17
de Octubre
de
2016
Act.
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2016
30 años después del mítico "À la ville de...Barcelona!", nadie puede cuestionar que los Juegos Olímpicos del 1992 fueron un punto de inflexión en muchos aspectos para la ciudad de Barcelona. Uno de ellos, el de situar la capital catalana como una ciudad de referencia para acoger grandes acontecimientos deportivos. Unas buenas instalaciones, el clima agradable y la imagen creada de ciudad cosmopolita y acogedora han permitido en Barcelona ser la sede de muchas y varias pruebas deportivas.
Campeonatos mundiales de baloncesto (2014), Europeos de Atletismo (2010) o Mundiales de Natación (2003 y 2013) son sólo algunos ejemplos de grandes citas que se suman a las que tienen lugar cada año como la Fórmula 1, el Mundial de Motociclismo o el Maratón de la ciudad. Y todo muy regado con el FC Barcelona siendo protagonista en las grandes competiciones de fútbol, baloncesto o balonmano. Barcelona, pues, es una ciudad deportiva. De hecho, es la tercera del mundo en cantidad de habitantes que pagan alguna cuota para realizar alguna actividad física.
Todo un movimiento que se transforma en impacto económico. "Los grandes acontecimientos deportivos tienen una gran proyección mediática, que se mide básicamente con la audiencia televisiva", explica Adolf Cabruja, gerente del Mundial de Natación de Barcelona del 2003 y coordinador municipal del del 2013. "Son acontecimientos únicos que no tienen fronteras y responden al fenómeno del deporte como algo universal", añade en una conferencia al Colegio de Economistas de Cataluña.
"Estos acontecimientos participan del sector del entretenimiento y fomentan la práctica deportiva. Se encuentran a la agenda de los políticos porque son clave en el marketing city", asegura Cabruja. Al fin y al cabo, "proyectan y difunden la ciudad como destino turístico, representando una fuente adicional de ocupación y de ingresos".
Mejor que una gran feria
Director durante 10 años de Feria de Barcelona, Cabruja compara estos acontecimientos deportivos con la actividad ferial. "Tiene connotaciones parecidas: fechas fijadas, unos deportistas (expositores) y visitantes (espectadores). Esto tiene un impacto económico y de ocupación. La diferencia esencial es que se retransmite en directo en todo el mundo. Más de 1.000 periodistas que cada día explican qué está pasando", resalta.
La candidatura
La gran mayoría de estos acontecimientos los organizan federaciones internacionales que escogen la sede de entre las diferentes candidaturas presentadas. Ciudades como Barcelona o la japonesa Fukuoka son ejemplos de candidatas recurrentes en diferentes deportes, un golpe entendido el impacto económico del cual se pueden beneficiar.
Ahora bien, que hace falta para construir una candidatura con garantías? Adolf Cabruja evidencia que además del equipamiento, las instalaciones y una buena infraestructura; "sobre todo hay que tener influencia, experiencia y una buena oferta. Barcelona tiene una gran tradición de clubes y asociaciones deportivas, tiene una imagen y una marca reconocida".
Una organización profesional
La experiencia al frente de un acontecimiento como los Mundiales de Natación del 2003 hacen insistir a Cabruja que "la organización tiene que ser profesional. La intervención del mundo político lo haría imposible si no hay una ejecución profesional con el máximo de autonomía". Al fin y al cabo, el equipo encargado de gestionar el acontecimiento "hace de mediador entre el sector público y el privado". Y es que a pesar de que buena parte de la financiación es público, "también hay una buena parte de patrocinios y se tiene que combinar". A la vez, emfasitza, "tiene que velar por la viabilidad económica del acontecimiento. Hay que encontrar un equilibrio entre la dimensión humana, la económica y la sociopolítica".
Uno de los aspectos menos conocidos de este tipo de acontecimientos es el contrato de ciudad anfitriona, un contrato de adhesión entre la localidad y el organismo internacional que promueve el acontecimiento. "Podemos reír del contrato de cualquier operadora telefónica, este sí que tiene letra pequeña", ironiza Cabruja. "La federación internacional tiene que salvaguardar su marca y lo controla a todos los niveles. Fija unas pautas a seguir en absolutamente todos los temas", evidencia.
Una precisión en los detalles que, pero, no siempre se corresponde con los presupuestos. "Hay diversos: el de candidatura, el que se presenta a las administraciones y el real", dice Adolf Cabruja. Ahora bien, deja claro que "tienen que ser verídicos" si se quiere optar a acoger el acontecimiento deportivo.
Todo ello acaba siempre con la presentación de las cifras de impacto económico. "Ahora todo el mundo en habla para convencer administraciones y público que los euros han sido muy invertidos", reconoce Cabruja. El Mundial de Natación del 2003 tuvo un impacto directo valorado en unos 75 millones de euros habiendo costado 20. "Es una prospección teórica y todo el mundo escoba hacia casa. Son cifras que se tienen que coger con prudencia", reconoce. 10 años más tarde, el mismo Mundial se volvió a celebrar en Barcelona y "se doblaron las cifras". La evolución del negocio de ser una ciudad deportiva.
Campeonatos mundiales de baloncesto (2014), Europeos de Atletismo (2010) o Mundiales de Natación (2003 y 2013) son sólo algunos ejemplos de grandes citas que se suman a las que tienen lugar cada año como la Fórmula 1, el Mundial de Motociclismo o el Maratón de la ciudad. Y todo muy regado con el FC Barcelona siendo protagonista en las grandes competiciones de fútbol, baloncesto o balonmano. Barcelona, pues, es una ciudad deportiva. De hecho, es la tercera del mundo en cantidad de habitantes que pagan alguna cuota para realizar alguna actividad física.
Todo un movimiento que se transforma en impacto económico. "Los grandes acontecimientos deportivos tienen una gran proyección mediática, que se mide básicamente con la audiencia televisiva", explica Adolf Cabruja, gerente del Mundial de Natación de Barcelona del 2003 y coordinador municipal del del 2013. "Son acontecimientos únicos que no tienen fronteras y responden al fenómeno del deporte como algo universal", añade en una conferencia al Colegio de Economistas de Cataluña.
"Estos acontecimientos participan del sector del entretenimiento y fomentan la práctica deportiva. Se encuentran a la agenda de los políticos porque son clave en el marketing city", asegura Cabruja. Al fin y al cabo, "proyectan y difunden la ciudad como destino turístico, representando una fuente adicional de ocupación y de ingresos".
Mejor que una gran feria
Director durante 10 años de Feria de Barcelona, Cabruja compara estos acontecimientos deportivos con la actividad ferial. "Tiene connotaciones parecidas: fechas fijadas, unos deportistas (expositores) y visitantes (espectadores). Esto tiene un impacto económico y de ocupación. La diferencia esencial es que se retransmite en directo en todo el mundo. Más de 1.000 periodistas que cada día explican qué está pasando", resalta.
La candidatura
La gran mayoría de estos acontecimientos los organizan federaciones internacionales que escogen la sede de entre las diferentes candidaturas presentadas. Ciudades como Barcelona o la japonesa Fukuoka son ejemplos de candidatas recurrentes en diferentes deportes, un golpe entendido el impacto económico del cual se pueden beneficiar.
Ahora bien, que hace falta para construir una candidatura con garantías? Adolf Cabruja evidencia que además del equipamiento, las instalaciones y una buena infraestructura; "sobre todo hay que tener influencia, experiencia y una buena oferta. Barcelona tiene una gran tradición de clubes y asociaciones deportivas, tiene una imagen y una marca reconocida".
Una organización profesional
La experiencia al frente de un acontecimiento como los Mundiales de Natación del 2003 hacen insistir a Cabruja que "la organización tiene que ser profesional. La intervención del mundo político lo haría imposible si no hay una ejecución profesional con el máximo de autonomía". Al fin y al cabo, el equipo encargado de gestionar el acontecimiento "hace de mediador entre el sector público y el privado". Y es que a pesar de que buena parte de la financiación es público, "también hay una buena parte de patrocinios y se tiene que combinar". A la vez, emfasitza, "tiene que velar por la viabilidad económica del acontecimiento. Hay que encontrar un equilibrio entre la dimensión humana, la económica y la sociopolítica".
Uno de los aspectos menos conocidos de este tipo de acontecimientos es el contrato de ciudad anfitriona, un contrato de adhesión entre la localidad y el organismo internacional que promueve el acontecimiento. "Podemos reír del contrato de cualquier operadora telefónica, este sí que tiene letra pequeña", ironiza Cabruja. "La federación internacional tiene que salvaguardar su marca y lo controla a todos los niveles. Fija unas pautas a seguir en absolutamente todos los temas", evidencia.
Una precisión en los detalles que, pero, no siempre se corresponde con los presupuestos. "Hay diversos: el de candidatura, el que se presenta a las administraciones y el real", dice Adolf Cabruja. Ahora bien, deja claro que "tienen que ser verídicos" si se quiere optar a acoger el acontecimiento deportivo.
Todo ello acaba siempre con la presentación de las cifras de impacto económico. "Ahora todo el mundo en habla para convencer administraciones y público que los euros han sido muy invertidos", reconoce Cabruja. El Mundial de Natación del 2003 tuvo un impacto directo valorado en unos 75 millones de euros habiendo costado 20. "Es una prospección teórica y todo el mundo escoba hacia casa. Son cifras que se tienen que coger con prudencia", reconoce. 10 años más tarde, el mismo Mundial se volvió a celebrar en Barcelona y "se doblaron las cifras". La evolución del negocio de ser una ciudad deportiva.