La demografía ha marcado siempre el devenir de los países. Las guerras, las pandemias, las crisis, las sequías y otras catástrofes climatológicas han sido causas importantes de cambios demográficos, a veces por muerte y otros por desplazamientos masivos de la población pero en cualquier caso han generado grandes impactos en las sociedades.
El que ha cambiado sustancialmente a Europa a partir del 2015, cómo bien describió el demógrafo Gerard Dumont, es el inicio del invierno demográfico europeo, es decir, la entrada del continente a un crecimiento vegetativo negativo o dedo en palabras más sencillas, que morimos más personas de las que nacemos y esto sí que es nuevo en un contexto ausente de catástrofes externas. Tenemos una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo y esto condiciona muchos ámbitos de nuestra sociedad, el bienestar europeo en su conjunto y el nuestro particularmente, como veremos a continuación. No podemos esperar más, hay que abrir un gran debate sobre inmigración, natalidad y cualificación profesional.
Tendemos a desenfocarnos de lo que es estratégico a largo plazo, como el clima y la demografía, por los problemas puntuales graves, como la pandemia o la guerra de Ucrania
A menudo pienso que todos juntos sufrimos una variante del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) puesto que rápidamente tendemos a desenfocarnos de lo que es estratégico a largo plazo cómo el clima y la demografía, por los problemas puntuales graves, como la pandemia o la guerra de Ucrania. Vamos apagando fuegos a toque de tuit, olvidándonos de hacer políticas preventivas y de anticipación demorando la solución de los problemas y haciéndolos más grandes al mismo tiempo.
Si os gustan las ecuaciones de tres variables imposibles de resolver os planteo una:
La primera variable es sobre la ocupación. Tenemos una tasa de paro según el INE del 13,5% cuando todo el mundo sabe que no es real y nadie se atreve a revisar los criterios de cuantificación para ajustarlos a los verdaderos demandantes de ocupación. Demasiados intereses creados alrededor de este porcentaje. Evidentemente con un paro tan alto nunca es el momento de hacer una estrategia de inmigración, nadie lo entendería y se pagaría un precio político demasiado alto.
Una segunda variable de la ecuación es la natalidad. Hay que evitar hacer políticas que la promuevan porque muchos dirán que sueño franquistas o pasados de moda. Es igual si la juventud no quiere tener hijos o alargan la maternidad porque no tienen un marco facilitador. Tenemos una tasa de natalidad del 1,2 cuando en Europa es del 1,5 y en EE.UU. del 1,7. Ya lo decía Unamuno, "que paran ellos" o algo parecido...
La tercera variable es la carencia de mi de obra cualificada y el grito de muchos sectores empresariales que no encuentran los perfiles que buscan. Llevamos siete reformas educativas con un 23% de abandono escolar y el 37% de trabajadores apenas tienen la ESO. No sufran, la 8a reforma está al caer y la manía de los empresarios de quejarse de la falta de personal es su estrategia para hacer venir extranjeros y hacer bajar los salarios.
Todos los países necesitan el talento para desarrollarse, unos son conscientes y los otros no. Unos tienen una estrategia de natalidad, de cualificación interna y de gestión inteligente de la inmigración y los otros fan cómo las avestruces, esconden el cabo bajo el ala
La realidad y los números su tercos y no enfrentarlo tiene un coste muy alto. No tendremos la mano de obra que necesitamos por dos razones numéricas: no han nacido las criaturas que necesitamos para sustituir a la población actual (el 1996 nacieron las mismas criaturas que el 1939) y el mundo laboral se ha globalizado y nuestros jóvenes buscan mejores oportunidades de trabajo en el extranjero.
Hace 20 años cuándo desde la patronal Cecot se hizo una estrategia de selección en origen en los países del Europa Oriental, los entrevistadores responsables de encontrar los perfiles que necesitaban las empresas catalanas volvían de aquellos países desolados diciendo que era muy difícil convencer a las personas jóvenes y con más talento para venir a trabajar a nuestras empresas. La gran mayoría de trabajadores preferían ir Alemania, a Francia, Italia o Inglaterra porque aquellos países y sus empresarios tenían una estrategia de acogida mucho más atractiva para ellos.
Ya más recientemente durante la guerra a Síria, el gobierno Rajoy se comprometió a dar asilo a 40.000 sirios exiliados. Solo 14.000 aceptaron venir y la gran mayoría prefirieron continuar en los campos de refugiados esperando poder entrar a o Alemania en algún país nórdico. Tema poco comentado pero que nos tendría que hacer reflexionar.
Todos los países necesitan el talento para desarrollarse, la diferencia entre unos y otras es que unos son conscientes y los otros no. Unos tienen una estrategia de natalidad, de cualificación interna y de gestión inteligente de la inmigración y los otros, atrapados con los miedos de abrir el debate, hacen oómo las avestruces, esconden la cabeza bajo el ala esperando que el problema se arregle solo.
El Covid lo hemos dejado atrás y Catalunya necesitará 100.000 trabajadores nuevos al año para sustituir la mano de obra ocupada actualmente
El Covid lo hemos dejado atrás y Catalunya necesitará 100.000 trabajadores nuevos al año para sustituir la mano de obra ocupada actualmente. ¿Alguien en Catalunya y en España lo está pensando? ¿Qué estrategia querremos seguir como país para atraer el talento propio y extranjero? ¿Qué marcos favorecedores de la natalidad hemos preparado? ¿Tenemos un plan para reducir el abandono escolar y recuperar la población infracualificada? ¿Qué convenios y acuerdos bilaterales tenemos con terceros países para poder formar y seleccionar trabajadores en origen según nuestras necesidades, como tienen muchos países europeos?
Hace más de 20 años ya denunciábamos esta situación y ningún gobierno de ningún color lo ha querido afrontar. Hace falta reconocer que los temas migratorios sueño de los más complejas de abordar porque afectan a casi todos los ministerios y consejerías: salud, enseñanza, cultura, interior, trabajo, economía, vivienda, etc... ponerlos de acuerdo a todos para después conseguir un consenso parlamentario parece totalmente inviable en estos momentos, esto necesitaría liderazgos valientes y altura de miras. Es pedir demasiado. ¿Os habéis parado a pensar qué sobre coste económico y social tiene para todos juntos esta improvisación? Dicen que siempre se tiene que acabar con un mensaje positivo: Este año volverán a entrar centenares de miles de inmigrantes sin papeles, básicamente de América del Sur, que a golpe de regularización iremos nacionalizando para tapar las vías de agua demográficas y laborales y evitar abrir un debate inaplazable. No sé si es un final positivo o no pero hoy nos iremos a dormir más tranquilos. Mañana será otro día y qui dia passa, regularitzat empeny.