Una visión panorámica de la economía catalana muestra un paisaje claro, con los principales indicadores en tendencia alcista. El PIB acumula cuatro años de crecimiento por encima de la media europea y estatal y la previsión por este 2018 es que lo vuelva a hacer en un 3%; las exportaciones crecieron un 8,9%, con un incremento también de las ventas al exterior de productos y servicios de alto valor. Claro que las nubes siempre amenazan de enturbiar el ambiente, que ya está nublado en esta Fiesta Nacional de Cataluña con el conflicto político muy latente. Este ha sido el primer verano en años que el turismo ha disminuido, el mercado laboral no encuentra remedios a la precarització y, por supuesto, el clima político genera incertidumbres sobre el futuro económico del país.
Motivos para el optimismo
El principal motivo para sonreír que tiene la economía catalana es su propia dinámica. A falta de catástrofes no previstas, la economía catalana sumará su quinto año consecutivo en positivo, con un 3,2% de crecimiento mediano en el periodo 2013 – 2017 y unos registros que mejoran los de España en 0,3 puntos y los de Europa en 1 punto el 2017. "La inercia es muy positiva y no hay nada que haga pensar que esto pueda cambiar: se están marcando récords de crecimiento y se está configurando un entorno empresarial muy sólido", explica el presidente de la Comisión de Economía Catalana del Colegio de Economistas de Cataluña (CIEGO), Modesto Guinjoan.
Guinjoan: "Se están marcando récords de crecimiento y se está configurando un entorno empresarial muy sólido"
Por Guinjoan, este ecosistema empresarial tiene que ser el motor de crecimiento de Cataluña durante los años próximos. "Se ha constituido un entorno con musculatura, se ha hecho un proceso de saneamiento, incluso financiero, y se ha hecho un esfuerzo en innovación y exportación que se reflejan en las estadísticas". Los datos dan la razón a Guinjoan en cuanto a exportaciones. Las ventas al exterior en junio de este 2018 fueron un 2,9% superior a las del mismo periodo del año pasado y en los últimos dos años se han sucedido con regularidad registras interanuales de entre el 8% y el 15% de crecimiento.
Si hablamos de los índices de innovación, la evolución es más discutible. Según los datos del Instituto de Estadística de Cataluña, el gasto en innovación tecnológica en Cataluña se mantuvo prácticamente invariable entre el 2012 y el 2016, mientras que el total de empresas con actividad de innovación tecnológica se ha mantenido estable en el 14% del total.
El profesor de la UPF y miembro de la misma Comisión de Economía Catalana del CIEGO, Xavier Cuadras, coincide con su colega al calificar de "muy positiva" la recuperación postcrisi de la economía catalana, pero advierte: "Si el crecimiento es superior al otros países del entorno es porque la caída fue más fuerte".
En todo caso, coincide con Guinjoan en la importancia del sector industrial como palanca de crecimiento. "La economía catalana está en tendencia alcista porque se ha apostado por empresas de valor añadido elevado, por el sector logístico y por las empresas tecnológicas, como las startups, que fomentan la innovación". A pesar de este contexto favorable, Cuadras apunta que el ecosistema empresarial catalán actual es una oportunidad en la cual hay que invertir para aprovecharla. "El sector empresarial no es como el turismo que, en buena medida, viene dado por el buen clima, sino que depende de la inversión que haga en formación de capital humano y en la apuesta por el crecimiento de la economía industrial".
En cuanto a las exportaciones, Cuadras relativitza una de las sombras que planean habitualmente sobre los datos de ventas exteriores de la economía catalana, como es su poco valor añadido. "Es cierto que la mayor parte de las exportaciones catalanas son del sector químico y automovilístico, que son considerados estadísticamente como sectores de tecnología intermedia, pero esto es ciertamente aleatorio. Es evidente que muchas de las innovaciones que salen de, por ejemplo, SEAT, son de un alto valor añadido".
La incertidumbre del turismo
En condiciones normales, el turismo tendría que ser un motivo de optimismo para la economía catalana. Representa el 12% del PIB del país y supone un sector esencial para la ocupación. Pero los datos de este verano han activado la primera señal de alerta en muchos años: la ocupación ha caído un 5%, con una especial incidencia en el turismo estatal. Por Cuadras, el dato no pasa de anécdota. "Partíamos de índices de récord y hay que tener presente que hay países competidores que vuelven a ser atractivos", en referencia a estados como Túnez y Egipto que, después de años de inestabilidad, han recuperado parte de sus visitantes en este curso.
Cuadras: "En cuanto al turismo, hay que tener presente que hay países competidores que vuelven a ser atractivos"
Guinjoan va un paso más allá y considera esta caída como "una alegría". "Estamos cambiando el perfil del turista, reduciendo la cantidad total y buscando aquel que gasta más en productos y servicios de valor añadido. Las zonas turísticas están saturadas y esto ya ha tenido consecuencias en forma de estragos urbanísticos y medioambientales, por el que hay que cambiar el modelo", analiza.
Formación y precarització laboral, motivos para la inquietud
Si bien la dinámica de la economía catalana es positiva, el análisis sería incompleto sin el listado de amenazas que ponen en peligro el crecimiento futuro. Por Cuadras, los motivos de preocupación son causados por aquellos factores que pueden ir en contra de la productividad, empezando por la formación. "Si el sistema educativo expulsa a mucha gente antes de acabar la Secundaria, está perjudicando el futuro de la economía catalana". Los datos no son positivas. El abandono prematuro en Cataluña era del 17,1% el 2017, mucho por encima del 10,6% registrado a la UE y del escaso 7% de comunidades autónomas como el País Vasco.
Cuadras también recomienda mantener el alerta sobre los datos referidos a la inversión en investigación y tecnología de las empresas. En este sentido, Guinjoan considera necesario "convencer al sistema productivo catalán que no podemos competir sólo por precio, sino que hay que apostar por la calidad, y esto pasa para ser punta de lanza tecnológica".
El representante del CIEGO también ve motivos para la preocupación en la incapacidad de la economía catalana de revertir la precarització laboral que se arrastra de forma endémica y considera que "una primera solución implicaría fijar un salario mínimo digne, de 1.000 euros al mes". No es una preocupación infundada. Cataluña sólo está por detrás de Rumanía, Grecia y España en la tasa de pobreza entre su población activa.
Cataluña sólo está por detrás de Rumanía y Grecia en la tasa de pobreza entre su población activa
A la dinámica laboral histórica, en los últimos años seha sumado una nueva amenaza tecnológica. En el último Congreso de Economía y Empresa de Cataluña, el profesor Cuadras apuntaba que entre el 35% y el 47% de los puestos de trabajo del país tenían un riesgo de automatización elevado. Guinjoan reconoce que a medio y largo plazo se producirá "una escabetxina de los puestos de trabajo actuales, como ya está pasando en el mundo industrial y bancario", pero considera que la tasa de paro no se verá afectada por el reciclaje de la población hacia nuevas profesiones que encara no conocemos. "Incluso es probable que en futuro acabamos trabajando 20 horas en la semana y nos repartimos así el mercado laboral entre todos".
Los efectos de la incertidumbre política
La lista de amenazas no sería completa sin el contexto político del país. El proceso ha servido como amenaza constante sobre la economía catalana, llegando a su punto álgido durante el pasado otoño, con el cambio de sede social de varias empresas. Un recuento que tuvo su última actualización este mismo mes, cuando el presidente de la Cámara de comercio de España, Josep Lluís Bonet, indicaba que eran 4.500 las firmas que habían "marchado" de Cataluña.
Por Guinjoan, el problema de esta estadística es el valor que se le dan a estos movimientos. "Se usa el concepto de cambio de sede como equivalente de fuga de empresa, y esto no tiene nada a ver. La sede fiscal puede tener una estructura mínima, pero el que es importante es que la compañía no marcha". A pesar de todo, considera que, en caso de mantenerse la incertidumbre política, se podrían dar "movimientos tácticos, incluso impulsados por el mismo Estado, que pueden generar fugas reales que sí que tendrían impacto en la economía".
Para Cuadras, medir el impacto del proceso en la economía es todavía una quimera. "A corto plazo no ha tenido mucho afectación ni en el mercado de trabajo ni en la productividad, pero es cierto que la incertidumbre puede ir en contra de las inversiones y que puede ser decisiva a la hora que ciertas empresas rueguen decisiones sobre sus localizaciones". A pesar del mínimo impacto que ha tenido por ahora la situación política sobre los datos económicos, los dos expertos coinciden al afirmar que "las empresas quieren quietud".