Habiendo tenido un primer semestre desastroso, tanto en el ámbito sanitario, económico y social, había optimismo sobre las perspectivas económicas del tercer trimestre (julio, agosto y septiembre). Después de estar confinados tres meses, todos nos pensábamos que estaría todo preparado para poder acabar la fase de desescalada de una forma tranquila y sin que hubiera rebrotes. En cualquier caso, pensábamos que si había algún rebrote, sería controlado rápidamente antes de que se fuera de las manos. Después de todo, los políticos tuvieron tres meses para preparar la salida de los confinamientos...
Empezamos julio con prácticamente toda la economía abierta, y parecía que las expectativas se cumplirían. Bastante temprano empezamos a tener rebrotes, pero nadie se preocupó en exceso. Fue entonces cuando empezaron a verse los "preparativos" que se habían hecho desde la administración pública para contener el virus.
Lo más importante de todo, se tenía que implementar un sistema de rastreo capaz de trazar los posibles positivos y llamarles porque las infecciones se mantuvieran contenidas. La universidad John Hopkins, una de las universidades que ha sido referente en cuanto a información sobre el virus y cómo combatirlo, había avisado que para que el sistema de rastreo funcionara, como mínimo tenía que haber un rastreador por cada 1.200 habitantes.
"A principios de julio, en Catalunya había 120 rastreadores. Esto representa un rastreador por cada 64.000 habitantes, a años luz del rastreador por 1.200 habitantes recomendado por la universidad John Hopkins"
A principios de julio, en Catalunya había 120 rastreadores. Esto representa un rastreador por cada 64.000 habitantes, a años luz del rastreador por 1.200 habitantes recomendado por la universidad norteamericana. De hecho, para poder cumplir con este número, tendrían que haber habido 6.440 rastreadores sólo en Catalunya.
Se tiene que decir que otros expertos no recomendaban tener tantos rastreadores, pero en el mejor de los casos, se recomendaba un rastreador por cada 5.500 habitantes (esto equivale a 1.400 rastreadores en Cataluña). Al aumentar los rebrotes, se empezaron a poner más rastreadores. A finales de julio, Catalunya tenía 200 (recordamos que los recomendados por la universidad eran 6.440). Esto sólo tiene un adjetivo: ridículo. Y no sólo estaba pasando en Catalunya. En otras comunidades, como Madrid, también tenían un número de rastreadores con el mismo adjetivo: ridículo.
Para que el sistema de rastreo funcione correctamente, la capacidad de rastrear siempre tiene que ser superior a la necesidad de rastreo. La capacidad de rastrear podríamos decir que sólo depende del número de rastreadores. En cambio, la necesidad de rastrear (para contener la pandemia) podríamos considerar que tiene en cuenta el número de casos diarios y los contactos de media que tiene una persona.
Por ejemplo, si tenemos dos positivos en un día, y han tenido contacto con 25 personas cada uno en la última semana, podríamos decir que la necesidad de rastreo es de 50 llamadas. Si sólo tenemos a una persona que puede hacer 30 llamadas diarias, tendremos a 20 posibles casos esparciendo el virus por todas partes donde pasen (en caso de que lo tengan), y en muchos de los casos ni siquiera lo sabrán.
En esta situación, el rastreo deja de tener sentido, porque no puedes llegar a todo el mundo. Por este motivo es tan importante que haya bastantes rastreadores en todo momento, pero el momento más importante es cuando hay pocos casos. Esto es así porque, del mismo modo que los casos de infecciones, la necesidad de rastreo aumenta exponencialmente, y una vez tienes muchos casos el rastreo se vuelve cada vez más complicado.
Por otro lado, no se controlaron las entradas de turismo. En muchos países tenías que hacerte una prueba de coronavirus antes de llegar como medida de seguridad. Paradójicamente, para intentar facilitar la entrada de turismo (para salvar la economía), acabaron con él. Por la mala gestión de los rastreadores y el poco control de entrada, los casos aumentaron todavía más. Esto hizo que muchos turistas, ayudados en muchos casos por la recomendación de sus gobiernos, no vinieran a España durante este verano.
En este punto, uno se podría preguntar que porque estamos dedicando tanto tiempo a la pandemia en una sección de bolsa. Lo cierto es que para la economía es muy importante que la pandemia esté controlada. La decisión entre economía y salud se falsa. Por lo que hemos visto en todos los países, la economía va mucho mejor en aquellos donde la pandemia está controlada.
"Para la economía es muy importante que la pandemia esté controlada. La decisión entre economía y salud se falsa"
A escala global, los casos se han conseguido mantener bastante estables durante todo el tercer trimestre. Esto ha hecho que en muchos países no hayan tenido tantos problemas como en España (quitando algunas excepciones, como Francia). Esto ha sido así hasta finales de septiembre. Lo cierto es que por mucho que un país controle bien la pandemia, si está junto a otro que no la controla, le será mucho más complicado controlarla (en el primer país).
Si miramos las bolsas, los mercados americanos han seguido subiendo durante todo el tercer trimestre. Tuvieron una fuerte corrección durante el mes de septiembre, pero ya han remontado hasta los mismos niveles. En Estados Unidos, el control del virus no ha sido de los mejores (tampoco de los peores), pero curiosamente no ha afectado tanto a sus bolsas. En Europa, las bolsas no han ido tan bien. Debido al poco control del virus de muchos países europeos las bolsas se han mantenido muy laterales. En España pero, el IBEX 35 ha bajado si lo miramos desde el 1 de julio.
La situación futura no tiene demasiado buena cara. Los casos están aumentando en muchos países de Europa, y por lo tanto la economía se verá resentida. De hecho, en muchos lugares (como Catalunya y Madrid) ya se están aplicando restricciones drásticas para frenar el virus, y muchos establecimientos están limitados y/o no pueden abrir. Esperamos que esto haga efecto rápidamente y estos establecimientos no se vean tan afectados por las restricciones.