Diversificamos el que exportamos

El economista Ivan Aguilar ve recomendable reducir la concentración de las exportaciones catalanas para evitar consecuencias negativas para la economía

La indústria manufacturera és la que més importa y exporta en Cataluña
La indústria manufacturera és la que més importa y exporta en Cataluña
Ivan Aguilar
Barcelona
09 de Agosto de 2018

En la primera parte de este artículo hice un repaso a la evolución de la demanda externa y exploré los motivos del porque la aportación de esta al PIB catalán los últimos años ha sufrido un aumento importante que ha puesto la internacionalización empresarial en el foco mediático. El principal motivo es que la burbuja creditícia impulsó las importaciones el que, a la vez, abrió un agujero a la demanda externa. Después de la crisis, un golpe la creación de crédito cayó a mínimos históricos, las importaciones disminuyeron mucho más que las exportaciones y emergió un saldo comercial positivo reforzado por el aumento del turismo -motivado por la situación geopolítica tan compleja en el resto del Mediterráneo.

 

Este reversal a la demanda externa ha sido acompañado de importantes entradas de inversión directa extranjera (inversiones en el capital social de empresas en Cataluña) así como de inversión corporativa (inversiones de empresas extranjeras con oficinas en Cataluña en activos fijos), estas últimas sobre todo en el sector tecnológico. Ahora bien, si tomamos en consideración que una de las externalidades positivas más importantes de tener una economía exportadora es la ganancia en competitividad interior que aporta el know-how exportador, explorar la distribución sectorial de las exportaciones y de las importaciones catalanas es obligado:

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Dado que la exportación (importación) de servicios es una actividad que se produce en el territorio (exterior) facturando a no-residentes, el estudio del mercado de bienes en solitario es obligado. El Ministerio de Industria ofrece datos muy completos del mercado de bienes. Cómo se puede observar en el gráfico, la concentración de las importaciones catalanas es muy grande, puesto que el epígrafe C del CNAE -Industria manufacturera- importa el 89% de todos los bienes que importa la economía catalana. Las industrias extractivas y la agricultura -con un 5,31% y un 4,68%, respectivamente- escuchan las manufacturas mientras que el resto de sectores juegan un rol marginal.

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Las exportaciones catalanas presentan una concentración todavía más elevada, puesto que las manufacturas representan un 95% de todas las exportaciones. La agricultura -no sé si al señor Collboni le gustará esto- acompaña bien las manufacturas con un 2,38% de las exportaciones. En general, la industria manufacturera catalana es un sector bastante concentrado (no hay muchas empresas y a veces el accionariado de las mismas es cruzado) el que sugiere que las ganancias de competitividad vía exportaciones es muy limitado.

La concentración de las importaciones y de las exportaciones, pero, es desigual a lo largo del territorio. Los datos catalanes están muy marcadas por el gran pes que tiene la provincia de Barcelona. Para mirar la concentración he calculado el Índice de Herfindahl de las importaciones y exportaciones por provincias a lo largo del tiempo. Este índice mide la dispersión del peso de cada epígrafe del CNAE sobre el total de bienes y toma su valor potencial entre 0 y 10.000. Cuanto más elevado es este índice, más concentración y especialización sectorial sufren las importaciones/exportaciones. Y al contrario, cuanto más bajo es el valor, más diversificación existe y, por lo tanto, más dinámica es la economía.

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Barcelona y Girona tienen una concentración máxima en su demanda externa, el que significa que prácticamente todas las exportaciones y/o importaciones se concentran en uno o dos sectores -y, por lo tanto, mayormente exportan unas pocas empresas. La provincia de Lleida es la que tiene unos índice de concentración más bajos el que sugiere que tiene una economía mucho más diversificada que las dos anteriores, a la vez que Tarragona exporta como Barcelona y Girona e importa como Lleida. Bajar estos niveles de concentración -se puede tomar Lleida como referente- tiene que ser un objetivo de política económica, puesto que esta concentración tan elevada es un riesgo por la economía catalana que, a pesar de tener una cuota de comercio mundial por encima del peso de su PIB, está muy expuesta a sectores determinados dentro de la industria manufacturera.

Por territorios, Tarragona exporta como Barcelona y Girona e importa como Lleida 

 

En este estrategia de política económica, fuera bueno reordenar las diversas agencias comerciales públicas catalanas reforzando Acción con más presupuesto y competencias -habría que darle capacidad para patrocinar investigación- puesto que es la que presenta, de largo, mejores fundamentales y resultados de todas las agencias públicas catalanas.

La medida tan reducida de las empresas catalanas es un handicap importante para exportar y harían falta políticas económicas específicas porque crezcan -y no, la cultura empresarial NO es un factor significativo en la medida empresarial-. El desarrollo de un sector financiero catalán y la contención de la financiación pública vía crédito bancario ayudarían notablemente al crecimiento de las empresas catalanas.

La politización que han sufrido las exportaciones catalanas no ayuda en nada en el país porque transmite la sensación que no hay nada para hacer en este ámbito pero la realidad es que la exposición al riesgo vía concentración de las exportaciones no es precisamente pequeña. Sin ir más lejos, la industria del automóvil es una de las principales exportadoras del país y esto es problemático, puesto que la UE irá reduciendo paulatinament las emisiones de CO2 el que implica que las fábricas existentes irán perdiendo capacidad productiva notable los próximos años.

La medida tan reducida de las empresas catalanas es un handicap importante para exportar y harían falta políticas económicas específicas 

 

En definitiva, a pesar de que los fundamentales de la economía catalana en términos de internacionalización son bastantes bonos, los riesgos que afronta no son paso pequeños -justo al contrario- y tanto el Gobierno como el Parlamento harían bien al dejar de banda la desmesurada euforia y politización y diseñar una estrategia razonable para los próximos años que tenga un impacto positivo sobre las pymes catalanas. La diversificación de las exportaciones y de las importaciones catalanas tiene que ser prioritaria.