La deuda, al final siempre la deuda

Milei anuncia un Presupuesto 2025 al servicio del pago de la deuda externa

Protesta a l'Argentina pel projecte de llei del Pressupost Nacional 2025 | Cedida
Protesta a l'Argentina pel projecte de llei del Pressupost Nacional 2025 | Cedida
Buenos Aires
21 de Septiembre de 2024

La noche del 15 de septiembre, un domingo en el que no hay actividad parlamentaria, el presidente Javier Milei quiso presentar el proyecto de ley del Presupuesto Nacional 2025 en la sede de la Cámara Baja del Parlamento argentino con el fin de exponer personalmente al país –él y no Caputo, su ministro de Economía- cuáles van a ser los principales parámetros de esa ley de gastos y recursos pensada con la mirada puesta en alcanzar sus grandes obsesiones.

Lo hizo con su estilo agresivo de siempre, sin perder ocasión para reírse de sus adversarios políticos, despreciar los derechos sociales y amenazar a sus díscolos gobernadores provinciales. Y como siempre, armado con pronósticos imaginarios y datos y cifras propias de dudosa veracidad o directamente falsas, según sus colegas economistas.

El presidente Javier Milei quiso presentar el proyecto de ley del Presupuesto Nacional 2025 en la sede de la Cámara Baja del Parlamento argentino

En sus 50 minutos de discurso, en los que prácticamente no hubo detalles de la ley que fue a presentar y que concluyó, como es habitual, con la arenga de “¡Viva la libertad, carajo!” marca de la casa, festejada con entusiasmo desde los balcones del hemiciclo por la barra brava de sus jóvenes comunicadores digitales, Milei sí dejó claro el objetivo de cumplimiento de sus prioridades programáticas: déficit cero, pago de la deuda externa y desmantelamiento del Estado. Sin olvidar mencionar la filosofía que marcará a fuego el presupuesto para el año 2025 en caso de necesidad: la continuidad del ajuste, si cabe con mayor violencia. "Vengo a ponerle un cepo al Estado", dijo al presentarse.

Sacrificios de muchos, garantía de pago para pocos

El cumplimiento de la deuda externa ocupó un espacio preferente en el discurso de Milei. No es gratuito: las obligaciones de vencimientos e intereses de la deuda con el FMI y el numeroso resto de acreedores internacionales previstas para el próximo año ascienden a miles de millones de dólares y, por el momento, las reservas de dólares para efectuar los pagos no alcanzan.

La afirmación de que toda la plata será para pagar la deuda fue rotunda, sin que dedicara una sola línea a explicar cómo logrará la cantidad de divisas necesaria. Un detalle sin importancia tratándose de Milei y sus visiones: las fuerzas del cielo o el triunfo de Trump en las próximas elecciones norteamericanas vendrán en su ayuda. En todo caso, el pago de la deuda tendrá prioridad absoluta, por delante de cualquier otro gasto. "El déficit cero va a hacer que la deuda sea sostenible" y, además, que "baje el riesgo país", aseguró convencido.

El cumplimiento de la deuda externa ocupó un espacio preferente en el discurso de Milei

Los golpeados y exhaustos argentinos ya están avisados: en los próximos meses y con mayor presión a lo largo del 2025, el pago de la deuda pasa al primer lugar en la escala de prioridades en el uso de los recursos públicos. Incluso por delante de los salarios estatales, que están englobados en lo que Milei definió como gasto primario. Si los ingresos primarios -recaudación fiscal, esencialmente- no superan a los gastos primarios en un volumen suficiente como para pagar la deuda en el período, deberán achicarse esos gastos primarios para agrandar el superávit y así cumplir con el pago de la deuda. Pero Milei en su discurso fue todavía más explícito. "Si la economía no crece y los ingresos son menores a los estimados, caerá también el gasto. Con lo cual, esta vez, será el sector público y no el privado el que absorberá eventuales recesiones".

Sobre el rol del Estado, Milei manifestó cuáles son para él sus límites: garantizar la estabilidad macroeconómica y la seguridad personal y de la propiedad privada. "Para lo demás”, explicó, “está el mercado, o los estamentos de gobiernos provinciales y municipales". Ni salud, ni pensiones, educación, vivienda, obra pública o alimentación básica entran en su definición. Todos esos gastos pueden ser objeto de "ajuste" si el superávit fiscal primario no es suficiente para satisfacer la demanda de los acreedores. Esto es, los vencimientos de deuda (capital e intereses) de cada período.

La soga de la recesión

El president d'Argentina, Javier Milei, durant l'octubre de 2023 | EP
El presidente de Argentina, Javier Milei, durante octubre de 2023 | EP

Para que no quedaran dudas, el presidente economista insistió: si cae la recaudación impositiva por baja de la actividad, si baja el gasto público para equilibrar las cuentas o si se mantienen o aparecen signos de recesión económica, responderá con medidas recesivas. La soga del ajuste se estrechará un poco más.

La máxima de Milei, “pagar la deuda a pesar de todo”, tampoco suponía una novedad en la historia argentina. Repetía el convencimiento y la frase del presidente argentino Nicolás Avellaneda, a fines del siglo XIX, casi 150 años atrás, cuando la mayoría de la clase política aconsejaba al gobierno que suspendiese el servicio de la deuda pública. Avellaneda se negó y dirigiéndose al Congreso pronunció la frase que pasaría a la historia: “Pagaré (la deuda) ahorrando sobre el hambre y la sed de los argentinos”. En realidad, la frase era ligeramente distinta. Lo que dijo el presidente fue “Hay dos millones de argentinos que economizarán sobre su hambre y sobre su sed para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe en los mercados extranjeros". Palabra más, palabra menos, hoy, la historia regresa. Como repetición, copia o continuidad.

La máxima de Milei, pagar la deuda a pesar de todo, tampoco suponía una novedad en la historia argentina

Más allá de su interés por pagar la deuda -o para ser exactos, los intereses de la misma- mediante el déficit cero, Milei no escondió su voluntad de seguir bajando los impuestos a los argentinos más ricos, lo que, como en el caso de los acreedores internacionales, implica recortar los recursos públicos necesarios -y en la actualidad ya muy por debajo de lo imprescindible- en materia de salud, educación, salarios y jubilaciones. Un aviso para navegantes sin flotadores al que añadió la única cifra precisa de su pretendido presupuesto: la del requerimiento a las provincias, y en primer lugar a sus gobernadores, de un “ajuste adicional” de 60.000 millones de dólares el próximo año. Toda una provocación a la revuelta de millones de argentinos abandonados a la pobreza.

La presentación del Presupuesto 2025 del presidente Javier Milei en un Congreso blindado por un espectacular –y ya habitual- operativo de las fuerzas de seguridad, y retransmitida a todo el país mediante la cadena nacional de radio y televisión, fue repudiada con cacerolazos en las calles y plazas de los barrios de la ciudad de Buenos Aires y de algunas provincias. Justo cuando atraviesa el peor momento de desaprobación, según la encuesta realizada por Zuban Córdoba & Asociados, que revela una clara tendencia de la sociedad argentina a empezar a no creerse las consignas del presidente. Un cambio de actitud que tiene que ver con lo ocurrido esta última semana con la feroz y brutal represión a los jubilados en la puerta del Congreso y el veto a la ley que mejoraba las paupérrimas pensiones de este sector de la población.

La omnipresente sombra del FMI

Tras la presentación de Milei, Ricardo Aroskind, economista y docente de Flacso Argentina, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sostuvo que el discurso, plagado de mentiras y falsedades, “era solo humo. Para los argentinos, Milei da un discurso de adoctrinamiento basado en mentiras y falsedades. Humo. Para los acreedores externos, habló en serio, y dio garantías absolutas de que él les va a pagar, pase lo que pase con la gente. BlackRock y el FMI felices", resumió.

Siempre la deuda y con ella el FMI, la eterna y auténtica pareja protagonista de la vida económica, política y social de la Argentina desde 1958, cuando, durante la presidencia de Arturo Frondizi, se firmó el primer acuerdo con el organismo internacional. Un préstamo de 75 millones de dólares destinado a estabilizar el problema cambiario y frenar la inflación.

Desde aquella lejana fecha, los titulares de prensa exhiben su vigilante presencia: el Fondo considera apropiada la rebaja de tasas, el Fondo pide mejorar el ajuste y el plan fiscal, el FMI insiste con salir del cepo, el FMI aprueba la revisión de, el Fondo destaca la resiliencia, el Fondo exige déficit cero, el Fondo pronostica, el FMI espera, advierte, reclama. El Fondo está contento o insatisfecho. Argentina, la deuda y el Fondo Monetario Internacional. Una increíble y oculta historia de colonialismo económico y subordinación, negociaciones ilícitas, acuerdos y desacuerdos, intereses comunes y opuestos, usura y escándalos, que atraviesa la historia contemporánea del país y explica en gran parte las claves de su difícil y complejo presente. Una historia que merece ser contada.