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El ‘divorcio’ entre el PIB y la energía

Los ingenieros y los economistas instan a acelerar la transición energética para amortiguar el impacto económico a las empresas en una jornada donde se proponen inversiones para hacer viables los combustibles ‘verdes’

Carles Puig y Josep Canós, durante la presentación de la jornada | David Rodríguez
Carles Puig y Josep Canós, durante la presentación de la jornada | David Rodríguez
Barcelona
07 de Junio de 2022

En pocas semanas, la política energética de la Unión Europea (UE) ha hecho un cambio de rumbo. Empujada por las urgencias, las dependencias y las debilidades que ha destapado la invasión rusa en Ucrania, las instituciones comunitarias han impulsado un plan de descarbonización bautizado como Repower Europe, en el que se apuesta por acelerar la implantación de energías renovables. La necesidad de este nuevo escenario se justifica por la importancia de transformar el sistema energético para desvincularse del suministro ruso de combustibles fósiles y afrontar la crisis climática.

Es en este contexto, en el que Enginyers Industrials de Catalunya (EIC) y el Col·legi d'Economistes de Catalunya (CEC) han organizado una jornada para abordar cómo afecta a las empresas este proceso de transición energética. La sesión ha servido para poner sobre la mesa muchos interrogantes y algunas certezas: el crecimiento económico de las últimas décadas no ha ido acompañado de un incremento de la demanda de energía. Es una de los conclusiones que ha detallado el presidente de la Comisión de Energía de la EIC, Josep Maria Montagut, quién ha recordado que desde hace 20 años, el Producto Interior Bruto (PIB) catalán ha subido un 20%, mientras la demanda energética solo un seis.

Ante los representantes de algunas empresas industriales como Ciments Molins, BASF o  Grífols, Montagut ha instado a cuestionarse si realmente resulta viable atrasar hasta el año 2026 la aplicación del Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM), un arancel al carbono propuesto a determinados productos como el cemento o la electricidad que importa la UE. "Este mecanismo castiga a nuestras empresas industriales y nos hace perder competitividad", ha espetado Montagut. Después de reconocer que "hemos pisado el acelerador en la transición energética", Montagut ha pedido inversiones para desarrollar tres palancas básicas: el ahorro y la eficiencia energética, el despliegue de las renovables y la elección de nuevos combustibles no eléctricos.

Josep Maria Montagut: "Hemos pisado el acelerador en  la transición energética"

El imperativo geopolítico de la transición verde

Ante estos requerimientos, Montagut ha planteado nuevas preguntas. "Si es cierto que la tecnología para producir hidrógeno verde está bastante madura, ¿cómo lo transportamos y lo almacenamos?". A pesar de las dudas que generan estos movimientos y si los nuevos combustibles serán capaces de garantizar toda la demanda, el catedrático de Regulación, Competencia y Políticas Públicas de la IESE, Xavier Vives, ha admitido que "la energía se ha erigido en un riesgo geopolítico central". A partir de aquí, ha detallado que "la guerra en Ucrania ha agudizado el proceso de desglobalización, reduciendo las cadenas de suministro".

Xavier Vives: "La guerra en Ucrania ha agudizado el proceso de desglobalización, reduciendo las cadenas de suministro"

Vives ha enumerado los impactos a corto y largo plazo del conflicto bélico y sus derivadas económicas en las compañías. "De momento, se priorizará la seguridad del suministro. Más adelante, se incrementará la dependencia de la energía nuclear y finalmente, la transición verde se convertirá en un imperativo geopolítico". Tomando como base la creencia que esta tiene que avanzar mediante el aprovisionamiento de metales 'verdes' como el litio, el cobre, el zinc o el níquel, el catedrático del IESE, ha lanzado una nueva pregunta: ¿Estamos dispuestos a que nos los sirvan países que desde el punto de vista político se consideran autocracias?

Ante las incertidumbres, Montagut y Vives han reivindicado la necesidad de invertir más e innovar para repensar el modelo energético. El primero ha asegurado que "la transición energética es un reto colosal que ni siquiera hemos interiorizado". El segundo ha señalado que, a pesar de las dudas y el desconocimiento, "la descarbonización no será indolora y tendrá costes económicos y sociales. Es mentira el discurso que nos han vendido de qué será verde, barata y segura". El reto continua siendo romper los vértices de este triángulo mágico.