Cinco años continuados de crisis de precios hicieron cerrar casi todas las explotaciones lácteas del Pallars Jussà. Solo quedaron en pie la Granja Brams, dedicada a la transformación en queso, y Casa Baravid, de Manel Olsina, un ganadero de Tremp que ahora tiene problemas para colocar toda su producción. La principal dificultad de Olsina rae que Lactios del Alto Aragón, la empresa encargada de la recogida, ahora solo efectúa una a la semana, lo que le provoca un excedente aproximado de 1.000 litros semanales, que Olsina no sabe a quién entregar. "Esta cantidad es mucha por un pequeño ganadero como yo, pero demasiado poca porque a una industria le resulte rentable hacer un viaje hasta mi granja".
La situación desesperada de Olsina le ha hecho emprender una campaña viral a través de las redes sociales para buscar nuevos clientes y compradores por su leche. Mediante la cuenta de Twitter Sinyó de Miravet, ha hecho un llamamiento con este mensaje: "El último vaquero de leche del #PallarsJussà se ha quedado sin donde colocar la leche por falta de volumen comercial". Detrás el perfil de Sinyó de Miravet está Iban Campos, un joven productor que comercializará quesos en Talarn, otro municipio del Pallars Jussà, pero que no puede asumir la leche de Olsina porque solo tiene los permisos para transformar leche de oveja, no de vaca.
De momento, a pesar del llamamiento, Olsina admite resignado que "no hemos encontrado una solución en forma de contrato de compraventa para entregar la leche". El ganadero advierte el impacto económico que podría ocasionar en la comarca la desaparición de la última granja lechera del Pallars Jussà. Más allá de conseguir encontrar alguien en quién colocar la leche, Olsina y Campos piden a la Administración que "nos facilite la venta y la transformación y que nos ayude a buscar un comprador". En este sentido, Campos solo quiere que se favorezca la continuidad del negocio y que "me permitan transformar la leche de vacas por un bien de interés general, puesto que no nos podemos permitir que la burocracia haga desaparecer la última explotación láctea del Pallars Jussà".
El mismo precio que hace 30 años
El caso de la granja Casa Baravic de Tremp, propiedad de Manel Olsina, es solo un ejemplo de la situación de emergencia que atraviesa el sector lácteo catalán. Los ganaderos, que cobran el litro de leche al mismo precio que hace 30 años, se encuentran en un contexto de encarecimiento del precio de las materias primeras, como el cereal, necesario para fabricar los piensos por la alimentación de las vacas, sumado al exceso de requerimientos sanitarios y a las inversiones para modernizar las granjas. A pesar de esto, los productores reciben de la industria una media de 32 céntimos por litro de leche que entregan, cuando los costes para elaborarla se sitúan entre los 36 y los 37. La combinación de estos factores está provocando una carencia grave de rentabilidad y viabilidad de las explotaciones, que hace peligrar el relevo generacional e incluso la producción de leche en Catalunya, una zona tradicionalmente deficitaria.
"La nueva Ley de la Cadena Alimentaria, que el Govern del Estado tiene previsto aprobar en noviembre, tendría que mantener la frase literal que habla de la preservación de los costes de producción"
Las estadísticas facilitadas por el Departament d'Agricultura muestran que Catalunya cerró 2020 con 440 explotaciones lecheras, un 90% menos de las 4.329 que había contabilizadas en 1992. La sangría es de tal consideración que solo en 2019 desaparecieron 26. Ante esta realidad, desde la cooperativa Vaquers de Osona dibujan una posible solución para que los ganaderos levanten cabeza. "La nueva Ley de la Cadena Alimentaria, que el Goverm del Estado tiene previsto aprobar el noviembre, tendría que mantener la frase literal que habla de la preservación de los costes de producción". Así, en ningún caso, la leche se podría comercializar bajo un precio mínimo, el que revertiría en una mejora en las condiciones de los ganaderos catalanes.
En el mismo escenario de la Llei de la Cadena Alimentària, Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC) insta a modificarla porque es una herramienta "incapaz de defender a los productores de leche". Después de participar en la jornada Un preu just per la llet, de la utopia a la realitat, que ha reunido productores y organizaciones del sector lácteo en Vic, la organización ha reivindicado varias vías posibles por la supervivencia de las granjas.
Debilidad ganadera
Compensaciones por parte de las emprendidas infractoras para los ganaderos afectados por los incumplimientos de esta ley, considerar al Observatori de Preus de la Llet de Catalunya como un organismo de referencia obligatorio para hacer respetar los precios de los productores y firmar contratos a un año vista son algunas de las propuestas que ha defendido JARC para revertir la posición de debilidad de los ganaderos a la hora de vender un producto perecedero cómo es la leche.
Daniel Bassas, portavoz de las cooperativas, alerta que es una medida de 'milkwashing' y que no repercutirá en los productores ni tendrá ninguna afectación al precio final
Después de un verano de movilizaciones y protestas, la cadena Mercadona anunció que no vendería el bric de leche de marca blanca (Hacendado) por debajo de los 60 céntimos. La medida ha sido calificada de insuficiente por el sindicado Unión de Labradores. En una línea similar, las cooperativas Llanura de Vic y Vaqueros de Osona critican el anuncio hecho por Mercadona de incrementar tres céntimos el precio de la leche y lamentan que solo busca "limpiar la imagen de la marca después de las últimas movilizaciones". Daniel Bassas, portavoz de las cooperativas, alerta que es una medida de milkwashing y que no repercutirá en los productores ni tendrá ninguna afectación al precio final.
En un contexto de concentración de oferta, en el cual las grandes empresas acaparan la producción y bajan los costes y los precios que perciben los ganaderos, productores y organizaciones agrarias se conjuran para evitar que estos sean los últimos pasos de la industria lechera, no solo al Pallars Jussà y a la explotación del Manel Olsina. La pérdida de este activo hará que la economía leridana y la catalana se queden algo más huérfanos.