigue terminar con los anhelos de democracia y participación popular de los habitantes de Jeju y sus principales grupos organizados.

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Una revolución en cinco décadas: de isla estratégica a destinación turística

Durante la Guerra Fría la tensión aumenta, y la lucha política lleva a una gran persecución en nombre de la lucha contra el comunismo. Las persecuciones anticomunistas son habituales, y también las acusaciones de comunismo de cualquier intento de organización por parte de la sociedad civil. La isla contará, así, con una gran presencia policial y militar durante los años fríos, y se llevarán a cabo millares de detenciones que vulneran los Derechos Humanos de múltiples maneras.

Uno de los eventos más destacados de esta época será la Masacre de Gwangju el 18 de mayo de 1980, donde mueren centenares de personas por sus protestas en contra de la dictadura de Chun Doo-hwan, dictador militar surcoreano que dirigió Corea del Sur de 1980 a 1988. Jeju-do fue uno de los espacios desde los que se ofreció mayor resistencia, pues su situación de província especial permitía una mayor distancia respecto de los puntos fuertes del conflicto, como las ciudades de Seúl y Busan. Durante este evento tomaron la capital con las armas robadas de estaciones policiales y militares y pidieron una mayor democracia en la isla y en las Coreas. Fueron derrotados por el ejército surcoreano y se llevaron a cabo centenares de detenciones y muertes civiles, aunque la dictadura sólo declaró 165 fallecidos.

Durante este evento tomaron la capital con las armas robadas de las estaciones policiales y militares y pidieron una mayor democracia en la isla y en las Coreas

Aunque es a partir de la década de 1970 que Jeju empezará a transformarse en la isla vacacional y reserva natural que podemos visitar hoy en día, eventos como este no se marchan de la memoria colectiva como si nada. Así, la isla ha llevado a cabo una importante tarea de restauración de memoria histórica. En 2006, la isla de Jeju fue designada como provincia especial, con un estatus administrativo especial y un mayor control sobre sus asuntos locales. En 2007 la UNESCO llevó a cabo sus reconocimientos y desde entonces el turismo, pero también las series televisivas o las conocidas k-dramas de la hallyu (ola coreana) también se han grabado en sus paisajes. Detrás de su belleza, Jeju se esfuerza por preservar los recuerdos camuflados en sus rocas volcánicas, asegurándose de que sus preciosos paisajes no oculten lo que ha costado tanto sacar a la luz

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