En menos de una década, los emigrantes de distintas zonas del mundo, principalmente latinoamericanos, magrebíes, subsaharianos, del este o asiáticos han sustituido en una proporción significativa a los trabajadores autóctonos. Este cambio de manos se está produciendo fundamentalmente en la restauración, la hostelería, el retail, el taxi o la construcción. ¿Dónde han ido a parar aquellos que han sido reemplazados?
Uno de cada seis chófers de Barcelona y Área Metropolitana son extranjeros, según la STAC, el Sindicato del Taxi de Catalunya; hay colectivos como los pakistaníes que se han triplicado rápidamente al volante, hasta el punto que acaban de constituir su propia asociación, la Pak Taxi. La llegada de medio millón de extranjeros, sobre todo, colombianos y ucranianos, en los últimos meses frenan la caída demográfica y aportan mano de obra allá donde hay abandonos de los nacionales y allá donde haga falta. Mientras se reduce la presencia de los nativos en el trabajo autónomo, los que vienen de fuera sostienen su crecimiento, sobre todo en el comercio y en la hostelería. Representan más del 46% del global de los que trabajan por cuenta propia, gracias a la incorporación de los chinos, los romanos, los italianos y los británicos, entre otros, según datos de UATAE, la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores.
Mientras se reduce la presencia de los nativos en el trabajo autónomo, los que vienen de fuera sostienen su crecimiento, sobre todo en el comercio y la hostelería
La reforma del reglamento de la Ley de Extranjería, que UGT y Comisiones Obreras han rechazado por imposible de cumplir, prevé la actualización del catálogo de perfiles que se necesitan actualmente. Estas son las demandas más urgentes: teleoperadores, desarrolladores de software, conductores de vehículos de reparto, representantes comerciales; en todos aquellos extranjeros que encajen con estos puestos de trabajo se les facilitarán los trámites para entrar o regularizar su situación. Por el contrario, se dispara en los últimos meses la llegada de emigrantes, sobre todo de Latinoamérica, y la Fundación Por Causa calcula que siete de cada diez están sin papeles.
Ante un mercado de trabajo altamente volátil como consecuencia de las dos grandes crisis de los últimos años, la del 2008 y la dual de la pandemia y la inflación galopando, la ocupación presenta un zigzag entre, por un lado, la desaparición de puestos de trabajo y la aparición de nuevos para adaptarse a la transformación digital, y por otro, la dialéctica de los nacionales y de los extranjeros ocupando las viejas y las nuevas plazas.
El agujero negro
En el último tercio del siglo pasado, cada vez que se producía un despido masivo en la Seat fruto de la automatización se incrementaba automáticamente el número de bares en la ciudad; las interesantes indemnizaciones obtenidas gracias a unos sindicatos potentes servían para crear los nuevos puestos de trabajo detrás de la barra. Ahora los bares ya no representan ningún destino laboral refugio como entonces. ¿Dónde están, pues, aquellos cocineros, camareros, comerciantes, chófers o peones que han abandonado sus trabajos históricos y han sido sustituidos por estos nuevos llegados, que ya significan el 13% de la población española?
Aparte de la expulsión física del puesto de trabajo por despido, hay una serie de razones para el abandono de los trabajos por parte de esta gente. La primera, la baja productividad que no acaba de arrancar: del 1995 al 2017 cae en España del 10,5%, mientras en la Unión Europea aumenta un 4,5% (BBVA, 2019), un grave problema estructural. La segunda, la degradación de los salarios y de los márgenes que fuerzan la búsqueda de otros horizontes.
Hemos ganado un gran talento, pero hemos perdido otro muy valioso
Los hemos intentado encontrar por todas partes y su rastro es difícil de seguir. Algunos permanecen en la economía productiva, por ejemplo, los que han creado empresas y han prosperado en negocios propios; los que se han apuntado a las nuevas tecnologías y han abierto un camino de largo recorrido; los que han desarrollado actividades empresarials en otros sectores que se abren con imprenta, y representan grandes oportunidades de negocio como por ejemplo la cultura, el bienestar, la salud y el cuidado del cuerpo, según las oportunidades que aparecen y sus aficiones personales; o aquellos que han emigrado buscando en otros lugares lo que su país les ha negado. Pero la mayoría los vemos en actitudes profesionales mucho más pasivas: viven de las rentas inmobiliarias u otras procedencias; cultivan varias formas de autoconsumo; se han apuntado a las prejubilaciones los más avanzados de edad; o se han pasado de pleno a cualquiera de las economías sumergidas.
Hemos ganado un gran talento, el que llega de fuera a ocupar las plazas que los nativos no quieren, pero hemos perdido otro muy valioso que ya estaba en casa. Lo echamos de menos, y mucho, ahora cuando se necesita creatividad y coraje para avanzar hacia la transformación digital. "¿Qué se ha hecho de aquellas flores,...../¿De las chicas que se ha hecho?.../ ¿De los soldados que se ha hecho?.../ Ellos ya nunca más volverán..." decía Pete Seegers en la canción de juventud "Where have all the flowers gone?".