Mientras la mayoría de impactos que recibimos sobre las elecciones americanas se basan en la anécdota o la simplificación hasta el límite de los dos contendientes principales, la realidad es que existe material público con creces para saber qué tienen en mente los candidatos en el ámbito de la gestión económica de su país.
Empezando por el expresidente Trump, hay que decir que su eslogan principal es "América primero: un retorno al sentido común. Seremos una nación basada en la verdad, la justicia y el sentido común". Uno de los aspectos más relevantes de su plan es el propósito de acabar con la inflación, recordando que los americanos están sufriendo la peor inflación de las últimas cuatro décadas que, según dice, está trinchando a las familias, especialmente las clases medias. El expresidente parte del principio que la guerra trae inflación mientras que la estabilidad geopolítica comporta estabilidad de precios, de forma que propone acabar con el caos mundial y recuperar la paz internacional. No se puede descartar en absoluto que, si este candidato se impone, el conflicto de Ucrania podría tener los días contados. Veremos cómo se lo hace venir para parar la guerra y en qué condiciones lo ejecuta.
Dentro del ámbito industrial se propone parar las deslocalizaciones y convertir a Estados Unidos en una superpotencia industrial. Uno de los objetivos para hacer esto es devolver a América las cadenas de producción que sean críticas. En el centro de todo habrá el intento de recuperar la industria del automóvil y, sobre todo, acabar con la imposición del vehículo eléctrico. Sin duda, esto último será una de las medidas que, en caso de llegarse a aplicar, más páginas rellenarán en los medios del otro lado del Atlántico teniendo en cuenta que las dudas sobre el futuro del coche eléctrico empezaron a sobrevolar la opinión de los ciudadanos europeos.
Otro aspecto al que todo el mundo estará atento serán las relaciones con China. En este ámbito, Trump asegura que hay que revocar el estatus de Nación Más Favorecida del país asiático, un acuerdo comercial que hace muchos años que los americanos van renovando de manera periódica (es un acuerdo en virtud del cual China siempre disfrutará de las mejores condiciones comerciales que consiga cualquier otro socio de los americanos). Tampoco permitirá que China adquiera empresas industriales y bienes inmobiliarios en Estados Unidos. Muy conectado con el punto anterior hay la voluntad de los republicanos de equilibrar la balanza comercial, que actualmente tiene un déficit anual de un billón de dólares. En este ámbito, los aranceles serán fundamentales y pueden acontecer un cambio en el orden mundial del comercio internacional, si la práctica es seguida por el resto de bloques (la Unión Europea anunció recientemente la aplicación inmediata de aranceles sobre los coches eléctricos fabricados en China).
El otro apartado crítico del plan Trump es el de la energía. Apuesta por la producción masiva de energía, ignorando del todo el llamado Green New Deal. En concreto, el programa habla de acabar con las restricciones a la producción y el uso del petróleo, el gas natural y el carbón. Pero va más allá, porque propone la energía nuclear, una fuente de energía que Estados Unidos tiene abandonada hace décadas, como uno de los pilares del mix de producción. El objetivo final es conseguir que la energía barata sea fiable y abundante. No hay que decir que esto choca de pleno con los planes vigentes en la lucha contra el cambio climático, en los que fácilmente la Unión Europea se puede quedar muy sola.
En el terreno macroeconómico y monetario, propone grandes bajadas de impuestos para los trabajadores, unas bajadas con vocación de ser permanentes. En paralelo a esto, pretende poner fin al que considera que es un derroche del presupuesto de la nación. Vinculado al equilibrio presupuestario, dice que hay que parar la inmigración ilegal porque dispara los gastos en vivienda, educación y sanidad. También resulta clave su voluntad de mantener el dólar como moneda de reserva mundial, justo cuando parece que hay los primeros movimientos entre las potencias asiáticas para desvincularse poco a poco de la moneda norteamericana. Desde el punto de vista legislativo y normativo, el proyecto es reducir las regulaciones, que según él, frenan la economía.
Finalmente, un apartado que también será muy comentado es que, dentro de la intención que Estados Unidos sea campeón en innovación apuesta por las criptomonedas y sobre todo por el bitcoin. También darán todo el apoyo a una inteligencia artificial sin limitaciones.
Saltamos a la trinchera del de enfrente, la de los Demócratas. En su programa, Harris también se muestra preocupada por la clase media y sus problemas presupuestarios. Una de las soluciones que propone es reducir los impuestos a las clases trabajadoras, con beneficios concretos vinculados a quien tenga hijos. Pero en su programa reducir el gasto familiar no solo pasa por recortar impuestos, sino también por bajar los precios de los alimentos básicos, un objetivo que se conseguiría interviniendo en los mercados del sector alimentario para incrementar la competencia entre los operadores. No es ningún secreto que en Estados Unidos algunos mercados están extremamente concentrados; el caso de la carne es paradigmático, donde cuatro compañías controlan más del 50% del mercado del pollo (Tyson, JBS, Perdue y Sanderson), casi un 70% del mercado del cerdo (Smithfield, JBS, Tyson y Hormel) y cerca del 75% del mercado del vacuno (JBS, Tyson, Cargill y National Beef).
La reducción de los costes de las coberturas sanitarias son otro de los pilares de Harris. Para hacer esto, piensan aprovechar al máximo el esquema ACA (Affordable Care Act) creado legalmente durante el mandato del presidente Biden, y que ya ha dado sus frutos aumentando el número de ciudadanos asegurados de 12 a 21 millones. Como en el caso de las reducciones de impuestos de Trump, esta medida tiene la vocación de ser permanente. Dentro del ámbito sanitario también hay un apartado para ayudar a las personas afectadas por la crisis de los opioides y la voluntad firme de reducir el gasto en prescripciones de fármacos (según la candidata, hay 10 millones de americanos que no toman la medicación prescrita porque no la pueden pagar).
El siguiente punto es un objetivo compartido con los republicanos, pero con un trayecto muy diferente. Se trata de conseguir reducir el precio de la energía, pero mientras Trump hemos visto que apostaba por las energías fósiles y por la nuclear, Harris encuentra la solución en las renovables que, además, defiende que son generadoras de ocupación. Esta política se complementará con la regulación del sector para evitar tarifas engañosas.
Reducir el precio de la energía es un objetivo compartido entre demócratas y republicanos, pero con un trayecto muy diferente
Dejando el ámbito de la reducción del gasto familiar, el programa de los Demócratas tiene un segundo pilar que pretende construir una economía que proporcione oportunidades a los ciudadanos, literalmente "construir una economía de las oportunidades que ayude a los americanos a salir adelante y crear riqueza". En este ámbito las políticas de vivienda serán un factor clave, tanto en la opción del alquiler como de la compra en propiedad. Esto lo harán poniendo en el mercado una ingente cantidad de vivienda (hablan de 1,2 millones) de alquiler asequible mediante la creación de incentivos al sector privado. Se basará en incentivos fiscales otorgados a quienes quiera construir pisos destinados a este alquiler asequible. También se concederán ayudas fiscales a la rehabilitación cuando el propietario sea también el inquilino y a los pisos de quienes compren su primera vivienda (en este último caso, habrá una rebaja fiscal al promotor y también ayudas al comprador). Adicionalmente, tienen previsto dotar un fondo de 40.000 millones para la expansión del mercado inmobiliario residencial que se distribuirá a través de las administraciones públicas locales.
A otro nivel, pero dentro del sector inmobiliario, tienen pensadas medidas diversas para limitar el poder de los inversores financieros (los famosos fondos de inversión estilo Blackstone) en el segmento de la vivienda residencial, que va desde limitar alquileres hasta prohibir compras en paquete.
En otro ámbito, tienen previsto favorecer la inversión en pymes a través de consorcios público-privados para premiar la innovación y la creación de ocupación (aseguran que desde el 2019, el 70% de la ocupación la han creado las pymes). El reforzamiento de la industria local es un rasgo común con Trump, pero Harris va más allá pensando en la seguridad financiera de los trabajadores y en dotarlos de herramientas para garantizarse una jubilación digna.
En pocas horas saldremos de dudas respecto al ganador de la contienda. Después ya corresponderá ver si han cumplido los propósitos, o si estos han quedado abandonados en un cajón.