
“La Caixa vuelve a Catalunya”, “La Caixa vuelve a casa”. Son los titulares destacados del miércoles por la tarde. ¿La Caixa? ¿El banco donde tengo la nómina, donde pago los recibos de toda la vida? No. Ahora cuando dicen Caixa, ya no hablan del banco, sino de la Fundación (de la obra social de) “la Caixa” y, de paso, de Critèria, el holding privado que agrupa las participaciones accionarias de la antigua caja de ahorros. En primer lugar, de CaixaBank.
Un buey por bestia grande
Esta falta de rigor comunicativo que afecta a todas las ediciones digitales de los diarios, incluidos los de papel -con la notable excepción de VIA Empresa y de algún otro más- solo tiene dos explicaciones posibles: o reprodujeron acríticamente la nota de prensa que ya inducía voluntariamente a la confusión o ya les iba bien apuntarse al embrollo de tantas ganas -de publicidad- que tenían. Visto que los comentarios editoriales insisten horas después, debemos pensar que más bien se trata de la segunda hipótesis.
¿Y es que alguien duda que, en realidad, nunca habían abandonado las torres negras de la Diagonal?
Por cierto, hace una semana en el CaixaFòrum de Palma, ciudad donde hasta ahora tenían la sede la Fundación y Critèria, no había ni rastro de ambas entidades. Solo la conocida exposición sobre el fondo Anglada-Camarasa y una muestra de tercera división, de estas que envía el Museo del Prado a cambio de la generosidad de la Fundación. Ni para elevar la programación del CaixaFòrum de Palma había servido a la ciudad acoger nominalmente la sede de la Fundación y de Critèria. Y es que, ¿alguien duda que, en realidad, nunca habían abandonado las torres negras de la Diagonal?
“Nos sentimos particularmente valencianos”

CaixaBank, de momento, es otra cosa. Hace pocas semanas, interrogado sobre el tema de la sede, Gonzalo Gortázar, consejero delegado del banco, manifestó -en castellano, claro- que se sentían muy valencianos. Esta fanfarronada llamativa, sin embargo, no fue lo más importante de lo que dijo, sino que recordó que el banco era algo muy diferente de cuando trasladaron la sede en 2017. Y en eso tenía gran parte de razón. La absorción de Bankia durante 2020 formalizó la reintegración de la entidad al núcleo duro de la banca española y le otorgó el liderazgo en el sector en términos de negocio interno. La vocación española de Fainé había alcanzado su cima.
Si desde 2014 Gortázar pilotaba la entidad, la absorción de Bankia provocó que el nuevo presidente -José Ignacio Goirigolzarri- proveniente de Bankia- y el consejero delegado fueran dos directivos externos al equipo directivo tradicional y, además, residentes en Madrid. Si bien poco antes y cansado de no mandar lo suficiente, el presidente Gorigolzarri había cedido el paso a un hombre de la casa, Tomas Muniesa, no hay noticias de que a Gortázar se le mueva la silla. Por eso seguramente se permitió decir que, a pesar de el regreso del Banco Sabadell desde Alicante, la sede social de CaixaBank en Valencia tiene “un carácter indefinido”.
El Santcristo grande del Sabadell

“Si el Sabadell saca el Santcristo grande, es que lo deben ver muy mal” se decía en el entorno del BBVA cuando Oliu anunció que volvían la sede social a Catalunya. Él, que a raíz de la estampida de 2017 había afirmado que no eran momentos para romanticismos y que lo que había que hacer era salvar el banco, ahora ha vuelto no por romanticismos o por cualquier tipo de fidelidad o patriotismo catalán, sino también para salvar el banco. Cree que al cobijarse otra vez en Catalunya reforzará la complicidad con las fuerzas vivas y el gobierno de la Generalitat para obstaculizar la OPA. O para obtener mejores condiciones. Fuerzas vivas y Gobierno que no dijeron ni pío durante el anterior intento de adquisición, amistosa, de hace tres años. Quizás porque todo el mundo veía al Sabadell desahuciado y no hacía falta esforzarse mucho.
Ahora, además de las simpatías personales que pueda generar el camaleónico personaje que ha dirigido el banco durante las últimas décadas, ¿es conveniente que el Banco Sabadell continúe como entidad independiente? Al margen de la sede social, lo que para Catalunya es conveniente es disponer de una segunda entidad de dimensiones eficientes que pueda acompañar el tejido económico empresarial en sus proyectos de inversión y de negocio en el extranjero. Una entidad con directivos arraigados al país que entienda el carácter estratégico de muchas operaciones, que preste un servicio personalizado y efectivo a las empresas. No una entidad donde su delegado en Catalunya no pinte más que el de Murcia. Donde todas las decisiones mínimamente relevantes estén en manos de un comité madrileño para quien Catalunya es solo una unidad de negocio más. Donde es difícil llegar a conocer a nadie, si no estás abonado a la caja del Bernabéu.
Y esto que decimos del Sabadell lo podemos hacer extensivo a todas las grandes empresas que tienen los centros de decisión en Madrid. La gran mayoría absolutamente centralizadas y desconocedoras de las necesidades y de la sensibilidad catalana.
¿Volverán CaixaBank, Naturgy y compañía?

De momento, han vuelto la sede social a Catalunya Agbar -la única que lo hizo de inmediato-, Laboratoris Ordesa, Ciments Molins -después de largas disputas internas- y Axel Hotels; además de Banco Sabadell y la Fundación “la Caixa” y Critèria. De todos aquellos miles de empresas que decían que se habían ido, cerca de ocho años después, con presidente socialista en la Generalitat y en el Estado, este es el saldo de retornos formales.
Cada caso es diferente. Ya hemos comentado el de CaixaBank, donde Critèria tiene el 31% del accionariado. A otras grandes empresas participadas que se marcharon en 2017 por el pánico y por las ganas de hacerse perdonar el origen catalán, Critèria tiene una participación accionarial mucho más moderada y lo que haga o -sobre todo- no haga CaixaBank será determinante. Algunas han salido de la órbita del grupo, como Cellnex, que además se ha internacionalizado mucho y es más dudoso que vuelva todo y mantenga la sede operativa. Abertis, una vez finalizadas las principales concesiones, también se la vendieron y aunque mantuvo la sede operativa en Barcelona, es dudoso que vuelva.
Otras, como Naturgy, es también el caso de una empresa que ha cambiado mucho y tiene una vocación española muy acentuada. De hecho, cerró la espectacular sede de la ronda del Litoral, donde solo conserva el rótulo, para trasladarse a un edificio más discreto de la Diagonal. Este es uno de los casos en que la dinámica reguladora, accionarial y de mercado hace más difícil pensar que volverá la sede a Catalunya porque, en este caso, sí que ha habido un desplazamiento del centro de decisión efectivo en muchos aspectos a Madrid.
Critèria sí que se ha puesto a tono con el gobierno español para hacer de brazo financiero ante los intentos foráneos de tomar el control de Telefónica, Naturgy y, incluso, Talgo
Restan Saba, capitaneada por el incombustible Salvador Alemany, que dicen que fue uno de los pocos que se opuso al traslado de sedes de 2017 y fue la única empresa del grupo Caixa que se quedó. La empresa dice que la integración del gigante europeo Interparking no comportará ningún cambio de sede. Por cierto, el otro directivo que se opuso, Jaume Giró, salió del grupo en que había desarrollado su vida profesional para ir a parar a la política.
También ha aflorado recientemente una participación en Colonial del 3%, una de las empresas que se marchó y vieja conocida del grupo Caixa. Se hace difícil pensar que Colonial pueda volver dado el alcance español e internacional de la inmobiliaria y el talante de sus dirigentes históricos.
Otras empresas fuertemente participadas -como Adeslas, que ahora ha acordado presentarse al concurso de Muface-o directamente filiales -como Segurcaixa- podrían volver. Ya lo veremos.
Altas participaciones minoritarias -Telefónica, donde ha aumentado, y Repsol- son empresas que nunca han tenido la sede en Catalunya. En todo caso, Critèria sí que se ha puesto a tono con el gobierno español para hacer de brazo financiero ante los intentos foráneos de tomar el control de Telefónica, Naturgy y, incluso, Talgo, aunque en esta última no ha sido necesario. La buena sintonía con la Moncloa es otro de los elementos relevantes de los movimientos de los últimos meses.
Ángel Simon y el caballero blanco

Y ya que hablamos de actitudes personales, no debemos menospreciar su relevancia en unas decisiones y otras. Ha habido varios movimientos significativos en el entorno del grupo Caixa que, aparentemente parecían inconexos, pero que seguramente no lo eran. Ya hemos comentado la salida de Goirigolzarri de la presidencia. También es de hace pocas semanas la salida de López Burniol de la vicepresidencia de la Fundación. El notario, con tribuna fija en la prensa, había ido extremando su españolismo tradicional durante los años del proceso. Ahora, el regreso de la sede de la Fundación a Barcelona se ha podido tomar por unanimidad.
De la mano de Simon, Critèria ha vuelto a invertir en empresas industriales, tal como ya había hecho años antes
Pero antes, y más trascendente, había sido el fichaje de Ángel Simon, que había dirigido Agbar -los que volvieron de inmediato y tampoco se habían ido del todo-, hombre bien conectado históricamente con todo el entorno socialista. De la mano de Simon, Critèria ha vuelto a invertir en empresas industriales, tal como ya había hecho años antes. Después se despidió de la mayoría de participaciones porque desde Europa tenían el ojo puesto en la solvencia de las cajas de ahorros españolas y las nuevas normas contables internacionales exigían una capitalización mucho más elevada que la que inicialmente tenía Caixa de Pensions.
La implicación industrial en forma de participaciones accionarias de Critèria es en realidad la noticia económica importante de estos últimos meses. Puig, acabada de salir a bolsa -y una de las grandes empresas catalanas que no trasladó la sede- ha sido una de las primeras inversiones de la nueva etapa. Ahora mismo, hemos sabido de la entrada de Critèria en Veolia, la matriz de Agbar. Parece que Simon se haya quitado la espina que tenía clavada por haber perdido la independencia de Agbar, tradicionalmente participada por el grupo Caixa.
¿De verdad ha vuelto la Caixa? Ya hemos visto que no del todo. ¿De verdad que se habían ido? No, tampoco
Finalmente, solo hay que recordar que el gran caballero blanco, Isidre Fainé, hará en julio 83 años. Es lógico pensar que, en su brillante hoja de servicios por hacer de la Caixa de toda la vida un gran operador financiero y económico español, no tuviese ganas de que figurase que esto había sido posible gracias a transvestir totalmente de españolismo su entidad.
Una conclusión final
¿De verdad ha vuelto la Caixa? Ya hemos visto que no del todo. ¿De verdad que se habían ido? No, tampoco. ¿De verdad que las otras grandes empresas volverán? Quizás algunas. Dependerá mucho de lo que haga CaixaBank. ¿Es de verdad más importante que el Sabadell continúe como banco independiente que todo este lío del grupo Caixa? Sí, definitivamente, sí.