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De la economía de género a la economía feminista para ver la dimensión del iceberg

València acoge el sexto Congreso Estatal de Economía Feminista para compartir ideas alrededor de la parte más invisibilitzada de la economía, pero que supone el 42% del PIB

VI Congrés Estatal de Economía Feminista a la Universidad de València
VI Congrés Estatal de Economía Feminista a la Universidad de València
València
06 de Septiembre de 2019

Si los consejos de administración de las empresas aplicaran la paridad, hablaríamos del triunfo de haber logrado una economía igualitaria? Basta con llegar a una cuota equilibrada y a un salario equivalente entre hombres y mujeres por hacer el mismo trabajo? Estos son algunos interrogantes que señalan la brecha entre la economía de género y la economía feminista; la primera se basa en las cifras, mientras que la segunda pretende romper con un modelo que consideran patriarcal y que esconde, como un iceberg, una de las partes más importantes que sostienen el sistema económico y social: las curas, las tareas no pagadas. La Universitat de València investiga este campo y acoge el sexto Congreso Estatal de Economía Feminista, tres días de charlas, debates y talleres para cambiar de paradigma.

 

Qué es, por lo tanto, la economía feminista? "Es aplicar una mirada feminista al análisis de la situación socioeconómica, de las políticas y de las condiciones de vida. Hagamos una crítica a la economía ortodoxa, intentamos identificar las desigualdades estructurales y cómo están atravesadas por la cuestión de género, racial y de diversidades, y elaboramos propuestas de alternativa. Perseguimos un cambio de modelo teniendo en cuenta la sostenibilidad de la vida: emerger las curas y cuestionar el sistema de reparto". Lo explica Carmen Castro, economista e investigadora miembro del comité científico del Congreso.

"Los mercados están sostenidos por toda la parte del iceberg que no se ve: la economía reproductiva, que tiene un valor tan importante como el 42% del PIB"

La catedrática de Análisis Económico y primera directora de la Cátedra de Economía Feminista de la Universitat de València -que se creó en 2017 financiada por la Consejería valenciana de Economía Sostenible-, Mª Luisa Moltó, lo cuenta de una manera muy visual, con la metáfora del iceberg: "Parece que el feminismo es pura ideología y que no tiene consecuencias económicas, pero la situación de subordinación de las mujeres tiene una base material que es puramente económica. La situación de vulnerabilidad del ser humano, por naturaleza, es permanente. No sólo cuando eres un niño o niña, o cuando eres una persona mayor con necesidades importantes. Los adultos también tienen enfermedades".

 

Visibilizar el trabajo doméstico

Aquí está una de las cuestiones más importantes para la llamada economía feminista: visibilizar el trabajo doméstico. "La economía estaba focalizada en los mercados y no había nada más. Pero los mercados están sostenidos por toda la parte del iceberg que no se ve: la economía reproductiva. Esta no tiene un precio, pero tiene un valor tan importante como el 42% del PIB", sostiene Moltó.

Sobre el debate de aplicar un salario a las personas que se dedican a las curas en su casa, cree que "no es factible". Argumenta que "hay muchas trampas afectivas" y que el problema es que "son las mujeres quienes las hacen principalmente", por lo cual aboga más por "crear las condiciones" necesarias para posibilitar su reparto con los hombres.

La actual directora de la Cátedra y directora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, Mª Amparo Ballester, habla de economía "invisible". "Todo se mueve alrededor de la competitividad y el beneficio, de las grandes sumas de dinero y de las estadísticas. Pero hay todo un espacio detrás, pequeño, diminuto, que sostiene todo lo que se ha montado alrededor. Queremos que esto se vea, pero también reivindicamos que el feminismo cabe en la macro economía. La igualdad real llegará cuando las mujeres entremos también en el régimen competitivo y rompamos la brecha salarial y el techo de vidrio", explica.

En este sentido, señala la raíz del problema: "La brecha salarial no significa simplemente que las mujeres cobren menos que los hombres por el mismo trabajo. La cosa no es tan sencilla. Pueden cobrar menos porque piden jornadas parciales por la falta de mecanismos de conciliación; estas las cogen los miembros de la pareja que cobran menos, y acostumbra a ser la mujer".

El economista Carmen Castro marca la diferencia entre "economía de género" y "economía feminista": "La primera puso mucho de énfasis durante muchos años al contar, cuántos, cuántas. Señalaba donde no había mujeres y definía la necesidad de colocarlas. Era necesaria la producción estadística desagregada para conocer las ausencias y las concentraciones del monopolio masculino. Cambiar sujetos es una condición necesaria, pero no suficiente para la incidencia y la transformación social". Aquí entra la vertiente feminista, que trae "implícito un proceso de transformación social basado en la ética y en la justicia distributiva", que se articula en tres dimensiones: la social, la ecológica y la de género.

"Con la crisis se cuestionaron muchos conocimientos que se demostraron que no eran válidos"

En el Congreso participan 330 personas de todo el estado español y se han presentado 123 propuestas que serán expuestas durante las sesiones de trabajo. Se estructura en tres bloques (investigación, formación y acción y debate político), seis temáticas y doce paneles (curas, desmontando el neoliberalismo, ecofeminisme, políticas públicas, presupuesto con perspectiva de gènera y resistencias feministas y estrategias de cambio).

Es una de las actividades más ambiciosas de la Cátedra de Economía Feminista de la UV, que hasta ahora había organizado una Escuela de Verano sobre esta temática en 2018 y un espacio de debate permanente en el edificio histórico de La Nave, en el centro de València, para aportar y nutrirse del movimiento feminista.

Moltó apunta que "la economía es el ámbito de estudio más difícilmente penetrable por el feminismo" y que la creación de la Cátedra buscaba "romper con los estándares académicos de la economía convencional". "Se puso en marcha en un momento idóneo, después de la crisis más importante que hemos vivido, donde se cuestionaron muchos conocimientos que se demostraron que no eran válidos", asegura.

Ballester le secunda: "En economía hay muchas creencias que no son del todo ciertas. La última ha sido que subir el salario mínimo no implica más paro. Institutos de estudios económicos y patronales pusieron el grito en el cielo porque defendían un modelo que no tiene por qué representar la realidad".