El 16 de abril, la NASA seleccionó la empresa SpaceX de Elon Musk para desarrollar una nave que permitirá que astronautas vuelvan a pisar la Luna a partir de 2024. A pesar de que la propuesta preferida era la de la empresa de Jeff Bezos, Blue Origins, que aprovechaba tecnologías de proveedores habituales de la NASA como Lockheed Martin, la agencia espacial escogió SpaceX. Su experiencia en la consecución de más de 100 misiones orbitales, tres de las cuales tripuladas a la Estación Espacial Internacional, y un recorte en el presupuesto inicial decantaron la balanza hacia casa Musk. Pese al recorte, el contrato era por valor de 2.900 millones de dólares, que se dice pronto.
La respuesta de Bezos no se hizo esperar y envió una protesta de 50 páginas a la Government Accountability Office, que vendría a ser la oficina de Consumo de allí. Blue Origins argumenta que la decisión de la NASA no había juzgado bien las ventajas de su propuesta, había minusvalorado los desafíos tecnológicos de la propuesta de SpaceX y que la partida de coste había contado demasiado en el total de la puntuación (la propuesta de SpaceX era más barata).
La respuesta de Musk a la respuesta de Bezos tampoco se hizo esperar, esta, más concisa, le cupo en un tuit: "No lo puede levantar (hasta la órbita) haha".
Can't get it up (to orbit) lol
— Elon Musk (@elonmusk) April 26, 2021
Una tercera empresa, Dynetics, también presentó una queja en términos similares, pero no hace tanta gracia porque su CEO no es un superhéroe como Musk y Bezos.
Hace gracia ver a los dos hombres más poderosos del mundo, los que quieren convertir a la humanidad en una especie interplanetaria, discutir por un contrato público
Pero como suele pasar y haciendo bueno aquel viejo adagio de "tuitea mejor quién tuitea último", la cosa no ha acabado aquí; solo 15 días después de la decisión de la NASA, el GAO (la oficina de Consumo de allí) ha decidido que mientras no se resuelva el litigio originado por las protestas de Blue Origins y Dynetics, la NASA no puede continuar trabajando con SpaceX en el desarrollo del módulo de aterrizaje lunar. Parémoslo todo.
No sé cómo acabará este rifirrafe de las estrellas —de Musk y Bezos—, pero hace gracia ver a los dos hombres más poderosos del mundo, los que quieren convertir a la humanidad en una especie interplanetaria, discutir por un contrato público. La diferencia con los contratistas nuestros es que en vez de discutir por un 3%, discuten por nuestro futuro y que en vez de ser dos empresarios del tocho con Porsche Cayenne modelo precrisis son Tony Stark y el Profesor Xavier.