El Barça tiene la Masia, Inditex tiene los centros especializados en costura y diseños, y cómo ellos, muchas grandes empresas tienen sus reservas de jugadores en las que forman y especializan a los estudiantes para convertirse en grandes empresarios en un futuro. No es nada extraño pues, que las empresas tengan su propia cantera de profesionales que forman para llegar a formar parte de las altas esferas. ¿Así pues, cómo puede ser que en Catalunya y en España la dirección pública todavía esté regulada por los partidos políticos y los secretarios, directores, ministros, sean escogidos a dedo y no por sus capacidades?
El Institut Ostrom de Catalunya abre el debate de la profesionalización pública y pone de manifiesto la necesidad de directivos capaces y talentosos que se encarguen de los altos cargos de la administración pública; profesionales que, en vez de estar allí por formar parte de un partido político estén porque han pasado un proceso de selección y son los mejores: "Tenemos que permitir una mayor movilidad a la Administración y reclutar directivos que hagan de cortafuego entre los políticos y los funcionarios", resuelve Guillem López-Casasnovas, catedrático de Economía a la Universitat Pompeu Fabra.
En su manifiesto, el instituto pide a los grupos parlamentarios que adopten formalmente el compromiso de retomar la tramitación del Proyecto de ley de ordenación del Sistema de Dirección Pública Profesional de la Administración de la Generalitat de Catalunya, parado desde hace más de cinco años, incluyendo la apertura internacional de los concursos; y estableciendo como objetivo que el Govern apruebe el Estatuto de la Dirección Pública Profesional este 2021. El consejero Puigneró había recuperado este Proyecto de ley, con la aprobación prevista para el segundo semestre del 2021, pero la nueva convocatoria de elecciones volvió a paralizar la iniciativa.
De la Nuez: "En Catalunya, directores generales, subdirectors generales y directores de agencias, fundaciones y consorcios son nombrados a dedo"
Y es que sin ir mucho lejos nos encontramos con el caso de Portugal, un país donde los altos cargos de la administración pasan un proceso de selección que se basa en sus méritos: "La directora general de Salud de Portugal, que ha gestionado la pandemia, llegó a su cargo mediante un procedimiento competitivo en 2017, donde se presentaron un total de siete candidatos. En Catalunya, directores generales, subdirectores generales y directores de agencias, fundaciones y consorcios son nombrados a dedo", explica Elisa De la Nuez, secretaria general de la fundación ¿Hay Derecho?. Con esta clara declaración, la secretaria general recalca la necesidad de una investigación de talento para profesionalizar estas profesiones que, en términos generales, son las encargadas del funcionamiento de la sociedad catalana.
Así pues, los ponientes ponen sobre la mesa el hecho que la Generalitat de Catalunya, a pesar de tener competencias exclusivas en materia de regulación de directivos públicos, reproduce las disfuncionalidades del sistema español. Un cambio del Govern pone directamente en juego más de 340 ocupaciones públicas entre consejeros, secretarios generales, secretarios, directores generales, delegados, miembros del gabinete, asesores, etc., con una retribución agregada superior a los 27 millones de euros: "Durante los cambios de gobiernos nos encontramos con rotaciones rápidas que no garantizan la calidad", afirma Francisco Longo, professor titular y exdirector del Centre de Governança Pública de ESADE.
Rejuvenecimiento de las plantillas
Los jóvenes están en boca de todo el mundo últimamente y como no, tenían que estar incluidos en esta iniciativa para cambiar las bases de la administración pública. Además, las carencias de la administración han salido a la luz -todavía con más intensidad- durante la pandemia, puesto que hemos podido comprobar que a pesar de ser una situación que nadie se esperaba, parece que nadie tampoco ha estado a la altura: "Tenemos un sector público poco preparado para siglo XXI", recuerda de la Nuez. De este modo, la directora general de la fundación ¿Hay Derecho?, describe un sector público "poco moderno y con poca capacidad de gestionar datos". Así pues, lo que los ponientes proponen es un cambio en las metodologías y conseguir atraer todo el talento que se pueda, sobre todo entre los jóvenes que están más preparados.
Longo: "Lo que tenemos que tener claro es que los partidos políticos no son canteras de talento"
Otra de las grandes incógnitas que propone el catedrático López-Casasnovas es la necesidad de "rizar el rizo" y especificar no solo de donde se sacaría el talento sino quién sería el encargado de evaluar qué méritos son los que realmente interesan y cuales no: "Yo diría que alguien que tiene el máster tiene méritos suficientes, pero está claro que alguien tendría que hacer la elección", replica el catedrático. Una opinión que deja algunos nombres al aire, como por ejemplo la Escola d'administració pública de Catalunya, un organismo que, a pesar de ser gestionado por el Govern, podría ser un posible candidato a convertirse en cantera: "Lo que tenemos que tener claro es que los partidos políticos no son canteras de talento", recuerda Longo.
¿El momento idóneo?
La pandemia nos ha recordado que tenemos que cambiar muchas cosas en la sociedad y la propuesta que pone sobre la mesa el Institut Ostrom de Catalunya no parece ser una idea sin pies ni cabeza, aún así enfrenta las dos versiones del catedrático de la Universitat Pompeu Fabra y el profesor de ESADE, que discuten si sería el momento oportuno para transformar la dirección pública o todavía no. "La política gana en calidad cuando la dirección pública se profesionaliza", recalca Longo e insiste que en este momento de incertidumbre se tienen que plantear los cambios y hacerlos posibles: "La covid-19 ha puesto de manifiesto el déficit cognitivo de nuestra administración, su carencia de agilidad en la gestión de datos; la contratación de rastreadores; los sistemas de vigilancia epidemiológica; las ayudas a los autónomos y la logística de macetas y vacunas".
En cambio, López-Casasnovas cree que todavía no es el momento de plantearse un cambio de estas magnitudes. "Estoy de acuerdo, necesitamos un cambio, pero se tendría que hacer un testaje antes". Aparte, el catedrático de Economía a la Universitat Pompeu Fabra recuerda que la propuesta tiene que ser más específica, pero él se conformaría con una prueba de inteligencia emocional: "Creo que son pasos grandes y complicados, yo me quedaría más tranquilo si los partidos políticos acordaran pasar tests de inteligencia emocional a sus candidatos".
Sea como fuere, es un cambio inminente en la sociedad catalana, pero también en la española. Adoptar las modalidades de dirección pública que tienen los países anglosajones sería un sueño hecho realidad, porque tal como recuerda Francisco Longo: "Si nosotros como sociedad no entenderíamos que una empresa pudiera funcionar con directivos no profesionales, no lo tendríamos que entender cuando lo hace nuestro gobierno".