El movimientoecologista vivió un auge durante el bienio 2018-2019. El ciclo de protestas contra la emergenciaclimática se disparó, y las voces de jóvenes activistas medioambientales se escuchaban a todos los medios, tribunas y suyos parlamentariasde lo mundo. Barcelona fue, precisamente, escenario de algunas de las grandes marchas por el clima del sur de Europa. Bajo la bandera de Fridaysfor Future, entre otras, los jóvenes de la ciudad levantaron, durante semanas si no meses, carteles diversos, con mensajes de profunda carga social y, a menudo, una estética muy diferente a la del activismo clásico. El movimiento por el clima había ganado su momentum.
La pandemia, y las restricciones sanitarias que la acompañaron, rompieron este ritmo. El ciclo de movilizaciones quedó ahogado por la crisis sociosanitaria y las secuelas que la Covid-19 ha dejado en nuestras sociedades. Ha sido el trabajo, precisamente, de organizaciones cómo la que preside la ingeniera marroquí HajarKhamlichi, la Mediterranean Youth Climate Network (MYCN), la que ha mantenido viva la conciencia de esta nueva generación de activistas, intermediando, reconoce, muchas más videollamadas de las que le hubiera gustado. Recientemente participó de manera telemática en un acto organizado por la Fundación 'La Caixa ' y el Clubde Roma en el PalauMacaya, y ahora se sienta con VIA Empresa para tratar los principales retos del movimiento ecologista juvenil en la cuenca mediterránea.
¿Cuál es la situación del movimiento ecologista juvenil después de la pandemia? ¿Cómo se ha gestionado el movimiento durante el último año y medio?
El movimiento se ha mantenido muy activo por todas partes, gracias especialmente en las redes y los entornos digitales. Esto, sin embargo no se puede comparar con el momentum ganado antes de la pandemia. Se había generado un clima favorable el 2018 y 2019, cuando el SG de la ONU había indicado la relevancia de los jóvenes en la toma de decisiones respecto a la crisis climática. El momentum se reforzó mucho con las campañas internacionales y las grandes manifestaciones juveniles, que se convirtieron en un elemento de presión internacional.
La pandemia ha significado una disrupción para la evolución del movimiento climático juvenil. En el caso de la MYCN hemos detectado un gran retraso en cuanto a nuestras demandas en pandemia. Hemos continuado activos en todos los foros internacionales, hemos hablado con las instituciones regionales, que han abierto el diálogo con los jóvenes para recibir sus propuestas sobre la acción climática en el Mediterráneo, y hemos contribuido a muchos eventos digitales con muchas redes de jóvenes a escala internacional. Las redes sociales han sido muy útiles en este periodo, pero se ha ido perdiendo, despacio, la fuerza de acción del movimiento.
Para sacar un punto positivo a todo ello, ha sido la digitalización. La transición a entornos digitales nos ha permitido asistir a acontecimientos a que antes no podríamos haber ido sin una gran inversión. Hemos estado digitalmente presentes en acciones de la UN Squad del sur del Mediterráneo, por ejemplo, y no hubiéramos podido ir presencialmente. Esto nos ha permitido establecer contactos con gente – activistas, personas otras asociaciones – otros puntosde lo planeta, a pesar de que nada puede competir con las relaciones que se establecen en persona.
¿Podrá el movimiento aprovechar estos nuevos contactos internacionales con el regreso a cierta normalidad? ¿Servirá esta experiencia para recuperar ese momentum?
Creo que sí. Si las circunstancias lo permiten, la experiencia internacional puede ayudar a construir planes muy interesantes. El objetivo a medio plazo es encontrar vínculos entre el movimiento climático de las jóvenes y la toma de decisiones en el ámbito territorial, especialmente en las ciudades. Hay muchas redes de este tipo a las principales ciudades de la Mediterránea, y con las nuevas conexiones internacionales las conexiones con el territorio toman una nueva relevancia y ofrecen nuevas posibilidades.
"Barcelona tiene muchos jóvenes interesados y comprometidos con la lucha contra la emergencia climática, que pueden servir para complementar la MYCN"
Precisamente ha participado recientemente a un foro sobre clima en la Mediterránea en Barcelona. ¿Cuál es el estado del movimiento en la ciudad? ¿Es un territorio fructífero para una red de juventud climática?
La conferencia en qué participamos – Activismo Ambiental en el Sur y Este del Mediterráneo, organizado por la Fundación 'La Caixa' en el Palau Macaya – nos dio pistas muy interesantes sobre la organización en el territorio. Aún así, todavía no hemos podido construir nada palpable, no hemos negociado nada. Barcelona tiene muchos jóvenes interesados y comprometidos con la lucha contra la emergencia climática, que pueden servir para complementar una plataforma enorme cómo es la MYCN.
De hecho, cuando registramos por primera vez el MYCN, queríamos situar la sede en Barcelona. Teniendo en cuenta la presencia de instituciones y organizaciones de la Mediterránea que hay en la ciudad, tener presencia es ideal. No pudo ser porque entonces no teníamos ninguna asociación de referencia sobre el terreno que pudiera mantener la relación legal y representarnos aquí, por eso finalmente optamos por Francia. Pero ahora, que podemos encontrar asociaciones y personas relevantes poren elmovimiento y que mantengan la representación, estar presentes en Barcelona es extremadamente importante para el MYCN. Catalunya es una plataforma orgánica muy grande, y la cooperación con la mediterránea tiene mucho peso en la región. Tener un nodo de lo movimiento a Barcelona nos facilitaría mucho todo el trabajo.
Respecto a las posibilidades de trabajo en el territorio, ¿qué diferencias encontráis entre el movimiento ecologista juvenil entre las cuencas sur y norte del Mediterráneo?
La principal diferencia está en la facilidad para establecer organizaciones y redes internacionales. Es mucho más fácil hacerlo en la orilla europea que en el sur. En la cuenca sur, el establecimiento de una red cómo la nuestra, sus estatutos, supone muchísimo trabajo en términos burocráticos. En cuanto al ámbito territorial depende másde lo país. Hay paísesde lo sur donde es muy difícil establecer una asociación política, y todavía más una de juvenil.
No en todos los paísesde lo sur encontramos dificultades para expresarnos y organizarnos, pero. Al Marruecos, por ejemplo, no encontramos generalmente problemas. En Túnez, o Jordania, tampoco. Pero sí que nos encontramos con muchos países que ponen obstáculos a esta actividad. Todo esto unido a la dificultad para viajar – hay países de la cuenca sur desde donde y hacia donde es complicado trasladarse para organizar el que sea. En el norte no encontramos estos problemas logísticos. Registrar y articular el MYCN desde París fue largo, pero nada complicado, y en Italia o Catalunya también hemos encontrado muchas facilidades organizativas.
Una vez establecidos en el territorio, ¿cuál es la relación que la MYCN, como representante del movimiento climático juvenil, pretende establecer con las instituciones?
La conversación con los actores institucionales tiene que ser muy abierta y franca. Las instituciones tienen que ofrecer apoyo y cooperación no soloen elMYCN, sino a todo el movimiento. Apoyaren elmovimiento contra el cambio climático es una inversión de futuro, y más si el movimiento es joven. Necesitamos apoyo a nuestras capacidades de construcción orgánica porque somos los encargados de mantener este tema en la discusión pública. El apoyo institucional permite al movimiento construir una posición propia, independiente.
Los jóvenes que se forman y se activanen alrededor de las políticas públicas – nacionales, internacionales y locales – son los indicados para después relacionarse con las instituciones a todos los niveles, y más adelante serán los más preparados no solo para hacer propuestas y defensas discursivas de una posición ecológica, sino también para gestionar nuevas políticas públicas en el futuro. Las instituciones tienen que contribuir a empoderar y aceptar la movilización de los jóvenes, porque no todos tienen las herramientas de discusión convenientes con las instituciones y administraciones.
"Los jóvenes que se forman y se activan alrededor de las políticas públicas serán los más preparados para gestionarlas en el futuro"
Cuando una organización, nosotros mismos, hemos contado con esta capacidad para construir una estructura sólida también hemos ganado en visibilidad de cara a los actores políticos. Y, del mismo modo, cuando los actores institucionales regionales empiezan a construir relaciones más activas con los jóvenes, los niveles estatales y supraestatals también se los empiezan a tomar más seriamente. Ganamos una credibilidad muy importante.
Durante los meses previos a la pandemia, el movimiento climático juvenil parecía haber construido una cierta fuerza organizativa para ir más allá del diálogo y exigir la aplicación de sus demandas.
Cierto, pero en el norte mucho más que en el sur. En Europa llegamos a sentir que logramos una posición no consultiva, sino participativa. Que nuestras demandas tenían peso, que podían ser vinculantes. El movimiento en la cuenca norte, con Fridays for Future y otras redes internacionales de acción climática, consiguió una posición de la juventud climática más fuerte que antes. Para lograr lo mismo en el sur, sin embargo, necesitamos algo más de tiempo. Se pueden encontrar alianzas a escala supranacional, pero antes hace falta mucho trabajo en el ámbito nacional. En Marruecos o Jordania se pueden encontrar asociaciones de lucha contra el clima, pero no hay grandes alianzas juveniles contra el clima.
En la cuenca sur del Mediterráneo cuesta más hacer efectivas las demandas. En Marruecos tenemos un dedo que se traduce por "Consúltalos, pero no hagas el que piden". Hay consejos consultivos de jóvenes, que ofrecen servicio a las instituciones locales. Y se los escucha, se les pide opinión, pero nada garantiza que sus proposiciones y declaraciones se apliquen mediante políticas públicas. A menudo no tenemos la fuerza para exigir que las demandas se trasladen a la gestión.
No podemos olvidar que muchas veces las organizaciones juveniles por el clima no están mucho muy estructuradas. Se pueden encontrar redes o alianzas nacionales por el movimiento climático – son ejemplos Marruecos o Jordania – pero no hay organizaciones específicamente juveniles. La acción juvenil no está todavía muy muy estructurada. Hay redes informales, pero hacen falta, en adelante, más vínculos entre los movimientos juveniles por el clima. Cuándo eres una red sólida, tu capacidad de movilización se hace mucho más grande.
¿Qué trabajo puede hacer una organización como MYCN para estructurar y jerarquizar el movimiento?
Tenemos las plataformas necesarias para hacerlo. El Climate Action Network International está formado por más de 1.500 organizaciones de más de 160 países, de todo tipo de asociaciones y organizaciones, y cuándo organiza movilizaciones estas están mucho más estructuradas. También proponen un intercambio sólido con las instituciones internacionales, tanto la ONU como la UE.
"Ser partidista es lo que puede matar al movimiento"
Es cierto que, por ejemplo, Fridays for Future, al ser tan libre y espontáneo, tiene mucha fuerza en momentos concretos, pero las formas organizativas son muy variadas para hacernos más sólidos. Ahora, es crítico generar plataformas diversas, que no se sostengan en organizaciones políticas externas, porque ser partidista es lo que puede matar el movimiento.
Aún así, ha hablado a menudo de la relevancia de la interseccionalidad de varias luchas en el movimiento climático juvenil, cómo las de género o los derechos humanos. ¿Cómo encaja esta integración otras demandas con la construcción de un gran paraguas para todo el ecologismo juvenil?
Esto es algo que hemos vivido también en el movimiento adulto, y mucho. A las organizaciones jóvenes es algo menos conflictivo. La acción climática y el desarrollo sostenible son temas integrados, transversales. La igualdad de género o los derechos humanos no se pueden excluir de una transición sostenible y justa. Esta integración, es cierto, es mucho más sencilla que antes. Hace años los activistas de varios sectores no estaban tan relacionados, pero actualmente la acción climática comparte el mensaje de la de género o la de derechos humanos. Es imprescindible construir una casa de todos, pero se tiene que adaptar el discurso.