Un total de cuatro oleadas de 375 corredores cada una han participado este último fin de semana en la Cursa de la Mercè 2020, la festividad que celebra este jueves la ciudad de Barcelona. Una edición excepcional por la situación en la que los atletas se han dividido para evitar aglomeraciones y favorecer el cumplimiento de la normativa actual y las medidas higiénicas indicadas. Una fórmula nueva en la que pueden reflejarse otras convocatorias, que hoy por hoy están en pausa. Con todo lo que comporta. Y es que la última celebración del Maratón de Valencia, en 2019 -cuando el Covid no era ni pronunciable- supuso un gasto de 5 millones de euros pero un impacto de 22 millones de euros en la ciudad. Lo ha explicado Francisco Borao, presidente de la sociedad deportiva Correcaminos, organizadora de la cita deportiva desde 1979. En este contexto, es mucho el dinero que deja de ingresarse pero, el deporte también es salud, el gran intangible de nuestra economía.
Ya en 2015 un informe estimaba que cada euro gastado en la organización del Maratón de València se traduce en 3,5 euros de renta en la economía valenciana. Era una de las conclusiones del estudio que Correcaminos encargó al Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) para cuantificar el legado económico que deja en la ciudad el acontecimiento deportivo, que este año ha sido cancelado para buscar la seguridad frente a los contagios por el Covid-19 de sus 30.000 participantes inscritos. Del impacto de los acontecimientos deportivos, sacudidos también por la pandemia, se ha hablado este martes en el segundo diálogo del ciclo Deporte, economía y salud: ¿unas nuevas reglas del juego?, que organiza el IVIE de la mano de la Fundación Ernest Lluch, en la Fundación Bancaja de València.
Como todo tiene que seguir, cómo han recordado los ponentes, este septiembre se ha anunciado una prueba de menor participación pero de alto nivel, una versión profesional de la carrera de maratón (Élite Edition) que estará acompañada, además, de una prueba de media maratón. Y es que la que ya es conocida como la ciudad del running también deja de ingresar dinero en este contexto pandémico: según Borao, el Maratón de València no da beneficios directos, pero los indirectos son los que no llegarán este año.
Acompañando a Bora, Carles Murillo, presidente de la Sociedad Española de Economía del Deporte. Ambos, expertos en economía del deporte, saben del impacto económico que su celebración vuelca a las arcas públicas. "Lo que un acontecimiento deja es una huella y sin la participación de todos no es posible, como por ejemplo con los voluntarios: ¿cómo se cierra una población pequeña para el paso de la Vuelta ciclista? Muchos coinciden que el gran legado de Barcelona'92 fueron las infraestructuras, pero también hay quién piensa que fue el legado social, que permitió que la gente se organizara; o aquí en València, el hecho de que el Maratón ha puesto la ciudad en el mapa", apunta Murillo, presidente de la Sociedad Española de la Economía del Deporte.
Añade Borao que "el primer inversor del Maratón es el Ayuntamiento, porque pone las calles, y sin calles no hay carrera". La prueba de atletismo se celebra en València desde 1981, pero no fue hasta el 2011 que la carrera llegó a cuotas tan altas de popularidad como las actuales. Cambios en el circuito -"tardamos veintidós años a salir del Saler y volver a la ciudad", recuerda Borao- ayudan al éxito que "se consigue a través de la Fundación y el Ayuntamiento. Esta ciudad hoy en ciudad se llama València, ciudad del running y no hay más que apuntarse a pasear por el antiguo lecho del Túria para ver como los corredores no dejan ni pasear a la gente. Éste es el legado social que deja el deporte, que no está valorado económicamente pero que es importantísimo", recuerda Borao.
Borao: "El primer inversor del Maratón es el Ayuntamiento, porque pone las calles, y sin calles no hay carrera"
Las vías de riqueza
El informe que el IVIE elaboró en 2015 para cuantificar el impacto del Maratón de València también estima que por cada euro gastado en la organización de la prueba (unos 17 millones de euros, aproximadamente, por toda la economía valenciana), se generan 6,2 euros a través del gasto que realizan los participantes y sus acompañantes durante su estancia en València. Son las "vías de riqueza" de las cuales habla Francisco Borao, que apunta que el inversor es el corredor, porque "el corredor que viene al evento suele venir acompañado, viene antes y se queda unos días después para ver el entorno, los museos, la gastronomía, para conocer la ciudad en su materia. El que viene lo hace para invertir tiempo y dinero". Ciertamente, añade Murillo, "cuando medimos económicamente, lo más sencillo es hacerlo con lo que es fácil de monetizar, pero cuando medimos los intangibles, tenemos mayor problema porque hay que añadir acontecimientos de consideración mucho más amplia, puesto que tenemos mucho campo por recorrer".
Murillo: "Cuando medimos los intangibles tenemos mayor problema porque hay que añadir acontecimientos de consideración mucho más amplia"
"El turismo deportivo es moverme de mi casa para participar o ser espectador", explica Murillo. "En los acontecimientos deportivos ahora la gente se organiza para pasar más de 24 horas y si la ciudad ofrece servicios, esto fácilmente arrastra que una persona que participe, se planifique sus vacaciones para participar y ver además otras muchas cosas", explica. "Si lo montamos medianamente bien, también salen beneficiados otros sectores", añade. Hostelería, restauración, etc. se benefician de estos acontecimientos puntuales, diferentes de las celebraciones periódicas que pueden ser los partidos de fútbol -u otros deportes que tienen muchos seguidores-, o de los macroacontecimientos, como son los Juegos Olímpicos. Borao también ha destacado que "el mundo no se parará por una pandemia, puede ser que no sea cómo antes pero necesitaremos de acontecimientos deportivos, porque el deporte es salud".